Despertar Poético

El pensamiento que se va.

¿A dónde van las palabras que no se dijeron?

¿A dónde se van los pensamientos que no se pensaron?

¿A dónde se van los secretos que su afán produjeron?

¿A dónde voy yo, si no salgo de mi patio y mi calle?

¿A dónde irán mis falsas promesas?

¿A dónde irán las fantasías que no se realizaron?

¿A dónde irán las miradas que no se cruzaron?

¿Acaso vuelven a ser algo?

Las palabras que no se dijeron; vuelven,

Se renuevan, nos golpean y se van,

Llegan más frías, más mías y se van,

Regresan menos pretenciosas y se integran al silencio.

Los pensamientos que no se pensaron, se van,

Asumidos en aquellos que raen la cabeza,

Incrustados en la memoria temporal,

Lanzados al basurero del olvido,

Aquel olvido insistente de la nada.

Los secretos del afán de las palabras,

En mi callada voz permanecen

Los secretos de mis pensamientos idos,

En mi silente faz se dibujan,

Se van, como me voy, como te vas.

Voy a los abismos profundos de la nada,

Camino por las calles nuevamente,

 Recorro mi casa, rodeo mi cara,

Me descubro a mí, así descubro el mundo.

Mis falsas promesas se repiten con el tiempo,

Van y vuelven, son hijas de las oportunidades,

Son hijas de la maledicencia,

La que le regalas a las personas falsías,

Las que declaras en días de ebriedad ufana,

Las que lanzas a los vientos violentos,

Se van al horror de mi bodega moral.

Se van de mí, permaneciendo en mí.

Las miradas que soslayamos se van,

Caminan sobre las banquetas,

Tímidas y silentes, dejándole paso al azar,

Se van a perderse en horizontes azules,

En mares dorados, en verdes colinas,

En oscuros rincones, en covachas tristes,

En espejos sinceros, en el barro cerca de mis bruces,

Se irán a mirar los zapatos,

Del labriego que cruza tu camino,

Al sol que guiñe de soslayo,

¿Acaso de van?

¿O no se van?

¿O son en mí?

¿O soy yo el resguardo?

Se van, se van, allá a donde el misterio ronda,

A donde mi miseria pasea oronda,

Caminarán las calles nuevamente,

Recargadas en mi espalda encorvada,

Lastimada y cansada,

A la espera del eterno retorno,

Del rostro amable,

Del sol redivivo,

Del sí mismo reflejado,

En el estanque de los cisnes negros,

Que simulan la conciencia,

Volverán locas de frenesí ufano,

Consigo, mano a mano,

Para irse al rincón de los olvidos,

Serán eternas abandonadas,

Sustituidas, por las que sí se dijeron,

Las que sí se pensaron, por los afanes logrados,

Allí estarán, haciéndose viejas,

Y yo con ellas, más viejas que ellas,

Más tristes que ellas, más ufano que ellas,

Seré uno con ellas,

Aquellas que no volverán,

Porqué nunca se han ido.

Ellos son yo.

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