Despertar Poético 

Autor:​​​​​José Luis Valencia Castañeda

Claroscuros

Hemos caminado cientos de kilómetros, ya no siento los pies. El cansancio agobia a nuestras huestes, nos estamos alejando de la civilización para poder atraer la ofensiva a lugares menos poblados y los daños sean menores. El enemigo se esconde en los antros oscuros y lúgubres de las montañas y las nubes, saben que están perdidos, pero son necios, tienen esperanza, a pesar de que la esperanza la da su propio enemigo, sienten que, con generar miedo, infundir terror y desconcierto en las mentes débiles podrán tener alternativa. Más los seres que traigo tras de mí son seres curtidos, forjados en la lucha eterna contra las fuerzas oscuras, han librado miles de batallas en muchos planetas, en muchos planos, en muchas dimensiones.

Me siguen porqué soy un comandante, porqué traigo el cetro del poder, un gran bastón de mando que brilla a kilómetros de distancia. Ese brillo infunde el mismo miedo que un león a un cervatillo.A las huestes oscuras, sin embargo, tienen los oscuros una fortaleza, son leales a su ideal, a los tibios los destrozan, deben ser feroces, arrojados, intrépidos. Entre los hombres, eso de ser intrépido se le llama estupidez y generalmente sucede solo entre jóvenes inexpertos. Entre los viejos ya no sucede, ya han aprendido a usar la paciencia, eso les permite llevar una vida más relajada y sosegada. 

A veces quisiera entender desde mi perspectiva el por qué los seres oscuros quieren dominar al mundo y por qué nosotros no queremos que se domine, bien podríamos solo tirar nuestras armas aquí todos e irnos a casa a tirarnos en un hamaca, tomarnos un coco, platicar de historias de los millones de cielos que hay en este universo, de investigar sobre los otros seis macro universos y sus propios salvadores de nombre Mickahel y que problemas tienen, no de guerras, no de la dualidad, si no, de sobrevivencia y convivencia, con los otros macro universos, en todos sus panetas. 

Me gustaría caminar por cada uno de esos planetas, conocer todas las lenguas, todas las comidas, todas las ideas de dios y conjuntarlas, solo para solaz.Mientras camino, los pies se me hacen fuertes, mis músculos se me tensan, mis ojos como ascuas ardientes brillan con un color azul y amarillo, mis sandalias dejan una fuerte impronta en el suelo. Las legiones tras de mi hacen lo suyo, me siento hastiado, cansado, no un cansancio físico, que se quita tirándose a dormir, sino un cansancio diferente, es el hastío de no poder cambiar al mundo conocido solo con la palabra. 

Me desespero que se tenga que repetir una y otra vez el discurso de liberación a personas que aman ser esclavos. En esta tierra abundan estos, que quieren solo vivir para presumir y defienden su estilo de vida como si eso fuese lo único que existiera. Mientras luchan por hacerse de algún objeto del que pueden prescindir sin problemas, sus cadenas se van haciendo más grandes y más fuertes.Llega un día en que tienen tanto hierro en sus pies y en su mente que ya no pueden salir y empiezan a adorar a aquellos que les proveen todo lo que creen necesitar. Mientras los que son objeto de su adoración se enfilan acá en este plano a guerrear contra nosotros.  

Los liberadores de cadenas, los hombres de la tierra no se enterarán siquiera que la batalla de los planos superiores se está llevando a cabo, seguirán su vida de la manera en que se sienten satisfechos y cuando todo esto acabe y salgamos victoriosos, sentirán un enrome vacío, que no sabrán como llenar y voltearán a todos lados confundidos, porqué todo lo que adoraban estará perdido, nadie habrá para satisfacer esas falsas necesidades. Entonces regresarán a su origen, a buscar algún paliativo nuevo, algo que los llene y debemos estar listos parano dejarlos irse a recuperar fuerzas y volver a llenarles la cabeza de mierda.

El camino se hace más angosto, hemos llegado a un gran edificio, enorme, con paredes y arcos de gran tamaño, como si los habitantes que allí viven o vivían fuesen gigantes. Posiblemente sea la locación de los Nephilin, aquellos antiguos dioses. No lo sé.Caminamos sobre baldosas relucientes, nuestro paso acompasado resuena en toda la eternidad ¡Tras, tras, tras! Los rostros adustos asoman entre las corazas, las lanzas brillan con el fulgor plateado de la luna que las alumbra, el pasillo es largo y angosto, hace que nos ordenemos para pasar. En la punta, aparece la gran explanada, enorme, un buen lugar para morir, decían los antiguos romanos, como si la muerte significara algo excepcional. 

