Despertar Poético

Despertar Poético



Autor: José Luis Valencia Castañeda

¿Cómo adquieres la experiencia?


Hemos tomado la decisión de compartir nuestro conocimiento ante todos aquellos
que quieran recibirlo. Hemos llegado a una edad, en la que tenemos tanta
información que nos está desbordando y queremos entregarla, y lo mejor, es
entregarla donde sea de más utilidad, en los jóvenes, aquellos que están por
iniciar su etapa productiva y que tienen más o menos idea de cómo va a ser su
vida laboral y qué necesitan para poder desarrollarla. Para ello, hace un par de
semanas acudimos a la escuela Preparatoria número 2, de la Universidad
Michoacana, donde el secretario académico nos hizo a bien permitirnos entregar
la información a los jóvenes que están por decidir su ingreso a las carreras de
ingeniería Civil o Arquitectura, y con ello reafirmen que el bachillerato que elijan
sea el más adecuado.


Durante la exposición de mis experiencias en el campo de la construcción, les
lancé una pregunta: ¿Cómo podrían ser los mejores ingenieros o arquitectos? Las
respuestas comunes salieron a relucir: estudiando mucho, trabajando mucho,
echándole ganas, o lo que signifique eso en el lenguaje coloquial y, ante mi
insistencia a llevarlos por caminos menos lodosos mediante la mayéutica, uno de
ellos dijo que sería mejor cometiendo errores para aprender de ellos. Eso me dejó
reflexionando y me preocupé por la forma en que se están allegando información
los jóvenes.


Efectivamente, los errores son para aprender, si lo tomas con filosofía. Pero
nuestras mentes cavernícolas aun no asumen el papel pragmático de la frase,
cometemos el error infinitas veces, hasta que el universo te da un golpe muy
fuerte que te obliga por necesidad a no cometer más errores, y ese último error
puede ser la muerte o la incapacidad de cometerlos ¿De dónde sacan esas
conclusiones los jóvenes? ¿Quién les acerca la información? Hay muchos medios
y muchas maneras de acercarse información hoy en día. Lo que debemos
enseñarles, por lo que entiendo, es a filtrar el tipo de información que necesitan.
A donde quería llegar, era a que la superación de una persona no debe basarse
en poner modelos a seguir, no en decir: “Quiero ser como Le Corbusier”, o mejorar
a Le Corbusier en el caso de la arquitectura; primero, porqué Le Corbusier era una
persona distinta a ti, vivió en otra época y es subjetivo decir que lo superaste o no,
pues solo metemos en un canasta las obras que vemos en fotografías, no

sabemos que otras situaciones debemos de solventar para ser mejor o igual a
alguien y cuando nos comparamos con alguien, nos limitamos a ser algo más que
eso. Así que les lanzamos la propuesta más idónea: “La meta es superarte a ti
mismo día a día”.


¿Por qué a uno mismo? Por qué uno es quien se impone limites, normas, leyes,
reglamentos, metas, objetivos. En uno mismo están todas las limitaciones, pero
también en uno mismo están todas las posibilidades ¿Qué pasaría por ejemplo, si
uno empieza corriendo cien metros y día a día corre uno mismo como propósito un
metro más? Al año correrás sin darte cuenta cuatrocientos sesenta y cinco metros,
y así puedes ir sumando. Bastará ser constante, consistente y congruente contigo
mismo, quizá el día de mañana no seas mejor que Le Corbusier, pero que sí, tus
obras sean de un nivel lo suficientemente extraordinarias como para que logres la
trascendencia, que es lo verdaderamente importante, pues el dinero, objetivo
común hoy en día por las mayorías, no llega sino tienes constancia en invertir
primero.


Y ¿En qué debes invertir? Pues en ti, en todos los aspectos, principalmente
conocimiento, que se transformará en inteligencia y estas dos aptitudes generarán
sabiduría, y todo esto, más temprano que tarde, sumará dinero en tu bolsillo. El
reto es pues superarte a ti mismo, no a los demás. Cuando te superas, estarás en
una jerarquía superior, no serás mejor que ellos, pues todos tenemos una parte de
la verdad que los demás no tienen, todos tenemos una parte del conocimiento
universal que los demás no tienen y que la única manera de que la sociedad
trascienda, es que el conocimiento sea compartido, y retornando al ejemplo del
joven, que señalaba que la manera de aprender y superarse es cometiendo
errores para aprender de ellos, le comenté que ese no es el camino. Ese derrotero
es el más complicado, pues la vida no te alcanzará para cometer todos los errores
posibles.


El mejor camino, es aprender de los errores que cometieron los demás, para
evitarlos. Por ello existen las escuelas, los talleres, las obras físicas, donde se
puede entrar de oyente o de aprendiz, invirtiendo tiempo para adquirir
conocimiento. Eso me ha resultado y considero que funciona y lo he escuchado de
varias personas que hoy tienen éxito en lo que hacen o son expertos en sus
materias, todos ellos coinciden en que debemos acercarnos de oyentes en donde
ejecutan los trabajos a los que pretendemos dedicarnos, aunque sea solo sacando
copias, sin participar de palabra, solo escuchando y observando cómo se practica
lo que hacemos.


En mi caso, cuando empecé mi vida laboral, mi experiencia era nula en trabajos
de cualquier tipo. Lo que me acercó a una obra enorme fue mi habilidad para el
dibujo, en esos tiempos aún se hacían a mano. La obra era extensa y diversa, eso
me permitió empaparme de distintos conocimientos, en distintas áreas, y dentro de
mi responsabilidad laboral era trascribir la información de campo del área de

topografía a dibujos presentables, que permitieran dimensionar y controlar los
elementos de la obra.


La obra fue una presa enorme, con una cortina de 125 m de altura y con una
figura tipo arco-bóveda, a la que se accesaba mediante túneles y la conducción de
aguas, vertederos y desfogues eran también túneles, la casa de máquinas,
también en túnel. Mi necesidad de conocimiento era enrome, eso me mantenía
activo y expectante a todo lo que me rodeaba. Mi habilidad en el dibujo me
permitía varias horas sin actividad, esas las empecé a usar visitando a mis
compañeros de trabajo expertos en otras áreas y me ofrecí a ayudarles sin
remuneración en lo que yo era hábil y ellos no. Así empecé a dibujar caminos y
aprendí a diseñarlos.


Después de las 6 de la tarde, no tenía mucho que hacer, el lugar donde
habitábamos era un campamento, o leía, o jugaba futbol, o me quedaba a platicar
con los compañeros. Así que busqué otras opciones y fue como me acerqué por
las noches al departamento de control de obra, que ya estaba más sofisticado,
tenían computadoras, herramientas caras y difíciles de conseguir en ese tiempo.
Así, conviviendo con ellos, me ofrecí a ayudarles a ejecutar sus trabajos, en lo que
ellos eran hábiles. Me proporcionaban información y yo la trascribía en lo que yo
era hábil, en el dibujo. De allí salí con conocimientos de computación, de dibujo
asistido por computadora y con conocimientos de control de obra, en un espacio,
que no era una escuela, que no me pagaban, donde solo utilizaba mi tiempo libre
para aprender. Esa enseñanza fue la mejor que recibí y que me ha permitido vivir
de ella.


Después de diez años de andar adquiriendo conocimientos disimiles, pensé que
la vida profesional era ingrata, pues aún no hacía una obra que me diera
trascendencia, ni una que me permitiera expresar mis dotes como diseñador, no
del tamaño de Le Corbusier, al menos algo que me hiciera sentir útil. Un arquitecto
trabajando en áreas de ingeniería era frustrante y me daba la sensación que había
equivocado la carrera y me desesperaba al grado de que no sentía orgullo cuando
mis padres presumían que su hijo trabajaba en lo que estudió, solo decía que sí,
no muy convencido, porqué algo había de eso, pero no lo que yo entendía por
arquitectura.


Así que, en el año 10, me dieron la oportunidad de expresar mis habilidades
completas y salió del área de ingeniería, a donde había llegado por mis
habilidades, que han sido las que me han recomendado siempre, mi especialidad
ha sido el Diseño Urbano, no tanto el arquitectónico, así que la persona que me
recomendó, lo hizo por lo que vio y escuchó de mí, pues haciendo trabajos de
topografía me inviaron a diseñar un fraccionamiento. Allí comprendí, que la vida
me había llevado a conocer de ingeniería, de topografía y de diseño de caminos,
para sacar adelante los proyectos sin complicaciones, primero me preparó,

después me lanzó al ruedo, el proyecto era de 90 hectáreas, no era algo menor,
así que debo estar agradecido con la vida.


Eso me permite con justicia recomendar a los jóvenes, que toda información
recibida será de utilidad algún día, no debemos despreciarla y debemos caminar
pacientemente, adquiriendo conocimiento de todos lados y de todas las personas,
no solo los que tienen un título te pueden aportar, aquellos que han vivido toda su
vida profesional en un área son igual o mejores que un profesional titulado. Por
ejemplo, el diseño de caminos lo aprendí mejor de un topógrafo empírico, al cual
le guardaban respeto y acudían en busca de consejo técnico el encargado del
despacho y el ingeniero encargado del proyecto, y no fue mínima la información
que me dieron, gracias a que compartí con ellos tiempo y conocimientos, y a mi
nivel, ellos al suyo, ellos en su jerarquía, yo en la mía.


Ahora, que considero tengo mucho que aportar, he decido buscar donde esparcir
semillas, que el día de mañana sean personas de bien, mejores y que nuestro
país sea un lugar mejor, a los jóvenes, les pido que sean ambiciosos de
conocimiento, la carreras que hoy dan dinero, el día de mañana no lo harán, todo
es cambiante, sin embargo, el conocimiento bien empleado, les dará el dinero
suficiente para vivir tranquilo, y si se usa con sabiduría, la paz amiga de la
felicidad les será otorgada junto al avituallamiento, así que a recibir la información
con amor y agradecimiento, y a compartirla en las mismas circunstancias.

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