Despertar Poético

​Despertar Poético 

Autor:​​​​​José Luis Valencia Castañeda

Las blasfemias tienen retorno

Caminaba por un parque con algo de verdor, ahora en las ciudades, dentro de ellas, es difícil tener algo verde en que solazarte. Tendrías que salirte de la mancha urbana si quisieras disfrutar de la compañía de la naturaleza. Mientras caminaba, veía como las viejas matronas furibundas le daban raspones al suelo con sus desgastadas escobas, sentían que barriendo sus aceras limpiaban los pecados que habían cometido en la juventud y que desearían por un momento se repitieran.


Al otro lado del parque está la panadería, hasta acá llega el olor de bolillo recién horneado. Mis impulsos estomacales se lanzaron hasta la lengua con ímpetu salvaje haciéndome salivar. Las bancas estaban vacías, al parecer salgo temprano, a pesar de que el día ya está apuntalado con el sol fuera del horizonte. El fresco de la mañana invitaba a permanecer bajo el calor de las cobijas, pero yoprefiero caminar sin el obstáculo de carriolas, patinetas o pies lentos, quiero caminar a mi ritmo, sin que las personas se excusen de estorbar o que se sientan impelidos de empujarme para pasar.

Veo los grandes árboles, anchos, altos, frondosos, llenos de pátina, empujar la fronda hacia el sol, se han salvado porqué la suerte les ayudó, lograron ser parte del parque. Qué años aquellos cuando los árboles solo se talaban para construir una casa con ellos, ahora, quizá sean talados para hacer una casa, pero solo como cimbra. Así la ciudad ha ido desplazando a los árboles, hasta quedar desierta y con solo casas en su interior, casas grises, casas azules, solo casas, pocos hogares, muchas viviendas, lugares inhóspitos, donde pocos quieren estar, salvo para dormir. 

Las cajas molestan a los habitantes de este mundo, la naturaleza no, la naturaleza invita a caminarla, a observarla, a vivirla y al final de ella proviene todo lo que tenemos, por más que sintamos que la industria provee alimentos, no es así, solo tenemos un mundo y de él sale todo, incluyendo aquello que creemos inventamos, solo transformamos. 

A lo lejos vi a un perro que siempre me saluda, es un viejo compañero, con el que comparto de vez en cuando una golosina y unos minutos de mutua compañía, tiende a tirarse panza arriba cuando me le acerco, levanta sus manos, se la coloca en la cara, como si le diera pena y se deja rascar, después de un rato se aburre de mí y se va a platicar con otro transeúnte o simplemente se tira a la sombra de los árboles.  

Me siento afortunado, tengo más de lo que esperé un día tener, aunque no debería ni de mencionarlo, debería solo agradecer. Lo hago para mí, en un acto de justicia, por todo aquello que tuve que aprender sufriendo para llegar a ser lo que ahora soy, un ser libre, un ser con el espíritu elevándose sobre sí mismo. El tiempo me enseñó que todo aquello que das regresa de una u otra manera y me golpeó la cara rudamente, pues antes de saberlo daba lo que tenía, muchas veces entregaba ira, rencor, envidia, pereza y soberbia.

Me ufanaba de saberlo todo, abusaba del poder que tenía, quería más, más que el vecino, más que el compañero de trabajo, y no podía, me frustraba, hasta que deje de pelear conmigo mismo, porqué la ira que entregaba me regresaba ignorancia, dejaba de aprender y las personas huían de mi presencia, me respetaban por la jerarquía, pero no me seguían, seguían a su necesidad de vivir, soportando con solemnidad la carga que les representaba. 

El mensaje era para ambos, ellos no sé qué estaban pagando, pero no era gratuito lo que les llegaba a través de mí y yo apenas entiendo que todo lo que me pasa es porqué lo estuve construyendo, creía que era lo normal porqué todos en mi situación lo hacían, creía que debería ser el ejecutor, justiciero que equilibrara le poder, siendo yo el poder, que nadie más que yo podría hacerlo y me equivocaba en eso, solo estaba creando un monstruo, al que todos aquellos defectos lo estaban ahogando. 

Veía mi vida incompleta, inconclusa, todo porqué mi percepción así era, los demás eran felices menos yo, los demás tenían menos yo, a pesar de tener todo, de ser todo, ¡Cuánta ignorancia hay en el hombre, que vive la vida como si fuese un vaso de vino que debe terminarse de golpe! Como si el futuro no existiera, solo porqué desconocemos lo que hay allá, y mientras seguimos creyendo eso, el futuro llega a cada segundo que pasa. Todo lo que pasa ahorita, en un segundo se convierte en pasado y el pasado también nos abruma, nos señala que hicimos lo que no debíamos y que le debemos mucho a nuestro yo físico, que es el sufrido. 

