Despertar Poético
El mercado nos domina
Algunas veces nos sentimos incómodos con nuestro rol de humano, nos sentimos fuera de lugar en la sociedad. Esas veces desearíamos dejar la tierra y viajar a las estrellas, donde no existiese subjetividad. Nos sentiríamos más cómodos en un lugar sin nuestros congéneres, seríamos felices en la soledad, esa soledad que te dignifica, porqué te hace participe de ti. En la sociedad, tenemos que hacer un enorme esfuerzo para acomodar nuestra masa entre la masa informe de personas, caminamos los caminos sin esperar alguna señal de vida inteligente dentro de seres inteligentes, viajamos con los ojos gachos, para no ver tanta desesperación, para no ver tanta tristeza acumulada por el mal uso del cuerpo humano, mal uso que hacen la mayoría de los humanos porqué consideran que su cuerpo es una posesión personal que puede ser gastada al libre arbitrio, que las decisiones sobre sus cuerpos son de la mente sus necesidades y que el cuerpo es solo un artilugio producto del mercado, y tendrán razón sí eso fuese lo correcto.
Con esa idea, el cuerpo tiene que ser preparado para el mercado, que tiene que ser usado por el mercado y lo dejan ser usado, lo prestan porqué creen que tiene que ser adaptado para el mercado. Los cuerpos viven para el mercado y no saben que el cuerpo es el mercado y la mente el mercader. Por ello los vemos torturándose el cuerpo con incentivos ajenos al mismo cuerpo, con lo que creen alcanzar la felicidad, le meten: drogas, alcohol, música, ejercicios extremos, tatuajes, ropa, perfumes, posesiones, solo para sentirse felices y ser parte de una tribu, quieren ser parte de una historia, sin pasar más allá de ser simples peones lanzados a la batalla con sus solas manos y a pesar de hacer todo lo posible por agradar, de hacer todo lo que le recomienda el mercado para alcanzar la felicidad, no lo logran, y siguen insatisfechos, siguen con vacíos por llenar.
Lo que no saben, esos que solo tienen ignorancia de sí mismos, porque sí se conocieran, serían felices, su felicidad estaría ligada a lo que lograran generar por sí mismos, no estarían condicionados a los demás. Si no tuvieran con quien quedar bien, si no tuvieran a quien agradarle, si no tuvieran a quien atender sus gustos, si no tuvieran dependencias de algo o de alguien, serían felices. La felicidad no la colgarían de otros, sería propia, personal, y la obtendrían a cualquier hora… pero no hemos podido lograrlo, seguimos derroteros marcados por el mercado, el camino de lo fácil, de lo rápido, de lo artificial, de lo desechable y lo extendemos al amor, lo extendemos a la felicidad, lo extendemos a la vida, y la consecuencia de esa mala interpretación de nuestro destino es que vivimos poco, el amor es desechable, la felicidad es artificial, como el mercado.
Debemos volver al camino, si está lleno de abrojos, debemos hacerlos a un lado, conseguir una piel dura que nos resguarde de los raspones, hasta encontrar la delgada línea que nos une a la divinidad, mientras caminamos hacía nosotros mismos, hacia nuestro encuentro, debemos fingir que somos felices con la felicidad ajena, debemos fingir que vemos cuerpos bonitos, debemos mentir para no herir susceptibilidades, a la espera de que alguna huella nuestra les indique una nueva visión, la visión del autoconocimiento, y empiecen a andar su propio camino, empiecen a volver a casa, una vez aprendida la lección por la cual estamos aquí, mientras eso sucede, caminaremos cabizbajos, debemos voltear la mirada cuando pasa esa muchedumbre triste, sumida en presiones sociales, preocupados por el mañana, por el hoy y por el pasado, sin preocuparse por sí mismo.
El hombre en su conjunto, el conglomerado, al que llamamos muchedumbre, no ha sabido elegir el camino. Es cierto, se ha dejado influenciar y la psicología ha ayudado con sus teorías mal aplicadas que sirven al mismo patrón de dependencias, esta disciplina señala que el hombre debe tener un sentido de pertenencia para poder ser alguien, debe pertenecer a un grupo para sentirse arropado por este. Este grupo debe ser algo con quien se identifique en habilidades e ideas. Lo que no les explica la psicología, es que la pertenencia mal enfocada es un apego, los grupos sociales no siempre son los adecuados para alcanzar la felicidad. El ejemplo lo vimos con un video viral donde un grupo de mujeres jóvenes mostraban sus rasgos de pertenencia a un grupo llamado de “cholas de Chalco”, los símbolos que se inventaron para reconocerse, como los lentes, los pañuelos, el léxico, sus amistades, diez años después ya no lo son o ya no lo están.
