Despertar de la tierra
Despertar de la tierra
¿Cómo lidiar con el miedo?
Son muchos los sucesos que la tierra está presentando consecutivamente, que ya empezamos a sentir esa cosquilla de lo desconocido, empezamos a adentrarnos en terrenos de lo prohibido por años. El hombre empieza a sentir miedo y comienza a buscar explicaciones de otro tipo, algo que esté fuera de lo normalmente aceptado. Si bien, desde los años setentas, el calentamiento global ha sido el demonio a combatir en las mentes de las personas comunes, es el demonio que se ha encargado de establecer el infierno en la tierra y por más de cuarenta años se han establecido, formado y surgido miles de organizaciones que combaten según sus percepciones el cambio climático, muchas de ellas son solamente fachadas de algún negocio personal o familiar que lucraba con el miedo y con dialéctica bien estructura y mal direccionada lograba miles de pesos en donaciones.
Vimos como aparecen logotipos, leyendas y programas verdes, todos manejados desde la incongruencia, todos manejados desde una percepción equivocada de lo que significa realmente proteger la vida en su conjunto. Nos perdemos en la fachada de cuidar un árbol, es cuidar la vida, el bosque no es un árbol, el bosque no son una cantidad de los mismos árboles, el bosque es más que eso, es un ecosistema complejo y completo, que muere al momento en que nosotros decidimos hacerlos vivir. El ecosistema, la naturaleza o el medio ambiente se recuperan por abandono, es lo contrario a lo que creemos, que se recupera cuidándolo. No es así.
A la naturaleza dejémosla en paz, ella encontrará su equilibrio, está preparada para ello. El hombre aun se cree omnisciente, y estamos seguros que no, lo ha demostrado con creces y con estas mismas lo está pagando. El mundo está cambiando y ninguna acción de protección al medio ambiente ha logrado sus objetivos, solo porque no se alinea a los intereses políticos del hombre. Así la naturaleza sigue su curso decadente, mientras el hombre no modifique sus patrones de consumo y mientras no modifique lo más importante: su mentalidad consciente.
Si bien, decíamos que el hombre gracias a los eventos funestos que están sucediendo en estos días, cuando la fe y la medicina no les alcanza para sobrevivir, empieza a buscar respuestas en otros medios. Medios que ya estaban disponibles hace miles de años, como regresar a lo básico y consumir lo necesario. Vemos que la pandemia nos ha abierto muchos portales de comunicación y todos opinan y crean su propio ambiente, viciado o no, o hacen suyo, tanto que se lo creen y se lo crean.
La semana pasada empezó a circular una nota que tiene en la portada BBC news, que menciona que los polos magnéticos de la tierra se están desplazando y que nos estamos acercando a un posible cambio de eje de la tierra. Eso nos dice que los fenómenos naturales no son únicamente producto del calentamiento global. Señala este portal que la nota fue publicada por la revista Science, esto nos da una señal de alerta de que algo está pasando en serio, como para que se pongan a justificar científicamente lo que los amantes de la conspiración habían venido señalando desde hace mucho, y es que la tierra tiene 4 movimientos y no dos, el de rotación, el de traslación, el de oscilación y el de rotación de ejes, movimientos no aceptados anteriormente, pero que con los eventos tan dramáticos que tenemos empiezan a ser analizados, y este es uno de ellos.
Esta aceptación, desde luego con las reservas que ustedes consideren necesarias respecto a la legalidad de la nota, consideramos que sí, efectivamente estamos ante un desplazamiento real del eje de la tierra. Ya, anteriormente, habíamos comentado que el norte magnético se ha desplazado hacía Siberia y que la tierra sufría bamboleos extremos, que nos habían lanzado la alarma. El bamboleo lo pueden confirmar con un poco de paciencia, revisando durante un par de meses la aurora y el ocaso del sol, y el desplazamiento del eje, observando el desplazamiento de los vórtices polares, o las líneas de hielo y las temperaturas de los polos. Eso lo vemos en estos días, cuando el frío bajó en la franja oriental del continente americano, desde Canadá hasta México, y en Europa horizontal en todo el continente, entre Italia, Grecia, Turquía, Israel, Jordania, China y Japón, y en la parte norte del desierto del Sahara.
En todas estas zonas nevó, situación extrema e inédita en muchos de estos lugares. Toda esta situación, aunada a las distintas pandemias, los distintos incendios forestales alrededor del mundo, los sismos, las inundaciones, las plagas, están provocando miedo a vivir en las personas. Se nota una deflexión hacia lo sobrenatural, buscan respuestas en lo desconocido, lo conocido ya no es suficiente, ni la ciencia ha parado la muerte, ni la fe ha reducido la cantidad de defunciones. Una de las líneas que se está haciendo popular, es el saber cuando se va a acabar el mundo. Mientras unos especulan que durará unos 10 años, otros que habrá continuidad de la vida por muchos siglos más.
Cierto es que los eventos se están acumulando y que se ve pronto el fin de esta humanidad, la tierra siguiendo el ciclo universal tiende a correr más rápido a su nueva investidura, si es llegar a una nueva dimensión o no, de eso todavía no estamos seguros. Lo seguro, es que el tiempo está corriendo muy rápido, hacia el destino que tiene. Las horas son más cortas, esto ya lo señalaba Schumann en su teoría de la resonancia, y aunado al acercamiento del planeta X o 10, con su masa enorme que ejerce una presión enorme a la tierra, los eventos parecen apocalípticos.
Una de las teorías que se están barajando, es que a la tierra le quedan diez años de vida. No es que se vaya a acabar como tal, sino que la humanidad tiene diez años para equilibrar el número de habitantes contra la cantidad de alimento que puede producir la tierra sin obligarla al monocultivo, ni con fertilizantes químicos, herbicidas, insecticidas ni fungicidas, caso bastante complicado para los líderes, o para aquellos que tienen la información, pues la vida en la sociedad es lo más preciados para el común de los mortales y la defienden como parte de su evolución, sino, no tendría caso tanto esfuerzo de los médicos y científicos que elaboran las vacunas en intentar salvar algunas vidas, porque los muertos son aquellos que ya no quieren vivir y de alguna manera la naturaleza les pide de regreso el traje y su energía seguirá en algún lugar o en la fuente o en el aín de los gnósticos, pero seguirá allí esperando nuevamente cruzar el umbral de las experiencias para regresar salvo a casa.
Mientras la realidad nos señala cuál es el verdadero destino del alma en el hombre, si es que vamos a un cielo, a un infierno, a un purgatorio, a un ain o a la fuente, el hombre se llena de miedos, miedo a lo desconocido, miedo a la muerte, sin ponerse a analizar que la muerte está con nosotros todos los días, desde el momento en que nacemos, porque la vida y la muerte son las dos caras de la misma moneda, son indivisibles e inseparables. La vida y la muerte siempre van de la mano de todos nosotros, solo que muchos no lo queremos entender y cuando la vemos cerca, llamándonos, tememos y queremos alargar nuestra estancia en la tierra, con el riesgo enorme de entrar en la rueda de las repeticiones de los errores, que, si fuésemos eternos, sería un tedio repetir todo una y otra vez. A esta vida, se viene a aprender de todo, por lo que debemos recibir, sin preguntar, porqué la vida nos regala lo que necesitamos, ni más, ni menos.
La muchedumbre pues está temerosa de que la muerte los alcance un día antes del día aciago, sabemos que no existe ese día antes, son meras especulaciones de aquellos que ponemos altas expectativas a una persona que no quiere seguir con la experiencia de vida, la pandemia, el frío extremo y los temblores nos siguen poniendo a prueba, nos está haciendo más fuertes cada día más, nos está señalando pautas que debemos interpretar y seguir. Pareciera que el polo norte actual será nuestro destino, en estos tiempos estaba más cálido que mucho del territorio señalado, y se pronóstica, que en unos pocos días Europa sufrirá un calor extremo, propio del verano en pleno invierno. Esos cambios tan repentinos y tan extremos terminarán rompiendo algo en este precario equilibrio o terminarán por aportarnos algo más que venga a reestablecerlo. No sabemos, pero la situación no es halagüeña para el hombre.
Las teorías conspiracionales están resultando ciertas, la ciencia estoy seguro que las sabía en gran medida, las religiones la sabían en gran medida, los grupos de poder seguro que lo saben, pero no se pueden arriesgar a meter miedo colectivo, eso desestabilizaría al planeta, tal y como lo vemos ahora, ya estamos viendo que las ciudades han dejado de fungir como tales, se han convertido en celdas enormes, que te restringen toda acción llamada libertaria, te impone nuevas reglas, te hace sentir atado a ella. La era de las ciudades está terminando, quizá con estos sucesos podamos entender de alguna manera lo que le sucedió a los mayas, no podría dudar ni un poco que las ciudades se volvieran peligrosas por sí mismas y que hayan generado su propia enfermedad que las dejó prácticamente vacías, así vislumbramos a la humanidad en pocos años, ciudades vacías, el hombre abandonado a su suerte, muriendo de hambre, muriendo de enfermedades desconocidas, muriendo de guerra, muriendo para poder sobrevivir.
Y, tanto hoy como ayer, quedarán solo las pequeñas islas de hombres solitarios, que decidieron no acercarse a la civilización por considerarla agresiva hacia su madre tierra. Esos no serán tocados por la muerte, ellos estarán en otro calendario, ese donde no hay miedo a la muerte, pues la muerte los acompaña todos los días, su vida es un discurrir entre la muerte y la supervivencia.
El miedo a la muerte, es el miedo más irónico de todos, la muerte nos fue dada en custodia el día que nacimos, es responsabilidad nuestra hacerla nuestra compañera de viaje y abrazarla con cariño el día que decidamos morir, no cuando muramos, es cuando decidamos morir, porque nuestro destino y planes han sido cumplidos, el miedo debe ser barrido, como cuando barres la casa, eliminando todo aquello que nos hace daño, solo hay que verlo a la cara y seguir caminando.