El alías y el seudónimo como referente personal en el contexto social. ¿Estigma o exaltación?

Por: Violeta Orozco Jaimes

Ante tanta cantaleta hoy en día sobre la reivindicación de los derechos humanos, vino a mi mente el que más de un mono, de los que dicen aspirar a un cargo de elección popular, en aras de procurar el bien social, bien debiera pronunciarse respecto a un tema que a diario ocupa espacio en páginas culturales, sociales y de la llamada: nota roja en los periódicos, lo mismo que de circulación nacional, como en el Estado y regional; por la implicación que tiene con el respeto a los llamados principios de presunción de inocencia y debido proceso.

Y no porque suponga que sea éste un tema del dominio público, sino porque siendo la Procuraduría General de la República, y una que otra de los Estados, que no cantan tan mal las rancheras en tal tópico, como una vil torre de babel, donde todos opinan de forma diversa y muchas acusaciones por vía de carpetas de investigación mal encausadas, no han convencido a jueces que han dejado en libertad al cristiano en turno… a quien su nombre  le queda más manchado que el uniforme de un futbolista llanero en domingo de lluvia.

Y que  de paso (si el tema abordaran), denotaría  que el » suspirante » algo conoce y se preocupa en materia de derecho penal. Ello en lugar de andar como dijera Daniela Romo, en memorable y ochentera canción: » PROMETE Y PROMETE Y NADA”.

Me explico, con el permiso del editor y el paciente, como casual lector…si un hijo de vecino, por razones diversas llega a caer en las garras de la policía, ante la acusación de haber hecho algo prohibido por la ley, como por ejemplo: intentar robar, matar, defraudar, que es en esencia un delito en grado de tentativa; o peor aún, si es que se dice que lo cometió. Pues allá va, con sus huesillos a disposición de la autoridad competente, misma que si no encuentra elementos suficientes para su sometimiento a proceso, le deja en libertad.

Más, antes de ello, sigue por desgracia como  práctica común el que se le exhiba en los medios de comunicación con una deformación del nombre a través del infaltable: ¡ALÌAS! Y créalo… ¡sí pasa! Ello no obstante que se dicen prevalecen los principios de presunción de inocencia y debido proceso, en razón de los cuales sin complicaciones propias del lenguaje de abogados, digo: NO DEBERÌA TRATARSE ASÌ AL INDIVIDUO POR EL ESTIGMA QUE PRESUPONE TILDARLE DE DELINCUENTE, SIN QUE EXISTA SENTENCIA QUE ASÌ LO DECLARE. Y lo aprecio así, porque en contraposición al citado: » ALÌAS «, que incrustado en nuestra sociedad sigue existiendo como rémora de un pasado de catalogación, sobre ciertos sectores de la sociedad que ante la carencia de oportunidades de desarrollo social, económico y cultural, delinquen con habitualidad.

En tanto que, en contraposición a tal tildarían personal, cobra relevancia el seudónimo. Empleado éste por quienes artísticamente sobresalen en el ejercicio de una de las bellas artes. Por ejemplo, en caso concreto del querido y recordado GABRIEL GARCÌA MÀRQUEZ, premio Nobel de literatura 1982, autor entre otras bellas obras, de aquella conocida como: el Coronel no tiene quien le escriba. Y que por seudónimo empleaba el de» GABO”. O, bien otro ejemplo lo es, el del escritor: Margarito Castillo, oriundo de Uriangato Guanajuato y que en la vida real su nombre era: LEOVINO ZAVALA, en memoria de lo cual una de las vialidades primordiales de tal lugar lleva su nombre.

Es decir, el nombre propio, como los apellidos de una persona, son lo que en derecho civil se conoce como ATRIBUTOS DE LA PERSONA FÌSICA. Y que constituye un derecho humano consubstancial al nacimiento de la persona y no tenido por concesión graciosa del Estado. Pero es tal nombre o atributo físico lo que se mancha «, – si la expresión se me permite y no propicia se despeinen las buenas conciencias -; porque como dijera la abuela:” ES LO QUE HAGAS EN SOCIEDAD LO QUE TE DARÀ EL ALÌAS O EL SEUDÒNIMO”.  ¿O usted encontró a un pintor, escultor y/o  escritor en fiesta o cena que se le brinde, y tildado sea de ALÌAS. ¡No!, se empleará la deferencia – dije deferencia y no diferencia, que no es lo mismo -, en llamársele con el permisible uso del…seudónimo.

Pero en contraposición, en ninguna nota roja se destacará por anticipado que » el tuercas «, mecánico hipotético, de la colonia equis y por quien sabe qué motivo apuñaló a diverso sujeto, sobreponiendo tal mote al nombre, pero nunca se referirá a éste con un seudónimo. Reservado como expliqué con antelación tal concepto a celebridades del arte.

En fin…estigma contra exaltación. Y  le visualicé de tal modo – insisto -, por la reciente detención de un joven en la ciudad de México, a quien se acusó de haber matado a una mujer, y que propició se le encerrara una semana y al cabo de la cual se le dejó salir porque resultó que no era quien decían que sí era… ¡de risa!, por lo cantinflesco del tema.

Y en tanto su nombre como su persona misma… ¡estigmatizado!, pues más de una mujer en ése lapso, júrelo que ni para acompañarla a tomar el camión lo desearía. Y el Señor empeorador de justicia… ¡perdón!, quise decir: » PROCURADOR DE JUSTICIA «, pues nada hombre…hasta se indignó cuando se le exigió brindara disculpa pública al infortunado muchacho.

No dude que estando como está el País en materia de seguridad pública y procuración, como impartición de justicia, tal estado de cosas se repita. Y para colofón he de decir que sólo aguardo que en un futuro próximo, artista nos resulte el infortunado joven de referencia, para que en coctel de alfombra roja me lo traten con seudónimo y que el desacertado procurador, mínimo: » SE NOS VAYA UNA SEMANA DE VACACIONES AL RECLUSORIO NORTE, CON TODO PAGADO, POR JUSTICIA NO HUMANA, SINO DIVINA”.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

A %d blogueros les gusta esto: