Despertar de la tierra 

Autor:​​​​​José Luis Valencia Castañeda


El extrañamiento de Estados Unidos. Ecocidio en curso.

En 2020 la producción nacional de aguacate fue de 2.39 millones de toneladas, de las cuales Michoacán aportó el 75%, ¿A qué costo?, simple, a costo de sangre, de dolor, de muerte. Cierto es que este dato estadístico va aunado con una mejora económica a los poseedores de huertas productoras, pero trae su carga negativa. El crecimiento desmedido de la industria del oro verde ha provocado un crecimiento exponencial del terreno dedicado a este cultivo: según la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, la superficie de 30 mil 979 hectáreas en 1980, a una superficie de 78 mil 530 en el año 2000, para 2010 había 107 mil 058 hectáreas y para 2020 se sumaron 62 mil 881 hectáreas, llegando a un total de 160 mil 939 hectáreas. En las últimas décadas la superficie creció un 448%.

La Semarnat señala que a finales de los años 80 se otorgaron algunas autorizaciones de cambio de uso de suelo para cultivo de aguacate, aunque no tenga datos específicos, a partir de los años 90 la expansión de la superficie se hizo de manera ilegal, incendiando áreas forestales, demoliendo superficies forestales, en esos años fue el preámbulo del ecocidio, que sigue en pie en nuestros días, ¿Cuánto tiempo más aguantará la región?, es una de las preguntas recurrentes que nos hacemos los habitantes del estado, ¿Cuántas hectáreas más soportará sin colapsar el ecosistema?

Si llevamos cuarenta años modificando el uso del suelo y entendemos que estos tiempos son los mejores, que la producción está en su mejor etapa, que es la etapa de oro de la producción y del negocio, podríamos presuponer que en dos décadas más decaerá la producción o colapsará el ecosistema. Vemos que, gracias a este auge, en los últimos diez años el crecimiento de la superficie sembrada de aguacate en Michoacán, legal o ilegal,es de 6 mil 288 hectáreas en promedio anual, más del doble que la década anterior.

La consecuencia, es que la franja aguacatera se extendió a 43 municipios, entre los principales están Tancítaro, que acaba de desbancar a Uruapan como el número uno en producción estatal. También está Ario de Rosales, Salvador Escalante, Tacámbaro, Peribán, Tingambato y los Reyes. 

Aunque las autoridades son conscientes de la existencia de mafias dedicadas a la expoliación de los bosques, no han logrado dominarlas debido a los intereses tan grandes que existen. Eso trae graves consecuencias ambientales, el deterioro es grave en la zona alta y fría especifica. Es evidente tal modificación de los bosques, que han permeado hasta en las zonas más reacias por los usos y costumbres. Hay municipios que no son aptos por el clima, en los cuales también están siendo explotados los terrenos para cultivar la fruta, como Puruándiro.

Entendemos que el sistema económico es así de agresivo con los ecosistemas, destruyen todo lo nativo con fines comerciales y los gobiernos soslayan las crisis mientras haya recursos económicos. Desde luego no importa la ideología de donde provenga el gobierno, todos alientan la producción; vemos, por ejemplo, que el presidente Andrés Manuel López Obrador otorgó a la Asociación de Productores y Empacadores de Aguacate de México (APEAM), con cede en Uruapan, Michoacán, el Premio Nacional de Exportación. Galardón que también recibieron estos mismos en 2010, de manos del entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa.

Según la APEAM, en 2010 exportaron más de un millón de toneladas de fruta a los Estados Unidos. Lo favorable de esto, es que mejoró el nivel de vidade las comunidades donde hay siembra, pues mantiene unos 78 mil empleos directos y unos 310 mil empleos indirectos, lo que redujo la migración y también indujo a la delincuencia, y de ello hay mucha responsabilidad de los gobiernos en turno, pues a pesar de que no existen permisos para aumentar la superficie de siembra de aguacate, ni tampoco hay permisos de cambios de uso de suelo para ello, ha crecido la superficie, la cual se oficializa, mediante multas o trampas legales.

