PURA SIMULACIÓN (ARENA SUELTA)

POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS

La simulación, es posiblemente después de la corrupción, una de las características que mas ofenden a la política. Aunque en muchas ocasiones van de la mano, estas dos deplorables conductas, son tan incomodas, como inaceptables, pues atender a actos o conductas en las que la honestidad y la pulcritud son lo ultimo que existen, no tienen su valía.

Es gravoso que se diga una cosa y se haga otra, es improcedente en todos sentidos que se le engañe a la ciudadanía mediante actos o discursos que simulan un orden que no existe, un proyecto que no se conoce o un contexto en el que la realidad supera la ficción de las palabras vanas, dichas, y las acciones que supuestamente mejoraran lo inmejorable.

Resulta tan fácil para los embaucadores lograr su objetivo cuando no hay sapiencia, cuando se vive en la oscuridad de las letras y el conocimiento, o cuando por conveniencia se omite alzar la voz para evidenciar a los que engañan. Por eso vale la pena estar al tanto de lo que pasa a nuestro alrededor, hacer análisis y critica a las y los que con la voz ayudan al pueblo, pero con sus actos lo traicionan.

Sólo por la condición humana, únicamente por el sentido de humanidad, deberían ser juzgados, como en “la letra escarlata”, las y los que mienten, o simulan. De modo que se prevenga a los que les escuchan, de lo que en realidad son y representan. Y aunque es verdad que los tribunales son los que juzgan, o bien la divinidad, lo cierto es que no se merece ni siquiera dar un turno de participación para el habla, a los mentirosos.

La falsedad, no tiene porque convertirse en el pan de cada día de quienes se ostentan como servidores públicos, y debido a que ha sido un mal que ha crecido de manera alarmante entre las y los que se han infiltrado a la función pública, se hace hoy más que nunca relevante la participación de las dependencias encargadas del buen actuar de los burócratas, que no merecen la confianza ciudadana al hacer uso de la mentira envuelta en vistosos paquetes.

Es falso el desarrollo sin conciencia sustentable y es falso el discurso sin argumento en su contenido. Y aunque los elementos de los que se hace uso para engañar constantemente son perfeccionados, más vale que los ciudadanos de a píe estemos tan pávidos como nos sea posible para detectar a esas y esos que nos quieran venir a vender espejos por oro, como en la mismísima etapa del descubrimiento de nuestras tierras.

El uso de la simulación sólo es aceptado en aquellos casos en los que a falta de una nave, se pilota a lo más parecido, o bien para enfrentar temas de inseguridad, cuyos efectos aquejan tanto, que mantienen paralizado a municipios, estados o países enteros.

No hay espacio, ni en lo personal ni en lo público, para los que no son capaces de sostener una verdad, ni para los que no trabajan para la realización de lo que se pronuncia. La palabra en sí encierra una responsabilidad de quien la dicta, el que habla tiene la tarea ineludible de hacer que sus ideas se lleven a cabo. Por eso el tema de hablar por hablar, no es una cosa que quepa en una mente responsable y una voz que se respete.

Decir que se harán las cosas bien, pero no contar con las herramientas, ni trabajar para que eso suceda, es una vil mentira, que comienza con la simulación, y esa jareta es algo que por fortuna tarde o temprano se caerá; sin embargo, en muchas ocasiones se deja avanzar tanto al simulador que la afectación es alta e incluso grave. Debería erradicarse de las prácticas cotidianas el engaño, pero debido a que eso no es posible, debemos evitar el contagio, la presencia en nuestro ser y en nuestro entorno de esta condición, incomoda, reprochable e insana.

Mantenernos serenos y tomar las cosas de quien vienen, podría ser una de las primeras ideas a considerar, para no ser presas de las mentiras o las verdades a medias. Nadie merece tener un amor simulado, un amigo que simula o representantes impostores de la verdad, y aunque eso pudiera ser inevitable, lo que si esta dentro de nuestro control es reconocer y dar las vueltas que sean necesarias a estas indeseables compañías.

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