Adán Martínez García

Zitácuaro, Mich.- Su vida, como cualquier ser humano, ha estado llena de momentos agridulces. Hace más de 10 años un vehículo le pasó encima dejándole fractura triple en su pierna, luego le pusieron algunos tornillos o clavos para poder unir sus huesos, sin embargo ya jamás volvió a tener una vida normal. Ahora, a sus 85 años, cuando hace mucho frío le afecta a su cuerpo. Además de padecer diabetes se siente solo y en muchas ocasiones sin nadie con quien platicar.

El señor Adán nació en la población de Camémbaro, rumbo a la colonia Nuevo Amanecer, aunque no escucha muy bien todavía comprende lo que sucede a su alrededor, reconoce a la gente y recuerda con buena memoria su vida pasada.

Aunque tiene casa en una ranchería del municipio llamada Loma Larga, reconoció que no puede andar, por lo que vive en la actualidad al lado de su hermana Gloria, quien tiene su casa sobre la calle de Artíllería poniente, casi esquina con Manuel Doblado sur.

Adán Martínez recuerda que se dedicaba a las labores del campo, sembrando maíz, así como amansar animales. Señala que también en algún tiempo trabajó junto a su hermano en el cuidado de las colmenas, en el oficio de apicultor.

En otra época también se subía a manejar tractores en las actividades de la agricultura; no sólo aquí, en Zitácuaro, sino en otras ciudades, como Tampico, Veracruz. Además de algunas otras regiones del estado, como la tierra caliente.

Hace algunos años, el chofer de una combi iba manejando y en un momento dado no pudo controlar su unidad y además de llevarse el poste de luz, también le pasó encima a una de sus piernas, dejándolo lesionado y en mal estado a don Adán.

Fue un día de malas, ya que Adán se encontraba arriba de la banqueta, sin embargo marcó su vida. Al continuar con la charla hace una pausa, luego se levanta su pantalón para mostrar las cicatrices de su pierna, de aquel terrible accidente.

También se puede percibir que de sus ropas proviene un fuerte olor a orines, luego se le pregunta que si se baña, a lo que responde inmediatamente que sí. Pero una enfermedad le aqueja, llamada diabetes; la cual le provoca continuamente que se orine, pues no alcanza a llegar a su casa, porque le duelen sus huesos.

Además siempre le gusta estar sentado en la esquina de su actual hogar, la casa de su hermana, ahí quizás se entretiene viendo pasar la gente y los coches.

“Yo no puedo andar por allá, está muy feo, por eso  estoy aquí arrimado con mi hermana, pero yo trabajé de operador, manejando máquinas; pero me tocó la de perder, ¿qué voy hacer joven?, a tener paciencia y lo que el Señor diga, porque él es el único, mientras que él diga, si diga vente. Me han pasado cosas, me andaba matando en un tractor (también), mire esta mano, me la andaba rebanando, haciendo palillo para las paletas en una sierra”, explicó Martínez García.

“Como le digo, yo manejaba máquinas, tractor, barbechando, para surcar, para sembrar, escardar el maíz. Ahí el licenciado Salazar que se dio cuenta, con él duré veinte años, con don Juan Salazar dure 20 años trabajando (también), arriando las yuntas, arriando los caballos, después a manejar tractor. Como sabía manejar tractor, barbechaba las tierras con la máquina. Duré treinta años manejando tractor, ahí para Veracruz, ahí para abajo (Tierra Caliente). Vamos, tengo uno nuevecito para que vayas a trabajarlo (un tractor), pero no puedo, no puedo caminar. Yo le pongo más de diez años que me machucaron”, explicó el hombre.

Hace algunos años tenía una tienda de abarrotes en Loma Larga, llegó a tener hasta cinco hijos, dos varones y tres mujeres. Hoy las condiciones ya no son las mismas para don Adán, su esposa ya falleció y tiene poco contacto con sus hijos.

Ahora mira pasar a la gente, se apoya de un bastón para poder caminar, tiene un sombrero para cubrirse de los rayos del sol y se pone contento y entusiasmado cuando algún caminante se queda con él a platicar.

Algunas personas también se compadecen de aquel hombre y le llevan unas tortillas calientes o alimentos, como las vecinas de la tortillería de la esquina que todos los días lo ven sentarse en la banqueta. La vida de don Adán es de recuerdos y con gusto los comparte con quien se sienta a su lado a platicar.

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