Opinión

ARENA SUELTA

ARENA SUELTA

POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS

CANDIDATAS Y CANDIDATOS RICOS

CIUDADANAS Y CIUDADANOS POBRES

Lograr identificarse con las causas sociales, suele ser una tarea complicada por las autoridades y esto sucede mayormente derivado del origen de los representantes. Pues, hace mucho tiempo que los que logran obtener un cargo público, lo han hecho por varias razones, menos por venir de la cultura del esfuerzo, que nace de ser de un origen humilde, en donde las penurias o necesidades estuvieron presentes, en su niñez, o durante su adolescencia.

Cuando no sabes lo que cuestan las cosas, difícilmente les darás valor. De modo que, generalmente esa gente que obtiene poder sin antes haberse preparado para ejercerlo, es más fácil que esté cerca de la tiranía que de la solidaridad. Inclusive, será más sencillo que se quiera volver un intocable rey, que un siervo de la nación.

Ciertamente existen las salvedades, de aquellas y aquellos que siendo de un origen pudiente, o burgués, aceptan compartir su riqueza o desarrollan una conducta benevolente. Lo que casi siempre ocurre cuando su preparación se dá en medio del humanismo o los incorruptibles valores. Pero, dado que hay quienes creen que con la plata de obtiene todo, rara vez se pueden ver ricos ayudado a los pobres y antes, lo que vemos, es dando de lo poco que son socorridos a sus iguales: los desposeídos.

No es verdad que los pobres sean buenos y los ricos malos, pues la bondad puede habitar lo mismo en un rico que en un pobre. Pero cuando el mundo tiene a unos cuantos ricos y a millones de pobres, queda claro que los unos están sangrando a los otros.

Muchos son los ricos que, abusando de su poderío, monopolizan los bienes y servicios e infringen las leyes para elevar los costos de sus mercancías, o bien, incurren en actos de corrupción para seguir haciendo de las suyas. Tejiendo un mal que, a los que siempre afectará, será a los más pobres. La indiferencia, la falta de humanidad y muchos otros antivalores se reflejan en cada uno de los abusos que el poderoso comete contra el necesitado.

La democracia debería suponer una oportunidad para la mayoría de la población en el mundo, al poder elegir a la, o a él, que, con sus ideas, planes o proyectos, ofrezca las líneas de acción que acerquen a una vida con bienestar y felicidad, que todos merecemos sólo por el hecho de ser personas y más aún si se entregan en un trabajo o labor, con sus ideas o fuerzas. Sin embargo, cuando el dinero y el poder corrompen, una de las primeras muestras que encontramos es el abuso que conlleva a querer sostenerse en la cima, sean cuales sean los medios.

En la actualidad, pareciera que en lo único que nos parecemos, es en el deseo por tener, el celular más nuevo, el auto lujoso, el viaje al extranjero y la casa enorme. Y que, lo que nos identifica con los demás no es la humanidad, sino la intolerancia.

Si conocemos las necesidades sociales, lo ideal es mostrar compromiso y solidaridad, para que en todas nuestras posibilidades abonemos a que sea menor la tristeza que embarga a un ser o una familia que no pueda cubrir sus necesidades básicas. Del mismo modo hagamos equipo con los que se muestran y son solidarios y hay que alejarnos de quienes, por conservar su posición económica o social, no voltean a ver al necesitado o sólo lo hacen cuando les conviene.

En época de elección, es necesario escudriñar en el pasado y presente de candidatas y candidatos, para detener a esas y eso que siguen viviendo del erario, montados en las creencias rancias de que los cargos son una herencia, o algo que se pueda comprar. Vamos a premiar a los más calificados con nuestro voto, a los que tengan verdaderas ganas de servir al pueblo.

Observemos a nuestro alrededor y seamos capaces de identificar al lobo con piel de oveja, que viene a decirnos que se identifica con los pobres por que le tocó sufrir, aunque eso ni él o ella se lo crean, y se formen historias de telenovela que a la primera pregunta se desmorona, como lo hace el azúcar de un pan dulce.

Aprovechemos los pocos espacios de expresión que tengamos para dar a conocer nuestro pensamiento y exijamos mejores condiciones de vida e igualdad social, no como un lema de algún aspirante o partido, sino como obligación de los gobiernos o autoridades en funciones o como candidatas y candidatos, una vez que lo que dan en campaña o en sus cargos, representan una mínima proporción de lo muchos que nos cobran en impuestos.

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