Así que muchas de las huertas están hundidas en la ilegalidad, “solapadas”, o soslayadas por la llamada “autoridad”, que debería ser el regulador, aunque no expide permisos, tampoco para la expansión y se justifica como una actividad de valor económico, que efectivamente, les ha cambiado la vida a muchos de manera positiva, aumentando su poder adquisitivo. Algunos funcionarios tímidamente mencionan que, “no podemos decir que no nos interesa el aguacate” … pero no puede ser a costa de la vida endémica de los bosques. A pesar de eso, sigue aumentando la superficie día con día.

Las personas comunes no entienden lo grave de lo que viene, solo ven negocio y tienen razón, así nos han educado. Pensamos más en aumentar nuestro poder adquisitivo y retirar de nuestra mente la pobreza o la falta de alimentos. Ahora es el aguacate, viene empujando fuerte el cultivo de frutillas, otro de los cultivos más devastadores de zonas boscosas y al igual que el aguacate, gran consumidor de agua, uno de los problemas más graves a los que nos deberemos enfrentar en los siguientes años. 

Los estragos ya están siendo evidentes, los cuerpos de agua están desapareciendo paso a paso, casi de manera imperceptible, dejando al destino la justificación, las frases que hemos escuchado más comúnmente son “aquí nos tocó vivir”, “dios así lo quiere, nada podemos hacer”. Son frases limitantes y justificantes de la inmigración que vamos a sufrir por falta de recursos en los años venideros.

Veamos las primeras señales del presagio de una crisis anunciada: “el agua”, los cauces y fuentes están siendo sobreexplotadas, al grado de casi desaparecer dos de los grandes emblemas del estado, el Lago de Pátzcuaro y el Lago de Cuitzeo. Los dos por las mismas razones, aunque distinto destino de cultivo, y los dos se están muriendo por la indolencia de nosotros y por la avaricia nuestra, apoyados por funcionarios de gobiernos corruptos, que solo ven los programas de recuperación de los cuerpos de agua como un oportunismo político y han desviado o desaparecido los recursos que se han destinado a esos programas.

Los buenos deseos de los discursos políticos desaparecen en cuanto entran a trabajar en el encargo que ganaron, gracias a las promesas que hacen a los pobladores de las comunidades anejas a los lagos o cuerpos de agua. El problema de la recuperación de los cuerpos de agua, es que no han visto el negocio, ven solo inversión, no ven cómo recuperar esa inversión.

Estudios realizados por la Universidad Michoacana apuntan que se destinaron casi 5 mil millones de pesos para el rescate de la cuenca del Lago de Pátzcuaro en los últimos 15 años, pero la falta de coordinación y la corrupción han frustrado todos los intentos, de los 2,300 estudios y proyectos que hay desde 1934 a la fecha relacionados al rescate del Lago de Pátzcuaro, ninguno se ha llevado a cabalidad y solo se reciclan como bandera política cada vez que hay elecciones, municipales, estatales y federales.

A pesar de la ingente cantidad de recursos que se ha destinado a la región, las comunidades rivereñas tienen alto grado de pobreza y marginalidad, y por lo que se ve, es un buen bastión de votos el seguir prometiendo cosas que no van a cumplir, pero que adornan el discurso. El Lago de Pátzcuaro ha perdido más del 50% de su cubierta en menos de 30 años y la presión de los aguacateros apunta que todos los cuerpos de agua serán copados desde su nacimiento, por lo que no se espera que llegue más agua al Lago, reduciendo así su capacidad.

Los turistas observadores podrán ver que, a través del tiempo, la ruta de las lanchas que los trasladan se ha modificado para usar las áreas más profundas y estás se han tenido que dragar, para que las embarcaciones no encallen. De los 930 kilómetros cuadrados que había en los años 40 de cuenca del algo, hoy apenas alcanza los 120 kilómetros cuadrados y tiene un promedio de perdida de 1 kilómetro cuadrado al año promedio.

Si la situación pinta de esa manera, en menos de 120 años el Lago habrá desaparecido y las huertas de aguacate también habrán cambiado su uso a uno más sustentable, que requiera menos agua, elemento por el cual empezarán las peleas más fuertes en esta misma década, estamos presenciando las dos caras de la moneda, un mayor auge económico por el aguacate y una perdida de cuerpos de agua y bosques, a la larga, el que va a perder va a ser el hombre mismo, su estabilidad emocional y su vida por hambre.

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