¿Si se cumplen los sueños? (Despertar de la tierra)

¿Si se cumplen los sueños?

He soñado con movimientos de la tierra, he soñado con temblores, las cosas cotidianas moviéndose, las casas mal construidas por la pobreza y la ignorancia caer, autos moverse y yo impertérrito, aceptando una realidad que ya nos llegó, aceptando las consecuencias de algo que no está en mis manos controlar, caminar fuera de una construcción que presumía grietas y al punto del colapso, veo las paredes fracturadas en color adobe, veo adobe y tabique sobrepuestos en muros que acusan recibo, camino hacia el auto, abro la cajuela y empiezo a colocar y algo de comida y de pronto me paro mirando al horizonte haciendo memoria de los días pasados, recientes, cuando el temblor del 17 de Septiembre de 2017, en un piso 14 de un edificio construido con las nuevas normas en seguridad, guiadas por un nuevo reglamento, con buena calidad en los materiales y un proyecto muy eficiente me sentí seguro arriba, pero me preocupó de otra manera, no el hecho de que se fuese a caer desde luego, estaba bien cimentado, sino que en era el inicio de una serie de eventos que se estaban acumulando rápidamente, hacía poco había temblado en Oaxaca y desde allí no ha dejado de hacerlo y no deja de hacerlo a la fecha, el mundo empezaba a temblar, el mundo empezaba a notar que no todo estaba bien,  algunos nos cambió las idas, algo nos movió de un lado a otro, me sentí inestable, sentía que el piso se nos venía abajo, no podía sostenerme en pie, los embates me lanzaban al suelo, y reaccionaba tembloroso, y recordaba que cuando terminó el temblor, bajar los 14 pisos por la escalera de servicio fue un suplicio, de por si teníamos las piernas hechas hilachos por el nerviosismo más la bajada de la escalera más el ejercicio previo de un simulacro me hicieron sentir vulnerable, ya en el piso, ver hacia arriba y pensar que en ese edificio se estaba mejor arriba que abajo me hizo sentirme tranquilo, mientras las personas a mi alrededor nerviosas esperaban noticias de sus familias, de sus amigos, noticias de toda la república donde podría haber sucedido el evento, un par de horas después nos dirigimos a nuestros hogares, tranquilos de estar con vida, las noticias empezaban a llegar a cuentagotas, imágenes de edificios caídos, y reportes de personas muertas, la tristeza empezó a invadir semblantes, cientos de personas esperaban tener noticias de familiares y amigos, el mapa de daños empezó a configurarse, se dibujó la zona lacustre, aquella zona antaño lago de agua, ahora lagunas de concreto y asfalto, desaguadas por el gran canal del desagüe, desangrado el lago empezaba a señalarnos su límite, los linderos por donde los aztecas habían establecido sus primeros campamentos, estas señales eran el mapa trazado por los daños, por la cantidad de edificio caídos, dentro de ese límite y dentro de la huella del lago estaban los que sufrían, los que vivieron el horror de quedarse en el desamparo y lo que murieron, mientras la ciudad, aquella que no sufrió como un servidor, que estaban en construcciones eficientes empezamos a vivir nuevamente como si el evento hubiese sido aislado, todo sucedía normal en nuestro trajín diario, menos el estado de ánimo, que se sentía frustrado, decaído, y presto a ayudar al caído, lo mismo sucedía con los miles de personas que a mi alrededor caminaban o circulaban en sus autos, todos prestos a ayudar, amables, predispuestos a la empatía, en esos días las personas a nuestro alrededor en la enorme ciudad de México se volvieron nobles y amables, los días aquellos violentos, y de mala educación desaparecieron en la desgracia, el hombre en la desgracia se siente solidario y más cuando la desgracia no te cae a ti por supuesto, algo se había movido en las conciencias, algo los había hecho reaccionar de buena manera, comprobando que el hombre es bueno por naturaleza, malo por elección, después del sismo, los políticos demostraron que son solo ornamento que no son solidarios, que no son parte de un pueblo al que exprimen para vivir, la naturaleza en la tierra hacía surgir la naturaleza humana, en poco tiempo, escasos ocho meses la cadena de sismos se activó en todo el anillo de fuego y despertaron los primeros volcanes, allí es donde mis sueños empezaron a preocuparme, ver o sentir que tus pensamientos se estaban conjuntando con una realidad y que esta última los esté rebasando no es algo normal o natural, porque no estamos acostumbrados a que la naturaleza nos demuestre que el hombre es solo un viajero más y que debe cumplir ciertas reglas, y aquellos que no siguen el libreto tendrán que salir de escena, así Japón, Hawái, Irak, México, Chile y zonas insulares han comprobado esto, los sueños de una tierra molesta, los sueños de un hombre maltrecho por sus propios actos, los sueños de justicia divina se están cumpliendo, más valdría no haber soñado, más valdría no haber imaginado a una tierra justiciera, sin embargo, los sueños son solo eso: sueños, un afianzarse a una realidad que está al lado, el sueño es la ilusión de que los problemas se resolverán porque se les hace caso, mientras seguimos por la vida aceptando lo que vendrá, la tierra sacude Hawái e Irak, sacude la Ciudad de México, sacude el Golfo de México, sacude en los lugares no comunes, y después de varias sacudidas el siguiente paso son las fracturas, aparecen en Kenia África, aparecen grietas en Perú, Aparecen grietas enormes en Nueva Zelanda, y ahora en la Ciudad de México, el mundo se fractura, se recompone, está a punto de enseñar su nueva cara, no quiero soñarlo, tendrán que soñarlo las nuevas generaciones, la nuestra es la del cambio, la generación que ha aprendido a tolerar y a adaptarse y tendrá que hacerlo mientras pase el ciclo de movimientos que tiene la tierra.

 

 

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