Yo les aseguro que no, la muerte será siempre dolor, la muerte duele, te duele porqué sabes que un ciclo ha terminado y que tendrás que regresar indefectiblemente todas las veces que sea necesario para poder nivelar la vida del hombre, para poder salvarlo de sí mismo y de su propia incongruencia, solo porqué son espíritus en proceso de aprendizaje, tienes que guiarlos, alentarlos a que usen de manera correcta su intuición, o su conciencia. No debemos hacerle el trabajo, solo guiarlo, darle las palabras correctas y cuidarlo de los malos, algo que estamos haciendo en este plano, aquí arriba, donde pocos nos ven. 

Me paro al centro de la explanada y a lo largo de ella mis huestes hacen lo mismo, ordenadas en grupos de 12, hasta ser 12 mil por 12 mil. Allí nos plantamos, con la mirada fija al frente, donde empiezan a dibujarse las sombras, enormes, imponentes. Las vemos y sentimos arder un odio que no sentíamos antes. Los conmino a guardar la calma, el odio es parte del veneno que esas sombras esparcen. Nuestro actuar debe ser consciente, debe ser con la idea firme de lograr la paz, podría lograrse toda ella dialogando, podríamos convenir algo, pero los oscuros no ceden ni un milímetro, están dispuestos a morir por su causa, nosotros también. 

Y nuestra causa es el hombre y su liberación, la de ellos es el hombre y su dependencia a sus actos, es una pequeña y delgada línea.  

El líder de los oscuros es un ser enorme, de unos tres metros de estatura, musculoso, de cabello ondulado hasta los hombros, bigote delgado, barba pequeña y lacia caída en punta, sus cejas pobladas y arqueadas hacia arriba, sus ojos de fulgores rojos lanzaban un brillo infernal, al verme lanzó un gran rugido furioso, los hombres en la tierra sintieron la vibración y se atemorizaron, nosotros permanecimos impasibles, en tensa calma, mi cayado empezó a brillar, avisándome de las intenciones de lanzarse a la pelea del enemigo, era un buen termómetro su parte alta, era un gran disco de vidrio azul, rodeado de piedras de colores, 7 piedras de colores.

Lo levanté en todo lo alto, para que los capitanes vieran la amenaza en todos los rincones de la explanada, al elevarlo más allá de mi estatura, lanzó destellos hermosos, avisando que la oscuridad estaba lista para pelear. Bajé el bastón, me incliné ante él, puse mi mano derecha sobre los cristales y hablé con ellos, necesitaba todo su poder, para poder cegar a los oscuros y hacerlos trastabillar.Podíamos en un solo acto atemorizarlos sin lanzar ninguna estocada, los cristales titilaron conformes.  

Llamé a los 12 capitanes para hacer un ejercicio de disuasión, ellos estuvieron de acuerdo y ante la bravuconada lanzada por el líder de los oscuros, levanté en lo alto mi cayado y los capitanes hicieron lo suyo, dirigiendo la luz de sus cristales al mío, una luz enorme salió del cayado y la dirigimos a las huestes oscuras, miles de ascuas rojas fueron cegadas en un instante, los ojos que debían infundir miedo, eran presa ahora del terror. Nuestras huestes estaban firmes, tensas a la espera de la orden, sin mover un músculo.

Mientras en los oscuros reinaba la incertidumbre, el líder de los oscuros extendió sus enromes alas paraimpedir el paso de la luz a sus fieles, que se iban esfumando con la intensidad de la luz. Veíamos como al llegarles la luz a la cara, un extraño vapor salía de entre sus ropas y desaparecía el ser. Los reclamos de pelea al otro lado se intensificaron entre los más ardientes, más muchos dudaban ya en entrar a la lucha, a pesar de que se sentían poderosos, la pasmosidad con que tomaban las cosas los blancos los desconcertaba, sus chillidos y gritos no les hacían mover ni una pestaña. 

El líder batallaba para mantener el orden en sus filas, el efecto deseado por la luz fue compensado por el caos causado, di la orden a los capitanes de regresar a sus puestos, a la espera de la orden para la batalla, bajé el cayado y las luces se atenuaron, brillando tímidamente, se acercó a mí la diosa de los muertos, me pidió permiso para entrar en batalla, le dije que con gusto pelearía a su lado, era una guerrera implacable, tenía en su haber siete demonios abatidos en estos tiempos, pocos son los demonios que pueden presumir haberla derrotado, sabía, que una vez terminada la batalla, tendría compasión aún por las almas oscuras y buscaría la manera de darles luz y guiarlas hacia los cielos, es lo que mejor hace, la mire con orgullo, y nos sentamos pacientes a esperar a que los oscuros decidieran luchar, mientras estemos así, al menos no molestarán al hombre. 

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