ARENA SUELTA

POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS

TENGAMOS INICIATIVA 

La iniciativa es el detonante para el logro del éxito, pues nadie logra ser exitoso sin que antes exista la proposición o idea que sirve para iniciar dicho fin. Muchas son las iniciativas que han sucumbido al mundo, desde aquellas que nacieron de una simple idea personal, hasta las que fueron integradas desde un grupo de personas, con la meta clara del logro a corto, mediano o largo plazo.

Existe la iniciativa privada, por ejemplo, que consta de una agrupación de particulares, que rigen el sistema económico capitalista, en oposición o paralelo a la iniciativa pública o estatal, consistiendo en el predominio del sector privado, es decir la libre propiedad  o propiedad individual, en medio de la oferta y la demanda que determina la actividad de cada agente económico.

También encontramos la iniciativa publica o estatal, cuyos principales intereses se encuentran en todo aquello que es provisto por el Estado, en cualquiera de sus niveles de gobierno, tal y como resulta en cuestiones de bienes, dominios, servicios, sectores o espacios, es decir  lugares de uso general, prestaciones sociales, leyes y normas, o lo relacionado al derecho de vías o  circulación. Y desde luego encontramos la iniciativa personal, que para fines prácticos, la podemos  definir como la aptitud adecuada para encaminarnos a la acción, de tal modo que logremos el objetivo, mismo que se debe añadir a la constancia, de modo que no nos quedemos en el camino, sino que logremos el fin, último, el propósito o la meta.

Definitivamente en el mundo hacen falta personas con iniciativa, que puedan transformar su realidad, su entorno y su vida.

Iniciativas sociales, hay muchas, pero son muy pocas las que  llegan a ser realizadas o a cristalizarse, debido a que la mayoría son poco claras o débiles, desde su concepción,  por lo que se truncan a la primera de cuentas y desde luego se desvanecen. Sin embargo, valdría la pena, replantear todo aquello que fue vislumbrado para el bien social, pues en medio de la pérdida de valores, de un estado de estrés generalizado, así como de la deshumanización constante, todo  aquello que abone a la buena vida, hace falta,  es necesario y en muchos sitios  urgente.

Iniciativas de inclusión, para evitar la segregación, son las que requieren los grupos minoritarios, ideas claras para que se respeten las diferencias de cualquier tipo, son y serán necesarias una vez que llevamos muchos años en los que se ha vivido una constante violencia por la falta de aceptación de lo distinto o diferente, y sin embargo, el mercado nos ha llevado a la reproducción en serie y el enamoramiento de estereotipos, conductas de ideas mercantiles  baratas por su inexistente contenido crítico, estético o de alguna valía histórica.

Una persona sin iniciativa es como un corazón sin latidos, es una esperanza inerte o una ilusión perdida.

El ser humano fue dotado de una capacidad inigualable, de un potencial incalculable  y un ingenio ilimitado, por lo que se deduce que también de valiosas cualidades para la creación de iniciativas convenientes a su vida y a la de los otros. De este modo cada hombre o mujer tiene la obligación de ofrecer su talento en claras iniciativas que abonen al progreso propio y de la comunidad.

En un mundo de cabeza como el nuestro, no nos podemos dar el lujo de tirar a la basura las ideas valiosas, que pueden ser iniciativas de cambio. Requerimos un gobierno que escuche las mejores iniciativas para la labor gubernamental, así como a padres que integren el pensamiento creativo de sus hijos, maestros que sepan poner oídos abiertos a sus inquietos alumnos, y amigos que abran todas sus emociones y razón, a las posibles acciones de sus iguales, de tal manera que todos podamos identificar las mejores iniciativas y entre todos también, las podamos hacer propias, desde la germinación hasta el fin, de cada una de las ideas que en este momento por el mundo se estén dando, y que pudieran ser la solución a pequeños y grandes conflictos, ya sean de manera separada o conjuntar la inteligencia y la acción  unificada para arrancar el tren de la transformación.

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