No fue el grupo adecuado, algunos de ellos murieron por esa idea de pertenencia, solo bastaba cambiar la semántica para que modificaran su vida, pero no lo hicieron, prefirieron vivir de esa manera. Cierto, los grupos suelen se negativos, pero a la vez útiles para el aprendizaje, cuando se liberen de la necesidad de pertenecer al grupo mayor y logren darse cuenta de que son seres libres, sabrán que estaban condenados a la felicidad. Condenados porqué pareciese que es un bien inalcanzable, y nada más lejano a la realidad. Así, cuando todas las experiencias desagradables pasen, voltearán al pasado y reirán, porqué lo feo habrá quedado atrás y que hacia adelante verán a un ser que camina erguido, orgulloso de pasar el pantano, que ha sido liberado de las ataduras. El mercado tendrá sus escaparates y se usarán solo para peinarse en su reflejo, no para guarda pleitesía.
Adelante se ve al hombre como un ser universal, no un ser de barrio, se ve a un hombre caminar libremente por todas las tierras, que no está atado a una frontera, se verá a un ser que no tiene nacionalidad pertenece al mundo, su casa es el universo, verá lo feo allá a lo lejos, como si soñara. Atrás verá a aquel hombre triste, verás al hombre distinto, solo como grupo social que sigue atado a todo lo material para reconocerse entre ellos, lo ve presionado, con la idea de ser dueño de algo, a pesar de que la sabiduría popular le diga todos los días que no es dueño de nada, no entenderá y lo entenderá estando a un paso de la muerte, porqué esa bendita señora, es la que nos democratiza, la muerte nos hace iguales en el fin del cuerpo, allí terminan todas nuestras pretensiones.
En ciertas ocasiones, cuando la muerte nos da la oportunidad de enmendar el camino, nos manda un mensajero, ese se llama enfermedad, nos golpea tan fuerte, que nos obliga a levantar la cerviz para reconocer que habíamos errado el camino y que hay otros a la espera de ser recorridos y que cada día que pasa en nuestra elevación y trascendencia se hacen más angostos los caminos y más difíciles de transitar, pero tenemos herramientas y experiencia, lo caminaremos joviales y prestos, en ese camino vemos que el conocimiento de la energía y del yo nos va liberando de las cargas pesadas del pasado, la energía libera, su conocimiento eleva, en la trascendencia energética, también te democratizas junto con la muerte.
La energía es tuya, te hace igual a todos, el conocimiento de ella no. Así, la enseñanza es el camino, saber que nada de lo que hoy tienes en posesión te pertenece, que solo es pasajero, nos hará libres. Sí solo posees para pertenecer al grupo de la muchedumbre, aquella que crea pertenencias de la nada, te atará a un lugar y te obstaculizará el conocimiento del mundo, nada es tuyo, todo es tuyo, si crees que lo que posees te acompañará siempre, debes revisar la historia de quienes eran los dueños anteriores, no en tu presente, sino en el pasado de tus ancestros, hay en la historia, múltiples ejemplos de la no pertenencia.
En Michoacán, hace apenas 500 años, no tenía tantos dueños, la tierra estaba habitada por pequeños grupos de poder que creían tener posesión de ciertas tierras, pero miles de hectáreas estaban libres, las podía usar o trabajar quien quisiera, solo se asentaban. Apenas hace 500 años empezaron a apropiarse de las tierras los llegados de Castilla, desplazando a los nativos, matando a los nativos, voluntaria e involuntariamente los exterminaron y hoy no sabemos nada de aquellos castellanos, todos murieron, como murieron los antiguos purépechas, como murieron los egipcios antiguos y ninguno de ellos se llevaron sus tierras, se quedó todo aquí: las tierras y las prendas de uso, y nadie sabe exactamente donde están todas esas posesiones. A pesar de ello, a pesar de la experiencia, queremos tener algo, que nos haga ser alguien, valernos por lo que tenemos, no por lo que somos, queremos anclarnos.
Existe una extraña razón que seguimos sin comprender, nos cerramos a la experimentación, atados nos sentamos en nuestros cabales, sin darnos la oportunidad de explorar, de ir, de conocer, de poseer al mundo, se ser libres, caminando todas las sendas transitadas o no, nos limitamos porque el mercado nos necesita ubicados, necesita saber a donde mandar su mercancía, necesita saber que queremos, que ya hayamos metido en nuestro subconsciente toda la información de las necesidades que ellos nos dicen debemos tener, para saber dónde ubicar la fábrica, a donde mandar más o menos mercancía, si nos liberamos, si nos convertimos en hombres universales, al mercado lo desestabilizaríamos, y mucha gente moriría, como morirá irremediablemente si no existe un equilibrio entre consumo y producción, solo por la falta de alimentación adecuada, el mercado nos domina, y nosotros nos dejamos querer, así la vida es más sencilla y fácil.