Arena Suelta

ARENA SUELTA

POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS

C O N Ó C E T E

La aceptación es tal vez el principio más grande para poder trascender, pues nadie que no se conozca ha de ver el otro algún tipo de afecto o cosa buena. Cuando sabes quién eres, más allá del nombre, el apodo o tus rasgos, estás del otro, lo que significa que también se ha logrado un paso en la madurez personal.

El proceso de cada persona, para conocerse es diferente, y ocurre en distinto tiempo, y siempre se tienen que superar una serie de obstáculos para ir madurando, y logrando con ello, saber de nuestras capacidades y de los límites que tenemos, de lo que nos es posible y de los impedimentos para realizar algo.

Todo sujeto que no mide su potencialidad, está en riesgo de no lograr los objetivos que se platea, o por lo menos, no hacerlo en el tiempo en que los quisiera hacer.

Una de las metas del hombre o la mujer, debería ser el de conocerse, y ello lo pudiéramos lograr, apoyados en la educación, escuchando los consejos de los padres, y de aquellos que nos quieren y que nos pueden hacer ver nuestras debilidades y fortalezas, para con ello saber nuestros alcances.

Conocerse a uno mismo, es la tarea más difícil, pero no imposible, debido a que se ponen en juego directamente la racionalidad, nuestros miedos, y pasiones, aunque una vez que nos conocemos a fondo, sabremos comprender a los demás y la realidad que nos rodea.

Saber de ti, es el principio para conocer a los demás y a tu entorno, lo que garantizará el proceso inmediato para identificar en donde estamos parados.

Es sólo mediante el autoconocimiento que aprendemos a desenvolvernos con eficacia en la vida, pues afrontamos de manera óptima el día a día, y cada caso que se nos va presentando. Distinguir lo que sentimos, y lo que nos hace sentir, saber de las metas que deseamos alcanzar, y diseñar las estrategias para estar bien, y obtener lo deseado, son muestra además de inteligencia interpersonal; lo que significa, el entendimiento propio y de los demás.

Cuando tenemos claro lo que somos, y para qué somos aptos, encontramos fácilmente las maneras y formas, o el camino adecuado para el cumplimiento de los objetivos que nos planteemos, y aunque existan circunstancias que nos puedan desviar del sendero, siempre encontraremos la forma de volver a la ruta adecuada en la que podamos estar satisfechos.

Tener control de nuestras emociones y no dejarnos guiar por sentimientos negativos, es el primer paso del autocontrol y una de las etapas que un sujeto que desea desarrollar su inteligencia emocional, debe considerar, por lo que, identificar la negatividad, para transformarla en positivismo, es una oportunidad, que reconduce a la una vida liviana.

La aceptación, es primordial para el conocimiento personal, es decir no debemos renegar de lo que somos, ni sufrir por lo que representamos, considerando que somos un cúmulo de virtudes, pero también de defectos, de los que no nos podemos desprender, ni tampoco cambiar fácilmente, pero sí manejar a nuestro favor, hasta tener lo que queremos y posiblemente merecemos.

El aprecio a lo que somos, y lo que representamos, no puede venir de nadie más que no sea primero de nosotros mismos, por eso, como decía Jean-Jacques Rousseau, “nadie puede ser feliz, si no se aprecia a sí mismo”, por lo que analizando nuestras capacidades y nuestras limitaciones, nos podemos fijar metas a corto y mediano plazo y en función de ellas y de su logro paulatino, añadir nuevas, y aquellas que nos puedan exigir mayor esfuerzo.

Una vez que sabemos de lo que somos capaces, es necesario actuar en consecuencia, pues sin iniciativa, y sin la prueba, no podemos saber de nuestros alcances, ni las debilidades que debemos superar, ni las fortalezas que hemos de reforzar.

La comprensión, sobre el estado de las cosas, y el análisis del cómo nos vamos sintiendo durante el proceso de conocimiento personal, es un espacio para la reflexión, la retroalimentación, y el enriquecimiento de las experiencias, de tal suerte que si fuera necesario, nos tomemos un descanso para recobrar fuerza y con más ahínco, continuar los pasos a lo deseado.

Solo sabiendo quiénes somos, los esfuerzos por ser mejores rendirán frutos, y eso será una cuestión de la que seremos beneficiarios directos y salpicaremos de bienestar a los demás, mejorando nuestra relación con los demás, pero sobre todo con nosotros mismos.

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