“Don Fer”, el conserje, el carpintero, el padre de familia

Zitácuaro, Mich.- Comerciante toda su vida, conserje, carpintero, padre de familia, fueron algunas de las facetas que tuvo don Fernando Mandujano Bucio, quien laboró en las primarias “18 de Marzo” y en la “Eva Sámano de López Mateos”. Se distinguió por ser un hombre servicial, de buen carácter y sobre todo muy sociable, con todo mundo tenía buena relación.

A 17 años de su partida, hoy recordamos un poco la vida de Don Fer, como popularmente se le conocía, quien desde su niñez fue comerciante en el interior del mercado “Melchor Ocampo”, vendía productos de ferretería y mercería, oficio aprendido de su padre.

Cuando estuvo de intendente en la escuela primaria “18 de marzo” también dio clases sobre carpintería a los alumnos de esta institución. Su estancia en dicho centro educativo duró seis años, de 1982 a 1988. Debido a que siempre estaba ayudando en los quehaceres de la escuela, en el receso también colaboraba en la cooperativa que tenía su hermana Raquel Mandujano.

Para aquellos años (década de los ochentas) llegaba la hora del receso, momentos en los que se acostumbraba a poner una canción instrumental en un tocadiscos que se escuchaba en toda la escuela; instantes después, ya en los patios de la escuela, todos los chiquillos y chiquillas salían corriendo de sus salones, unos más se iban directo a la cooperativa para pedir su tacos, tortas o refrescos. Algunos más realizaban diversos juegos o simplemente salían a caminar para aprovechar la media hora de aquel receso.

A un lado se encontraba don Fernando ayudando a su hermana, se sentaba en un banquillo y comenzaba a despachar refrescos, para ello tenía en sus manos un destapador; mientras que los niños le decían “deme un refresco Don Fer”, sus manos era rápidas y atendía a todo mundo. No faltaba el maestro o maestra que le pedía algún favor o solicitud por pequeña que fuera. Don Fer era el buen mozo de la escuela.

Su don de gente le valió la amistad de la plantilla de maestros de aquella escuela primaria. Tan es así, que esta relación le permitió contactar a la maestra Clara Ortega Meyer, quien le ayudó a tramitar su plaza federal como intendente. De esta forma se convirtió en el primer intendente federal en la escuela primaria “Eva Sámano de López Mateos”, y su trabajo en esta institución duró 19 años. Posteriormente a su partida llegó su hijo Rafael Mandujano Mendoza, quien hasta la fecha tiene 17 años de intendente.

Mientras por las mañanas era comerciante, por las tardes se iba a la primaria a realizar sus labores de intendente. “Gracias a la enseñanza de él, varios de nosotros somos comerciantes y sabemos trabajar honradamente, más que nada. Hay muchos que son comerciantes, pero que no saben valorar el servicio que podemos dar a la gente y ellos el servicio que nos dan a nosotros para subsistir económicamente”, indicó Rafael, hijo mayor de don Fernando.

Uno de sus pasatiempos predilectos de Don Fernando fue la practica de los juegos de azar, entre ellos domino, ajedrez y baraja, pero no lo hacia con el fin de obtener ganancias económicas, sino como un pasatiempo para combatir la rutina diaria.

Una de sus cualidades es que era muy paciente, era un ser humano con mucha tolerancia, sin embargo también llegaba hasta un límite, y a sus hijos les inculcaba buenos principios, que siempre fueran rectos, honrados y capaces.

La familia Mandujano Mendoza siempre practicó la religión católica, debido a que sus abuelos y antecesores siempre profesaron las creencias católicas.

Fernando Mandujano nació en Zitácuaro en el año de 1932, se casó con Carmen Mendoza Cruz, originaria del municipio de Jungapeo. De su matrimonio tuvieron 15 hijos, de los cuales 12 sobreviven.

Falleció el 26 de marzo de 1999 por complicaciones de salud, ya que durante casi 20 años estuvo enfermo de diabetes, padecimiento que fue minando su fortaleza, su estado físico se fue deteriorando poco a poco, hasta que finalmente murió.

Vaya a través de estas líneas un reconocimiento al señor Fernando Mandujano Bucio.

Hasta la próxima a nuestros distinguidos lectores de El Despertar.

 

 

 

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