Opinión

Una década del hecho que cambió panoramas en Michoacán

Sin distinciones de ningún tipo, un hecho cambió el panorama a todos hace una década, en cosa de minutos el rostro se le transformó para siempre a Michoacán y se iniciaría una etapa nueva. El 15 de septiembre tiene sabor agridulce en Michoacán, pues el festejo patrio tiene esa dolorosa sombra del primer ataque terrorista del País.

Cualquier edad, sexo, ocupación, estrato social o grado académico, sean nacidos o no en Michoacán o aunque sólo sean habitantes de México. Todos primero se vieron aturdidos, consternados y conmovidos con los hechos de esa noche del 15 de septiembre.

Pero también a todos les han llegado las consecuencias del infame acto que cimbró la capital Michoacana.

EL INSTANTE DE LA DESGRACIA

Se conmemoraban 198 años del inicio de la guerra de independencia, una fiesta que reunía a decenas de miles en el corazón de la capital Michoacana, y es que en el estado este festejo tiene un singular sabor, pues en Michoacán fue donde se dio el primer intento de un movimiento de independencia, además de que aquí fue donde se conocieron Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón.

Durante la celebración de la ceremonia del grito de independencia, de ese 15 de septiembre de 2008, eran poco más de las 11:00 de la noche y apenas terminaban las arengas patrias por parte del entonces gobernador Leonel Godoy Rangel, cuando al empezar el repique de campanas, una explosión irrumpió el fervor de la noche, para instantes después llenar de miedo y confusión a la muchedumbre.

Dos granadas de fragmentación fueron lanzadas entre la multitud de casi 30 mil personas, que se concentraba en la zona centro de la capital michoacana.

Primero la de la Plaza Melchor Ocampo, a un costado de la catedral y casi enfrente del Palacio de Gobierno, donde Godoy Rangel ondeaba la bandera y repicaba la campana.

Pero momentos después  en el cruce de la Avenida Francisco I. Madero Poniente con la calle Andrés Quintana Roo.

En los actos, tres personas murieron instantáneamente y posteriormente, a consecuencia de sus heridas, otras cinco también dejaron de existir. A este saldo se suman 132 personas heridas, varias de ellas perdieron extremidades a consecuencia del daño de las esquirlas en sus cuerpos.

El primer estallido causó confusión, muchos de los asistentes no supieron exactamente de qué se trataba, primero con el ensordecedor estallido, y después el olor de pólvora quemada que se mezclaba con el de sangre.

Poco a poco se retiraron y la dramática escena se reveló ante los ojos de todos, decenas de personas ensangrentadas pedían ayuda y la movilización de los cuerpos policiacos y rescatistas inició.

A los pocos instantes un segundo estallido se escuchó a unas cuadras al poniente de ese lugar, una segunda granada había sido lanzada.

OÍDOS SORDOS

No se debe olvidar que los gobiernos del ex presidente Felipe Calderón y del ex gobernador Leonel Godoy ignoraron entonces información que alertaba sobre el ataque con granadas contra la población civil.

Documentos oficiales del Centro de Comunicaciones, Comando, Cómputo y Control, del gobierno de Michoacán, detallaron cinco amenazas de atentado que fueron recibidas entre el primero y el 12 de septiembre a través del Servicio Telefónico de Emergencias “066”, pero fueron ignoradas por las autoridades estatales y federales.

El acto fue registrado cómo el primer ataque terrorista perpetrado en el país, incluso se acuñó después el término “narcoterrorista”, pues los grupos del crimen organizado se adjudicaron este hecho.

CONSECUENCIA DE UNA GUERRA

Mucho menos puede pasarse por alto que este acto era consecuencia de la “guerra contra el narco”, que había sido declarada un par de años antes por el entonces presidente de la república, Felipe Calderón Hinojosa. Sí, ese que había asegurado que a Michoacán le iba a ir “muy, pero muy bien”.

Existen informes oficiales de la Secretaría de la Defensa Nacional, en los que se detalla que entre el 12 de diciembre de 2006 y el 18 de marzo de 2017  -última fecha del documento con estos casos-, 56 miembros del ejército perdieron la vida en esa “guerra” dentro de territorio michoacano. Concretamente en 25 de los 113 municipios.

