Opinión

La revolución cultural de México… (Despertar Poético)

La revolución cultural de México…

Los mexicanos estamos metidos en un brete, vivimos reclamando identidad y atacamos a los pueblos que nos la dan, vivimos reclamando libertad de lenguaje y vivimos atacando a los habitantes originarios. Los copamos hasta el hartazgo, obligándolos a ser lo que no son, orillándolos a desaparecer. Toda esa idiosincrasia fatalista, agresora, discriminadora viene desde la educación en casa de nuestros hijos, reforzada por el modelo educativo adaptado más para enseñar la historia de los vencedores que nuestra propia historia, aun nos da vergüenza hablar nuestra lengua o nuestras 85 lenguas autóctonas, cuando alguien lo hace fuera de su comunidad es tachado de ignorante o retrograda.

Así somos programados, si alguien nativo de alguna comunidad con raíces muy claras de ser nativo autóctono de esta tierra quiere algún servicio, como pasaje de autobús o avión, todavía es discriminado o sobajado, y los mismos clichés publicitan a los nativos como simples vendedores de flores o frutas en las esquinas o dormidos bajo la sombra de un cactus. Hemos menospreciado a los mexicanos originarios, que por derecho la tierra les pertenece de antiguo. Los nuevos mexicanos nos sentimos diferentes porque así nos han educados en esa diferencia, nos han europeizado; sin embargo, deberíamos dignificar a los nativos originarios por permitirnos vivir en sus tierras, por permitirnos participar de su sincretismo, de su naturaleza, de su cultura, de su cosmogonía.

Ellos son los verdaderos mexicanos, los verdaderos dueños de las raíces e identidad del México antiguo, no del México de la visión de lo vencedores. Todos los demás somos la mezcla de las razas que nos conquistaron violentamente con las razas sometidas, somos la mezcla de lo que quedó de aquellos maleantes que vinieron a descubrir un continente que no necesitaba ser descubierto, pues ya existía. Vinieron a descubrir a otros pueblos que no necesitaban ser descubiertos, que tenían su desarrollo altamente tecnificado y sociopolíticamente más maduro. Lo que les faltaron fueron armas. Los pueblos originarios ya existían en estas tierras y ellos sabían que existían, fueron sorprendidos por la violencia y la tecnología en armas más poderosa que la de ellos.

Los conquistadores, sólo vinieron a imponer su ley a fuerza de muerte, y la impusieron por cientos de años, tiempo en que siguieron poniendo la bota encima del cuello de un pueblo ya subyugado, atemorizado y casi eliminado del planeta, hasta que logró una independencia que tenía trescientos años antes. Independencia de aportar todo el peculio a personajes que ni siquiera sabíamos que existían, que nunca conocieron o vieron en persona y al día de hoy seguimos con la cultura centrada principalmente en culturas europeas, tanto en la enseñanza como en la lengua. No nos hemos podido liberar aún de ese yugo que tanto daño hizo a nuestra gente, tenemos tan acendrada la idiosincrasia, la religión, la lengua y los gustos europeos tropicalizados o adaptados a nuestra tierra, que casi perdemos la identidad para camuflarnos en la nueva, esa idiosincrasia amañada, adaptada a ser simples burros de consumo, tan favorable al mercado voraz que se come todo el esfuerzo del pueblo.

Sin embargo, la contracultura aun en los sótanos está tratando de regresar a las raíces que nos hace seres universales, ¿Qué pasaría si empezáramos a cambiar en una faena de regreso al origen, cambiando la cultura importada por la de nuestros pueblos originarios? ¿Qué los libros de historia empezaran a contar el origen de nuestro pueblo desde antes de la conquista y que les enseñemos a nuestros niños que no nos descubrieron, que sólo nos conquistaron por medio de la violencia? Suena algo simple, lo complicado es cambiarle el panorama a los millones que tienen ya grabado el ideal de que fuimos descubiertos.

Con la historia más cercana a nosotros del origen de nuestros pueblos, la niñez sabría la verdadera historia del fin que traían consigo Cristóbal Colón y sus secuaces, y no era otra que robar el oro de los nativos, jamás de aportar cultura. Sabrían los niños que nuestros antepasados fueron sometidos y nuestro legado destruido casi en su totalidad, tachándonos de idolatras. Mientras sometían imponían un culto igual de idolatra al nuestro, rayando en la incongruencia. Sabrían nuestros niños que la ideología de los conquistadores estaba basada en la avaricia, y que traían en sus genes la idea de las guerras fratricidas, ya tan socorridas por ellos en las cortes de los distintos reinos que conformaban.

Nuestros niños aprenderían que en el México antiguo existían grandes arquitectos que construyeron Teotihuacán, Tula, Cantona, Palenque, Chichen Itza, Tulum, Calakmul, Los Alzati, Tzinzuntzan, Edzná; grandes escultores, como los Olmecas; granes poetas, como Nezahualcoyotl; grandes astrónomos, como los mayas. Que no requeríamos ser conquistados, podríamos haber aportado más a su cultura que la de ellos a la nuestra; que, sin embargo, ya la tenemos inmersa. Así nuestros niños podrán cambiar el ideal del pueblo descubierto a solo ser un pueblo que renació de su derrota y que ha superado al conquistador, saliendo fuerte y renovado desde sus propias raíces.

Todo rasgo de egolatría, avaricia y violencia heredada del conquistador se esfumará con el tiempo, gracias al ensalzamiento del pensamiento de los poetas antiguos, como: Nezahualcóyotl de Texcoco, Nezahualpilli, hijo y sucesor de Nezahualcóyotl, Cacama también de Texcoco, Axayácatl de Tenochtitlán, Macuilxochitl hija de Tlacaélel, Tecayehuatzin de Huexotzingo, Tlaltecatzin de Cuauhchinanco, Cuacuauhzin de Tepechpan, Tochihuitzin Coyolchiuhqui, Ayocuan Cuetpaltzin de Tecamachalco, Xayacámach de Tizatlán o Chichicuepon de Chalco, que una vez renacidos podremos compartirle al mundo lo verdaderamente nuestro.

Aunque sabemos que las bellas artes son universales, al menos empezaríamos por ensalzar a aquellos que nacieron en nuestra tierra y que aportan a la universalidad. Es algo que le debemos a nuestros ancestros, es algo que nos debemos, pues nuestros pueblos originarios nos dieron la base ideológica de amor a la tierra, al pueblo y a su gente. Desterraríamos los egos que la ideología Hispano-Cristiana nos insufló de manera férrea, a fuerza de golpes. Esa ideología retrograda al pensamiento universal, que versa sobre el querer y el poder, el desear y reprimir, el miedo a lo oculto y desconocido para subyugar, debe desaparecer para que volvamos a ser verdaderamente libres.

Los nuevos mexicanos renacerían en el malpaís de la idiosincrasia europeizante españolizada, no tendríamos que matarnos entre nosotros por una simple ideología, una fe, un dinero o una creencia, pues seríamos universales y todos cabrían en esa idea. Seremos el país que fue conquistado y destruido como fue la Alemania Nazi, como fue la China imperialista, como fue la Roma imperial, de las cenizas de esos imperios formaron una nueva cultura, así nosotros los mexicanos debemos de rasgarnos las vestiduras que nos impusieron, tirarlas al fuego renovador, desprogramar la cultura europeizante y empezar con la nuestra, la de la mexicanidad y ser el que lleve la égida.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *