CIUDADES QUE RESPIRAN

Por Jorge Humberto Flores Romero

Suena la alarma del despertador a las 5:00 AM, en la oscuridad de su modesto cuarto, Estela se incorpora, prende la luz y se talla vigorosamente los ojos, finalmente despierta al sentir cuando el agua tibia del baño a jicarazos recorre su cuerpo, escuchando cómo cae al piso de concreto de su vivienda. Estela contempla a través de los sucios cristales del camión el interminable paisaje de lomas pobladas por grises casas de cemento en Ecatepec, casi tres horas le toma llegar al salón de belleza en Lomas de Reforma donde trabaja. La cálida luz del atardecer cae sobre su cansado rostro y en su mente aún resuena el programa de radio que menciona que Ecatepec se ha convertido en primer lugar de violencia y muerte para las mujeres. Flashback amargo de sus vivencias pasan rápidamente por su mente al descender de la estación de Indios Verdes, ríos de gente pasan frenéticamente a su alrededor. Los perros ladran por la noche al pasar Estela caminando lentamente en las oscuras y solitarias calles empinadas de Ecatepec, al regreso de su larga jornada de trabajo diaria y cinco horas en el tráfico, al fin camino a casa y preguntándose si algún día podría cambiar su vida.

                Así retrata la triste belleza de lo cotidiano Luciana Kaplan en su documental Rush Hour, una gran reflexión acerca de la movilidad en las metrópolis, lo cual nos permite preguntar: ¿Qué oportunidades brinda la post-pandemia, en relación a la movilidad en nuestras ciudades Latinoamericanas y cómo impacta a nuestra salud?

                Los datos indican un impacto ambiental positivo en la reducción de la polución del aire en muchos lugares del planeta, especialmente en las ciudades, durante el encierro de la actual pandemia COVID-19; pero mientras la gente está regresando al trabajo, con una sensación de inseguridad al usar el transporte público, hay un gran riesgo en el enorme incremento del uso del auto y de la polución provocada, que suma a nivel global casi 9 millones de muertes prematuras por esta causa, aunado a la reducida actividad física y a los accidentes viales.

                Con el distanciamiento social, los riesgos de contagio impactan de manera diferente en los diversos modos de movilidad, nos indican que la movilidad peatonal y la bicicleta son los que representan el menor riesgo de contagio, además de tener un efecto positivo en el espacio público, en la salud y en el ambiente. Si bien, aunque el auto representa un riesgo de contagio bajo, impacta negativamente en el espacio público y en el ambiente, ubicándose al final el transporte público con un riesgo de contagio alto y un mediano efecto en la salud y en el ambiente. Ante este escenario es necesario redistribuir el espacio destinado a la movilidad, es decir, reducir la dependencia del carro y moverse hacia un transporte activo y público, que nos conducirá a ciudades más verdes, como actualmente lo están haciendo metrópolis como Barcelona, París, Milán, Londres o Bogotá.

                La ciudad de Barcelona es un buen ejemplo de movilidad alternativa: la capital cuenta con el modelo de “supermanzana”, el cual implica el cierre al paso de vehículos motorizados en varias manzanas, permitiendo así en las cuadras internas solamente la movilidad peatonal y en bicicleta. Este re-diseño urbano contribuye a las siguientes reducciones: del 20% en el uso del carro, del 25% en polución del aire y ruido y del 20% de la temperatura en las calles. Por si fuera poco, genera una vida pública más activa y más verde en las calles; sumando los favorecedores efectos económicos de cerrar calles al tráfico motorizado, con un impacto positivo en los beneficios ambientales y de salud, con estos indicadores alrededor de 667 muertes prematuras pueden ser evitadas. (según datos de ISGlobal).

                Otro gran ejemplo lo impulsa la alcaldesa de París Anne Hidalgo, quien planea dividir la metrópoli en ciudades más pequeñas y propone “la ciudad de quince minutos”. Esta innovadora propuesta parte de la noción de proximidad medida en tiempo, y que privilegia el caminar o andar en bicicleta, y permite el acceso a lo esencial: habitar, trabajar, aprovisionar, salud, educación-cultura y ocio, al acceder a todos los servicios sociales dentro de un rango de 15 minutos. Todos los otros viajes son voluntarios, así se cambia de la movilidad obligatoria a la movilidad escogida, un gran reto el redescubrir la proximidad para la capital francesa y sus alejados barrios.

                Estos modelos innovadores de ciudad contemplan esquemas de movilidad activa y saludable, y apuestan al fortalecimiento de la infraestructura para peatones con banquetas más anchas que permitan mantener la sana distancia y espacios más vivos, verdes e inclusivos, lo que a su vez impulsa el caminar las ciudades. Estos casos demuestran la capacidad resiliente de estas nuevas sociedades post-pandemia que seguramente modificarán la manera en la que nuestras ciudades son diseñadas, al anteponer la salud de las personas que viven en ellas. Y nos hacen darnos cuenta que nuestra ciudad necesita fortalecer y apoyar las nuevas inversiones en infraestructura ciclista que permita incorporar al gran porcentaje de personas que no se sienten seguros al utilizar la bicicleta para sus desplazamientos cotidianos, por falta de una infraestructura adecuada que les brinde seguridad y acceso igualitario, características fundamentales para darle a la bicicleta el protagonismo que se merece y que permita transformar a nuestras sociedades y respirar a nuestras ciudades.

*Jorge Humberto Flores Romero, colecciudad@gmail.com

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