Uruapan es el sitio con más fallecimientos de miembros de la citada dependencia federal, al registrar 13, por sí solo el 23.2 por ciento del total. Sin embargo, se debe prácticamente a la caída de un helicóptero, donde viajaban en un traslado de Zitácuaro hacia Uruapan, el 18 de marzo del 2008, en sus labores de combate al narco.

La aeronave, una Bell 212, matrícula 1415 de la Fuerza Aérea Mexicana, sufrió falla mecánica y al final se desplomó en el ejido Santa Rosa, de la geografía uruapense. Murieron 12 militares.

En Carácuaro hubo cinco defunciones en el referido periodo, lo mismo en Zamora. Cuatro más en Apatzingán; tres en Queréndaro, también por percance de un helicóptero, esa ocasión el 2 de octubre de 2009 en el Cerro Garnica.

Dos en Huetamo, Aquila, La Piedad, Tepalcatepec, Tancítaro y Yurécuaro. Una en Parácuaro, Penjamillo, Lázaro Cárdenas, Morelia, Buenavista Tomatlán, Zitácuaro, Venustiano Carranza, Salvador Escalante, Tangamandapio, Tiquicheo, Ocampo, Peribán, Jungapeo y Coalcomán.

Esto sin contar los cientos de decesos de civiles inocentes que han sido víctimas en ejecuciones de diferentes formatos en todo el estado.

¿QUÉ FUE DE LAS VICTIMAS DEL HECHO?

Algunos de ellos se quedaron sin trabajo y otros padecen aún de estrés postraumático. Hombres, mujeres y niños que perdieron la movilidad de alguna parte de su cuerpo e incluso, sufrieron la amputación de una pierna o un brazo. Por si fuera poco, hay quienes también perdieron para siempre a un ser querido.

La investigación oficial de este caso, a cargo de la Procuraduría General de la República (PGR), acumula años empantanada. Las personas a las que en su momento detuvo y acusó ante los medios de ser las responsables, terminaron en libertad. Pues fueron torturadas para declararse autores del ataque.

Como no hay culpables sentenciados, tampoco hay responsables a los que un juez pueda exigirles que reparen a las víctimas el daño causado. Las pifias de PGR no sólo tambalean el caso, sino con ello el reconocimiento legal de los afectados.

Las instancias que el Estado tiene para apoyar a las víctimas: Comisiones de Atención Especializada, a nivel nacional y local, no se acercaron a los afectados para ofrecerles el beneficio de una indemnización integral o de reparación. En algunos casos, sólo les han ayudado con alguna pensión, medicamento o beca. En otros, ni eso.

PERO ¿QUÉ CAMBIÓ DESDE ENTONCES?

Además del recrudecimiento de la violencia en todo el país, es evidente el cambio de un entorno al visitar el festejo de grito de independencia en Morelia, pues la cantidad de gente es mucho menor a la acostumbrada y se genera un extraño ambiente de festividad combinada con un luto que permanece.

A partir de ese atentado, las revisiones para eventos masivos, como este o el desfile en honor a José María Morelos y Pavón, se extremaron a una medida en la que incluso los niños son revisados al ingresar a las zonas donde se realizan las ceremonias.

La de por si existente fama de Michoacán como un sitio violento, se exacerbó con estos atentados. Es raro que en un 15 o 16 de septiembre, en otros estados los michoacanos no sean cuestionados sobre este atentado. El recuerdo se asoma.

La sensación de inseguridad entre los habitantes del estado se acentuó,  incluso, cinco años después de los atentados, se vino también como consecuencia de la violencia, el nacimiento de los grupos de autodefensa.

La lucha de los cárteles por ciertas plazas o zonas tomó una tonalidad más sombría en sus actuares a partir de este hecho, y desde entonces el seguimiento a los delitos cometidos en el marco de estas disputas, se siguen con cierto detenimiento.

El estudio de protocolos de emergencias es más detallado en las corporaciones policiacas y de emergencias, mientras que los llamados en las líneas telefónicas de emergencia son revisadas con mayor atención para su respectivo reporte.

 

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