La injusticia de un olvido que traiciona

Existen personajes e instituciones de Michoacán que han aportado no sólo al propio estado, sino a todo el país con su labor y legado. Sin embargo, en algunos casos la retribución a los esfuerzos de años es un olvido que se perfila a hipocresía, pues en los protocolos se dan halagos, pero en las acciones el descuido de la memoria o del presente, crea un indignante contraste que, incluso, a los esfuerzos de aquellos que dieron su trabajo por su tierra y nación.

EL PROMINENTE MICHOACANO

Uno de estos casos es el del abogado, luchador agrarista, rector y profesor universitario, periodista, funcionario público, embajador del gobierno de México, diputado federal y senador de la República, Natalio Vázquez Pallares.

Nacido el 5 de enero de 1913, semanas antes de que ocurriera la caída trágica del presidente Madero, del matrimonio formado por Natalio Vázquez Sánchez y Reynalda Pallares, en el pueblo de Coalcomán, en plena tierra caliente de Michoacán. Fue el tercero de siete hermanos y, en 1924, cuando apenas contaba con once años de edad, a la muerte de su padre, quedó virtualmente al frente de la familia, proveyendo, ya entonces, a su mantenimiento y a la educación de los hermanos. Habiendo terminado su primaria en Coalcomán, Vázquez Pallares obtuvo una beca que le permitió ir a estudiar secundaria y preparatoria a la Universidad Michoacana en Morelia.

Al terminar sus estudios medios en la Universidad nicolaita, se inscribió en la Facultad de Medicina; pero al año tuvo que abandonar las aulas debido a su precaria salud. Posteriormente, se inscribió en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la misma Universidad, prosiguiendo su carrera durante un tiempo corto en la Universidad de Guadalajara.

En las universidades de occidente, al igual que en la de Nuevo León, en Monterrey, que respondía abiertamente a los postulados de la educación socialista plasmados en la Constitución Política desde 1934, se adentró en la vida política.

Fundó el Frente de Estudiantes Socialistas de Occidente (FESO), que rápidamente llegó a agrupar a todos los estudiantes de enseñanza media y superior de Jalisco y que fue la base para la formación de la Federación de Estudiantes Socialistas de México (FESM), de breve, pero rica existencia en la política de los años treinta.

Ya desde 1933, siendo estudiante de la Facultad de Derecho, Vázquez Pallares había participado en el movimiento estudiantil Nicolaita, que exigía que la educación superior en Michoacán hiciera suyos los principios de la reforma educativa socialista, que más de un año después quedaría plasmada en el nuevo artículo tercero de la Constitución.

Como parte de la Federación de Estudiantes Universitarios de Michoacán (FEUM), colaboró en  una campaña dirigida a reformar la Ley Orgánica de la Universidad y a lograr un nuevo gobierno para esa Casa de Estudios.

El 4 de febrero de 1939, se le designó Rector de la Universidad, con apenas veintiséis años de edad, y en su corto periodo como Rector se adentró en la impartición de catedra.

De 1940 a 1943 fue Procurador General de Justicia del Estado de Michoacán; fue diputado federal en la XLI Legislatura del Congreso de la Unión de 1949 a 1952; se desempeñó, asimismo, como jefe del Departamento de Profesiones del Estado de Michoacán, entre 1953 y 1955. Y en este último año fue abogado consultor del Gobierno de Michoacán.

Para 1957, Vázquez Pallares volvió a figurar en la política nacional, esta vez como Senador de la República por el Estado de Michoacán, para el sexenio 1958-1964.

Fue secretario auxiliar de la Confederación Nacional Campesina (CNC), en 1965; embajador del gobierno de México en Yugoslavia, de 1965 a 1968; director gerente del Banco Nacional de Crédito Agrícola, de 1969 a 1971; consejero agrario del Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización, de 1971 a 1972; oficial mayor de la CNC en 1973; subdirector general del Fondo Nacional de Fomento Ejidal, de 1973 a 1975; coordinador general del Cuerpo Consultivo Agrario de la Secretaría de la Reforma Agraria, en 1977 y 1978; asesor de la Comisión Coordinadora para el Desarrollo Agro­pecuario del Distrito Federal, de 1978 a 1980; director general del Centro de Estudios Históricos del Agrarismo en México y director del Instituto de Capaci­tación Agraria, de 1980 hasta su muerte. Hombre de múltiples ocupaciones e inquietudes, Natalio Vázquez Pallares volvió a su labor periodística, colaborando en el diario Excélsior, desde 1976 hasta su fallecimiento.

Era un político comprometido con las ideas revolucionarias, con la causa histórica de la Revolución Mexicana y con el bienestar del pueblo trabajador. Siempre encontró el tiempo y la ocasión para ayudar a los desvalidos, principalmente a los campesinos, como gestor ante las autoridades o trabajando gratuitamente como abogado. Nunca hizo fortuna, a su muerte sólo dejó una casa, sus papeles y una pequeña biblioteca.

Se trataba de un político y luchador social convencido plenamente de las causas de la revolución Mexicana, al grado de que una de sus grandes luchas políticas fue para echar abajo los contratos de riesgo en la explotación del petróleo. En el primer momento no logró su anulación, pero sí logró que no se extendiera y se frenara esa forma de contratación y que en la práctica esos contratos de hecho no se ejecutaran. Años después pudo ver que lo que él reclamaba se cumplía: se declararon inconstitucionales.

Natalio murió, como queda dicho, el 26 de marzo de 1981,  y con ello la Revolución Mexicana perdió a sus más esclarecidos, coherentes y fieles intérpretes y sostenedores.

En ese mismo año a su tierra natal, por decreto Constitucional, se le asignó el nombre de Coalcomán de Vázquez Pallares, al municipio y a la cabecera municipal.

EL RIEGO DE OLVIDO

Tras varios años de insistencia, principalmente de su hija Xuchitl Vázquez Pallares, finalmente en marzo de 2007, la casa que había dejado Natalio, que había sido construida en el siglo XVIII y es prácticamente la tercera edificación que se hizo en Coalcomán, se convirtió en Museo, que tenía por objetivo no sólo preservar la memoria de la vida del prominente michoacano, sino también de la región donde se ubica, a fin de que los propios habitantes de la región de tierra caliente conocieran de la historia que se desarrolló en esa zona de la entidad.

Fue concebido como un centro de unidad e identidad, el cual albergara la prehistoria, la época prehispánica, la colonial, la lucha por la Independencia, la Revolución. Cabe recordar que en ese inmueble, además de que ahí se estableció la primera ferrería de América, en el siglo XIX, donde conjuntamente de monedas se elaboraron cañones y municiones para usarse en la Guerra de Independencia, y en el siglo XX hubo varias reuniones de cristeros, en ella también se le dio alojo al presidente Lázaro Cárdenas del Río, quien firmó la paz con ellos.

Pero apenas a un año de su apertura, el lugar fue dejado fuera de los presupuestos del gobierno estatal, por lo que sus alcances quedaron truncados. Fue hasta 2010 cuando el Congreso del Estado etiquetó un millón 400 mil pesos para que la Secretaría de Cultura de Michoacán (Secum), los aplicara en la restauración y equipamiento del museo.

Pero el trabajo de restauración fue deficiente, pues la sala de proyección, oficina y ludoteca, según un peritaje, fueron realizados con materiales de muy baja calidad, además de no contar con un declive adecuado.

“Sobró un estimado de 360 mil pesos: desaparecieron, porque cuando fuimos a pedir que arreglaran las goteras nos dijeron que no tenían dinero; no los encontraron nunca, ni en las oficinas de la Transparencia”, narró la hija del político michoacano.

Así, durante siete años, las distintas administraciones de Secum han hecho “oídos sordos” para recuperar y equipar el espacio, a fin de concretar el museo regional.

“Ahí han sucedido hechos muy importantes para la nación que son desconocidos y han sido olvidados. Por eso nuestro anhelo de hacer de este museo regional un baluarte, donde esté atesorada toda esa riqueza cultural de las tradiciones y de la historia, desgraciadamente nunca ha sido posible que sea concluido”, señaló Vázquez Pallares en el pasado homenaje a su padre, en marzo pasado.

Pese a las constantes peticiones y llamados de la Fundación Natalio Vázquez Pallares, encabezada por su hija Xuchitl Vázquez Pallares, ha habido oídos sordos. Hasta hace casi dos años, solo llamando a la puerta y solicitando acceso, era como se podía ingresar al lugar, hoy por hoy, no hay forma de entrar y a las afueras solo permanecen como mero adorno las placas develadas  en aquella inauguración

Pero también se debe anotar que no se trata de un olvido de la Secum, sino de autoridades municipales en ese municipio; pues, incluso el presidente municipal, José Misael González, ha divulgado versiones de que la heredera de Vázquez Pallares no quiere que se haga el museo.

Dicho personaje ya ha sido dos veces presidente municipal, y apenas a fines del pasado mes de octubre fue objetivo de un atentado en su contra, cuando fue balaceada su camioneta y uno de sus guaruras resultó herido.

 

Así, la actualidad desalentadora de un espacio que fue de las pocas herencias materiales dejadas por un prominente michoacano, hoy es reflejo del olvido de un sector gubernamental y la codicia de otro más, contrariando así la obra del abogado, activista, humanista y diplomático michoacano.

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