El sueño de un país justo y democrático, Francisco Álvarez Díaz

Zitácuaro.- “Acaso toda revolución es esencialmente un acontecimiento épico en el que un pueblo unido se levanta contra la tiranía en decadencia. Pero enseguida se convierte en un acontecimiento trágico, cuando la revolución se vuelve contra la revolución, el hermano contra el hermano”: CARLOS FUENTES.
De ésta manera comenzó su discurso el Doctor Francisco Álvarez Díaz, quien fue el orador oficial en la celebración del aniversario del inicio de la Revolución Mexicana. En su oratoria Álvarez Díaz recapitula las causas que motivaron a un movimiento armado hace 108 años y la manera en que las nuevas generaciones lo han olvidado.
Muestra de manera clara la podredumbre que existe en el régimen político, menoscabando a una sociedad olvidada y ávida de justicia. “Cuando los guardianes del orden se vuelven contra su pueblo, en lugar de velar por el derecho Constitucional a la seguridad de los ciudadanos y cuando por omisión o negligencia se favorece la ilegal e inhumana justicia por mano propia”, apuntó en su escrito Francisco Álvarez.
Al leer su razonamiento nos orienta a pensar ¿Qué nos pasó como sociedad? ¿De dónde salió tanta indolencia? ¿En qué momento el gobierno se empoderó tanto que se olvidó de la gente aplicando la justicia de una manera absurda? En lo que califica como un régimen caduco, donde la frase “mátenlos en caliente” no es sinónimo de cinismo, sino de eficaz pacificación, la paz de los sepulcros, dice.
Álvarez Díaz dejó entrever que los actuales gobernantes han utilizado la bandera de los héroes que nos dieron patria para utilizarla en sus discursos de cada seis años, prostituyendo la revolución, simulando que la invocan.
“Revolución que vive en la cínica evocación de una clase gobernante que va generando nuevos ricos, nuevos poderosos, que con urgencia se apoderan de los medios de producción en el campo y en la fábrica, administradores corruptos del dinero de todos. Una casta empoderada en la legitimidad de un partido político que rápidamente olvidó principios para enriquecer a sus incondicionales”.
El exponente trata de explicarnos que la democracia se percibe por los propósitos del gobierno, reprendiendo el actuar de los legisladores que han abierto la puerta para menoscabar los derechos de los trabajadores con reformas laborales que los dejan derrotados ante las políticas capitalistas al servicio del dinero, donde el hombre es fuerza de trabajo desechable.
Así mismo reprochó la corrupción en las cúpulas de poder para empoderar a un grupo de políticos en el sufragio efectivo, que busca ser realidad en instituciones cada vez más y más caras. “La no relección ya no es bandera, cuando las cámaras la hicieron legal y posible. Corresponde ahora a los reelectos hacernos saber con hechos que el legislador no se equivocó -otra vez- en ese deseo protagónico de promulgar leyes y leyes que no encuentran sustento en la realidad”.
La profundización en el tema lo llevó a hablar de la alternancia en el poder que no dio los frutos esperados, señalando a los chapulines políticos que van de cargo en cargo, subastando ideologías de ocasión, llevando por ideal el enriquecimiento personal, el poder concentrado en la camarilla gobernante.
Francisco Álvarez Díaz evoca que la democracia no evita la existencia de ricos y pobres, pero existe una sociedad que va trabajando por un país más justo, solidario y equitativo, aunque al sistema político quebrante los derechos constitucionales más simples como el trabajo y la salud.
“Sobrevive el anhelo de libertad y justicia, sobrevive la utopía inalcanzable, cuando parece que se llega a ella para alejarse otra vez, y que sin embargo nos impulsa a seguir caminando en la senda del trabajo a favor de una sociedad más justa, que dé a cada quien lo que le corresponde, que permita el desarrollo de todas y todos los mexicanos a través de la Instrucción y en la Igualdad de oportunidades”.
El Doctor Álvarez señala cómo un errante y mediocre el progresismo empoderado en un pequeño grupo, encamina al pueblo hacia el abismo, ante la falta de entendimiento por parte de la sociedad, que ningún movimiento político puede ni debe definir la trayectoria de la felicidad colectiva.
“Cuando los guardianes del orden se vuelven contra su pueblo en lugar de velar por el derecho constitucional a la seguridad de los ciudadanos y cuando por omisión o negligencia se favorece la ilegal e inhumana justicia por mano propia”.
“Cuando el poder económico y el político en feliz amasiato se convierten en depredadores, en busca del beneficio personal y de sus familias. Tres generaciones: abuelos, padres e hijos florecen a la sombra de una Revolución traicionada”.
Finalmente dijo que únicamente en ésta batalla cotidiana podemos afirmar que la tortura, la prisión y la sangre vertida en nuestro suelo no fueron inútiles sacrificios de todas esas mujeres y hombres que cada año, en este aniversario, recordamos luchando contra la dictadura y sus aliados en el sueño de un país más justo y democrático.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

A %d blogueros les gusta esto: