Arena Suelta

ARENA SUELTA  

POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS 

LA MINISTRA QUE SE ROBÓ LA TESIS 

Los grandes males que afectan al país, han alcanzado niveles insospechadamente más altos. Si bien es cierto que el lema que hizo triunfar al actual presidente de México al cargo que ahora tiene fue el de acabar con la corrupción, cómo es que ahora mismo México tiene a una ministra de la Suprema Corte de Justicia que ha sido claramente señalada por plagio. 

No se puede comprender que un juzgador, un profesional del derecho, sea el primero en faltar a la justicia. Como lo ha hecho la ministra que copió tal cuál su tesis para titularse. Tal vez esperaba que como lo ha dicho, no hace mucho, el hombre más rico de México: las tesis no importaran, no valieran nada o se omitieran, y entonces, no habría problema entre hacer o no, o copiar, plagiar y robar el trabajo de otro. 

No a lugar para mantener en el cargo a quien llega mintiendo a los cargos públicos, ya sea por elección o por supuesta confianza, aunque esa sea una práctica común en la vida política de una república que mantuvo en el poder a un partido que saqueó al país, con medios de comunicación poderosos que crearon y pusieron presidentes de la nación. 

No hay espacio en la vida pública para los que mienten y aun así siguen repitiendo en los cargos, y que no conforme con eso meten a vivir de las arcas del erario público a toda su familia, es más todavía peor, se enquistan en los cargos públicos y hacen alcaldes, diputados o hasta senadores a sus hijos, sus nietos, sus esposas y hasta a sus amantes. 

Qué tipo de personas aceptan que los representenesas y esos que no han dado resultado, los que se han enriquecido con el sudor del pobre. Cuál es el carácter de la gente de una nación que no vota por la persona buena, justa y honrada, sino por el que le da una cobija o una despensa que le dura una semana o un mes y que por años le sigue teniendo pobre y con hambre. 

No puede ser posible que se siga consintiendo más desfalco y más ataque a la moral pública. Esperemos que la madurez política y la conciencia social impida que se venda el voto; y que, en sí, la democracia sirva realmente para lo que debe servir, es decir, para tener a los mejores gobernantes, en todos los niveles. Considerando que la vida es corta y efímera, hemos de hacer los cambios desde ya, ahora que tengamos que elegir al representante del grupo, al de la manzana, la colonia o el barrio. 

La controversia entre sí estamos mejor, seguimos igual o vamos peor con el nuevo partido en el poder, se queda corta frente a los desafíos que sólo cada conciencia podemos razonar y enfrentar, y es que si no se trabaja no se come, sino se madruga y se trabaja te quedas sin empleo, si estudias no se garantiza que vivas de lo que estudiaste o si estas capacitado no se garantiza que desempeñes eso para lo que eres bueno. 

Al seguir sosteniendo en los cargos públicos a los compadres, a los familiares, o mantener como aviadores o nóminas secretas a quienes no hacen más que ir a firmar por poca o mucha cantidad, se sigue viviendo en lo desleal, en la trampa, en lo chueco, en la corrupción, de la que algunos creen que se benefician, pero sólo contribuyen a que en el futuro los niños y jóvenes nos juzguen como lo que siempre hemos sido, al ser parte, o al no decir nada: cómplices. 

Alguien tiene responsabilidad de lo que está pasando en el país, y aunque es muy fácil hablar por todos, o señalar al pueblo, ahí están los poderes, ahí siguen las instituciones en las que muchos creemos, porque se lograron a base de lucha, porque se crearon para atender las demandas sociales, y ahí deben estar los que tengan la capacidad intelectual y humana, que permita que se acceda a la paz, la seguridad, los derechos y la justicia. 

No es posible que, entre la SEP y la UNAM, no se hagan una, para que con carácter de autónoma se le diga a una ministra: usted robó las ideas de otro, y por lo tanto se le retira su título. Pero claro, hay miedo, y cuando se teme se nubla todo, pero por su cobardía, el mundo sigue viendo a nuestra nación como el lugar en el que se puede llegar al más alto tribunal mintiendo, en donde no hay calidad moral ni ética para defender a los ciudadanos, que están a merced de quien no tiene conciencia o si la tiene la dejó abandonada o encargada en algún lugar de cuyo nombre no ha de acordarse.

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