Hoy, con la experiencia basada en la observación y el discernimiento, estoy encontrando otro camino, menos escabroso para caminar por la vida y se llama: dejar que la cosas sucedan sin pretender cambiarlas, solo cambia tu forma de entenderlas para que estas no te afecten y si me preguntarán hoy si soy feliz, les diría que tengo paz ¿En el alma, en el espíritu? No lo sé, solo sé que es una sensación agradable, que nos permite ver la vida desde una óptica distinta, si ya no peleo con la vida, ya no peleo conmigo, y por ende ya no peleo con nadie, si alguien se quiere matar, lo dejaré libre de elegir, si alguien quiere pelear, lo dejaré que vaya y pelee otras guerras, no conmigo. 

Me dirán cobarde y les diré que sí, que ya no quiero enfrentar juicios inútiles de personas vacías, que tienen problemas sicológicos, que pretenden juzgar las vidas de todos sin juzgar antes las de ellas. Ya no los sigo, los dejo caminar a su paso, en su senda, mientras la mía se separa un poco. Si debo ir solo, no me importa, al menos podrán decir que nada de lo que hago les afecta, porqué busco solo afectarme a mí, y si me da paz, podré vivir tranquilo. 

Cuando las personas vieron mi cambio se me acercaron, les comenté las acciones que hacía para que mi temperamento se mesurará y no comprendían, pero en su mente asentían, porqué se reflejaban. Mientras sus palabras eran no estoy de acuerdo, su cara se movía afirmativamente. Sé que les es difícil dejar la ciudad e irse al campo a cultivar sus alimentos, su vida no la entenderían si no hubiese una tienda cerca donde conseguir alimentos, y tendrán razón, ellos deciden verse así, los entiendo, porqué así vi mi vida durante mucho tiempo, disfrutando de lo que la ciencia hizo para disfrutar y pagando las consecuencias, que fue mala salud y malas ideas. 

La ciencia da mucho, pero oculta mucho también.Hoy vemos con tristeza que la panacea del siglo pasado era solo una careta de múltiples enfermedades. La ciencia atiende lo inmediato, lo urgente nada más. Los espíritus y almas que requieren cultivarse con paciencia no son su fuerte.Si te duele la cabeza, te quita el dolor, pero te daña algo más. Eso sí, con calma, no te das cuenta del daño, hasta que se te olvidó porqué te dañaste.Muchos de los medicamentos te curan un mal y te provocan otro, así funciona la ciencia.  

Muchos de los alimentos industriales, sí, te quitan el hambre, pero te dañan algo, casi siempre elestómago, riñones o boca, por allí morimos. Es como una maldición la que nos echamos y siempre se nos regresa, de una u otra manera, se manifiesta de una u otra manera, siempre en la misma proporción en como lo hacemos, si comemos alimentos que no provienen de la tierra, siempre tendrán enfermedad, el cuerpo es capaz de procesar algo de ese veneno, pero no todo, y no todos los días, por eso es conveniente empezar a dejarlo, paso a paso, hasta olvidarnos de eso.

Todos ellos tienen la maldición de dañar al cuerpo, no la lancemos, ni lancemos maldiciones de palabra ni de pensamiento, son igual de poderosas las dos acciones y la energía que gastamos en ella tiene que equilibrarse, por lo tanto, tiene que regresarse al origen y si nosotros somo el origen, debemos ser fuertes para soportar nuestro propio odio. No debemos creer que si extiendo el odio hacia otra persona, la otra persona va a ser la única afectada, nosotros tendremos nuestra propia carga, algunos le llaman karma, otros le llaman reacción a una acción, otros el efecto de una causa, el resultado es el mismo, todo mal retorna al origen. 

Por ello he empezado a bendecir, a agradecer, a ser empático, quizá porqué empiezo a envejecer, quizá porque empiezo a madurar, quizá porque ya es hora de poner en práctica algo distinto. Lo que sea que suceda, deberá de suceder sin mi obstáculo, sin mi juicio, sin mi reacción, todo deberá de caminar a su paso, las blasfemias deberán ser retiradas de mi palabra y de mi pensamiento, son como escupir al cielo, tarde o temprano me mancharé yo solo. 

Aquellos que me escuchan cuando digo cómo logré el cambio, y me juzgan, no se preocupen por mi reacción, ya sé quién soy y qué destino me espera, he visto mi futuro y me gusta, moriré viejo, ya lo soy, ya se cumplió la primera profecía, ayudaré a otros, ya lo hago, me ayudo a mi mismo en otra dimensión, donde soy otro, no me meto en lo que no me invitan, allí los ayudo también. Así que seguiré mi camino en paz, mientras exista un árbol que visitar, un perro para platicar, un alma que fortalecer, nunca estaré solo. Las blasfemias se irán a otro lado, ya no conmigo, aquí morirán, junto con los chismes que no deben ser extendidos, porqué yo soy paz. 

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