Opinión

Carrera Biden vs. Trump, y otros sujetos implicados

Por: Zuria Alejandra Romero Ramírez

Joe Biden, el ex vicepresidente de Estados Unidos, mano derecha de Barak Obama, ha decidido postularse para candidato demócrata en las elecciones 2020; y precisamente es él quien lleva la delantera. Bernie Sanders era su competencia más fuerte en la carrera para obtener la candidatura, hasta que, en el mes de abril, abandonó la contienda, dejándole el camino libre.

De hecho, ahora Sanders y Biden tienen una alianza para alcanzar un objetivo común: evitar que Trump permanezca en la Casa Blanca. Esta unión se ha constituido a través de la formación de equipos de trabajo, los cuales tratarán temas clave: sanidad, cambio climático, economía, migración, educación y reforma judicial. Lo que quieren lograr con esto, es la unificación del partido demócrata y crear una agenda común entre Biden y el sector de izquierda del partido.

En el país vecino, el término socialista era un tabú en la política, remitía más bien al comunismo. Lo que Sanders hizo, fue aprovechar esta situación para influir en la opinión pública estadounidense. Llegó a declarar que él era un progresista más alineado con la socialdemocracia europea, que con los movimientos socialistas latinoamericanos. Pero, lógicamente, en el epicentro del capitalismo, lo seguían (y siguen) percibiendo como un radical de extrema izquierda.

Cuando Bernie anunció la suspensión de su campaña, indicó que sus ideas sirvieron para impulsar propuestas que, en un principio fueron consideradas como extremas, pero que ya son parte del discurso político. Como él mismo comentó: “Aunque esta campaña está llegando a su fin, nuestro movimiento no.” Ha logrado inspirar a muchos jóvenes para involucrarse en el sistema político. El movimiento creado por Sanders ya trasciende a la persona.

Ambos necesitan uno del otro para alcanzar sus objetivos. Biden requiere el apoyo de Sanders y sus simpatizantes para tener mayores posibilidades de alcanzar la presidencia, a su vez, Sanders, depende de su aliado para introducir estas propuestas de corte más de izquierda, sobre todo por temas de: sanidad pública universal, la reforma del sistema productivo, de consumo y energético hacia un modelo sostenible, migración, y el avance a una educación pública sin deudas excesivas como las actuales.

Por otro lado, Barack Obama ha tomado el papel de ‘embajador’ de Joe Biden. Mientras Biden intenta desacreditar las políticas de Trump y su respuesta al coronavirus, Obama habla de forma más contundente. Los analistas dicen que tiene la habilidad de llegar a los jóvenes y a las minorías, votantes esenciales para esta coalición democrática. Obama no sólo puede atraer a votantes jóvenes, afroamericanos, latinos y comunidad LGBTQ, sino que también puede regresar a los votantes que le apostaron a Trump en 2016 porque querían un cambio.

En cuanto a la respuesta que el actual presidente ha dado hacia el coronavirus, ha dejado mucho que desear. De hecho, Obama ha expresado su opinión al respecto y por esto, ha sido objeto de críticas al abandonar la vieja norma de mantenerse en silencio con respecto de la administración de los sucesores. Es claro que, son pocos los presidentes que logran cumplir este precepto, pero hay quienes creen que los comentarios fueron muy duros esta vez. Otras personas afirman que lo único que está haciendo es decir lo que todos están pensando. Y hasta hay unas más que indican que le están dando un “regalo” a la campaña de Biden señalando a Obama.

En otras noticias, este popular expresidente ha sido acusado por su sucesor, de un delito que Donald bautizó como “Obamagate”. A pesar de ser un tema del que no deja de hablar, cuando le preguntan qué delito es en realidad, no lo dice. Contesta que es tan obvio que todo mundo lo sabe. Es curioso porque si todo mundo lo supiera, nadie le preguntaría ni se quedaría con cara de what.

Para explicar brevemente y a grandes rasgos qué es el “Obamagate”, es preciso mencionar que el nombre hace alusión al “Watergate”, ese SÍ es un gran escándalo político. Así mismo, tuvo lugar en Estados Unidos en los setentas y comenzó por un robo de documentos en las oficinas igualmente denominadas, en Washington DC, sede del Comité Nacional del Partido Demócrata de Estados Unidos. El crimen que Trump alega consiste en una teoría conspirativa dentro de la administración de Obama para sabotear la presidencia de Donald Trump. A pesar de que el mandatario indicó que el Departamento de Justicia tomaría acción, el Fiscal General lo desmintió al explicar que no existía ninguna investigación al respecto.

Según Gallup, empresa de análisis y asesoría, conocida por sus encuestas de opinión pública, la aprobación de Trump durante estos tres años de su gestión se mantiene en un promedio de 40%. Entre el primero y el 13 de mayo del año en curso, el 49% de las personas encuestadas, da su aprobación al actual presidente, por otro lado, el 48% lo desaprueba, y el 3% no manifiesta opinión alguna.

Debido a la pandemia, no es de extrañar que, en general, los porcentajes de aprobación casi coinciden con las cantidades sobre la respuesta ante este inesperado acontecimiento. Las evaluaciones de Trump han sido más altas en este punto de su mandato. En gran parte por la suspensión del juicio político, que le había dado mayores posibilidades a una reelección, e igualmente, la crisis del coronavirus le ha dado un modesto número de personas que lo apoyan.

Sobre esta misma línea, el país vecino tiene opiniones divididas en relación con el manejo de la situación del COVID por su gobernante, de acuerdo con Gallup, al día 30 de abril, el 50% aprueba la manera en la que se está conduciendo esta crisis, el 48% la desaprueba. El porcentaje de aceptación ha decrecido diez puntos porcentuales desde el mes pasado.

Ciertamente, en un principio, Trump no se tomaba en serio el asunto, y lo único que hacía (como casi siempre), era culpar a China por el virus. En varias ocasiones, él y otros norteamericanos afirmaron que el virus fue creado en los laboratorios chinos, y que estaban consiguiendo evidencias de ello, mas dicha declaración no ha sido probada. Tiempo después, comenzó a tomar acción, sin embargo, hay quienes indican que se perdieron valiosas semanas para evitar la propagación de la enfermedad. Ha dado pésimas recomendaciones, las cuales han tenido repercusiones negativas, como las muertes a causa de la ingesta de cloro o alcohol en gel. Ha difamado y criticado a la OMS, recientemente, la amenazó con retirar de manera permanente los fondos. Justo acaba de comentar que las cifras de coronavirus en su país son “una insignia de honor”, pues eso significa que en su país sí realizan la pruebas y que las autoridades están haciendo su trabajo. Seguidamente, procedió a criticar a otros países.

Existe una gran cantidad de factores que determinarán quién quedará en la silla presidencial. Si bien, Biden está un poco más adelante que Trump, éste ya le pisa los talones. Cabe destacar que, aunque Biden obtenga más votos populares, los que fijan el triunfo son los votos que emita el Colegio Electoral.

Joe Biden tiene puntos a favor y en contra, se apoya en la administración en la que fungió, así como en la presencia de Obama, igualmente, indica que no dudaría en designar como vicepresidenta a Michelle Obama. Esta mujer es una modelo a seguir para más de una. Es bien sabido que tiene una gran capacidad y habilidades de liderazgo, así como una admirable trayectoria. Sería sensacional que hubiera una vicepresidenta mujer y afroamericana en este país, que, en términos de política, a mi parecer, sigue siendo tradicional, ya que, los puestos públicos son reservados para hombres blancos, conservadores, y mayores. Basta con echar un vistazo a los precandidatos, y a quienes se encuentran en la carrera hacia la presidencia. Pero, aunque a varias personas les resultaría agradable tener a Michelle como vicepresidenta, ella declaró que no tiene interés en volver a la Casa Blanca. Y ha recibido una ligera presión por aceptar el cargo, en caso de que proceda, pero, aunque debe de haber mujeres en puestos públicos, no debe ceder por la presión, sino porque realmente ella quiera, pues se trata de asignarle a mujeres los espacios cuando ellas tengan la capacidad para los mismos y la convicción de querer estar ahí. Además, es cuestionable si la vicepresidencia sería la plaza adecuada, en sí, no tiene grandes atribuciones. Tal vez serviría como algo simbólico, pero en realidad hay otras posiciones más importantes.

Aunque Biden cuenta con algunas herramientas, tiene áreas de oportunidad. Le hace falta más energía y asistencia en redes sociales y medios electrónicos y, cuando fue acusado de abuso sexual, tardó demasiado en dar respuesta, añadiendo que negó dichas acusaciones. Trump tampoco sale bien librado en estos temas, pues ha evidenciado su machismo y misoginia desde antes de su gestión y durante la misma. Y este es un tema que se tiene que atender urgentemente, es menester exigir a los funcionarios públicos que dejen de repetir prácticas que denigren a la mujer, para que, de esta manera, se avance hacia una sociedad más armónica, justa e igualitaria.

Sobre el papel del actual mandatario, hay que reconocer que ha dado excelentes resultados en cuanto a economía y reducción de tasas de desempleo; que es lo que verdaderamente le importa a la población estadounidense. Sin embargo, se presentó esta cuestión de la pandemia, que puede dar resultados positivos o negativos hacia Donald Trump, dependiendo de las acciones que tome él y sus colaboradores, de cómo responda la gente a éstas y de los resultados efectivos ante la actual problemática.

Todavía es pronto para aseverar si Biden relevará a Trump o si este será reelecto, a final de cuentas, los dos son hombres blancos, mayores, conservadores, etcétera. Lo que tal vez sería innovador, si es que sucede, es que se lleven a cabo los programas que Sanders y Biden buscan implementar. Es posible que estos programas, que son más bien progresistas, se pongan en funcionamiento con un matiz que esté más acorde con la ideología del norteamericano promedio. Aún queda un largo camino por recorrer de aquí al 3 de noviembre, así que, todo puede cambiar.

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