Despertar de la tierra

Polvos de otros lodos.

La encrucijada de la muerte está cerca, el hombre no ceja en su intento de morirse hoy. Camina ciego, trastrabillando, resbalando sobre sus propias heces, matando cada día más y más especias, convirtiéndolas en cosas, en seres que son poco más que nada. Vemos con tristeza que tenemos el conocimiento, la información y no entendemos la importancia de usarla a favor nuestro, ya no tenemos alimentos, ya nos terminamos los nutrientes de la tierra, la carrera viene cuesta abajo, la carrera empezó y no hace mucho que lo hizo, la espiran decadente está siendo tirada por nosotros mismos y vamos gustosos al encuentro de nuestra propia muerte. Lo hacemos convencidos que es por nuestro bien, que es por nuestra salud.

 Vemos con tristeza que los animales mueren antes de morir, antes de que sean destinados al consumo humano ya están muertos, mueren al momento en que se ha decidido mandarlos al plato y mueren porque no tienen ya la manera de surtirse ellos mismos de los nutrientes que requieren para vivir, son zombis, son muertos en vida, y eso es lo que comemos. Lo mismo pasa con las frutas, las verduras y semillas, todo está muerto antes de ser cosechado, antes de ser enviado a la fábrica. La industria de los alimentos es un panteón, una fiambrera y nosotros somos culpables por exigirles nos surtan de sus alimentos, sin siquiera asegurarnos que son saludables, y mientras tu consumas, ellos etiquetarán sus productos como si fuesen saludables, como si fuesen sanos, jugarán con tu pereza, jugarán con tu necesidad de subsistir.

 Cuando decimos que la industria nos engaña, lo decimos con conocimiento de causa. Sabemos que todos los alimentos que tienen un proceso industrial en la preparación, no son alimentos, son otra cosa, menos alimentos. Por ello, requieren estar normados, porque son productos que pueden ser más o menos nocivos para la salud, solo se norman y etiquetan para decir que no te matan a corto plazo, que te matarán a largo plazo y muchos de ellos ya habrán cambiado de nombre, las empresas habrán cambiado de nombre o de dueño y no tendrás a quien reclamar. Así que, esa necesidad que te creaste de tener todo tipo de muestras de cosas que se dicen alimentos y que te duran años sin pudrirse, que tienen el sabor uniforme a pesar del tiempo, del clima, de las condiciones de transporte o cuidado, te provocará indubitablemente una enfermedad más o menos mortal acorde a tu genética.

 Morirás, sí, como todos moriremos, pero no lo harás sin haber pagado el precio en salud y no es necesario que exploremos tanto en las explicaciones científicas, sobre las consecuencias catastróficas en salud, que nos han dejado estos seudo alimentos en la salud mundial, las ingentes cantidades de casos de cáncer, de obesidad, de hipertensión o de diabetes los delatan y en esa loca carrera de alimentar más bocas, de lo que la tierra tiene la capacidad de mantener de manera saludable, ha provocado un descontrol enorme en todos los ecosistemas, todos los elementos, todos los animales, todos suelos, todos mares, todos los aires, todo ser vivo ha sido dañado. No hay ser vivo en esta tierra que no sufra estrés por la forma en que el hombre toma a la vida, no nos extrañe que la vida nos tome como su experimento, para ver qué tan resilientes llegamos a ser.

En Chile, una de las mayores factorías de bacalao del mundo, después de las noruegas desde luego, con exportaciones millonarias, está ahora en un dilema, sus peces criados en jaulas sufren de parásitos debido al ambiente inmóvil y la hacinación en la que viven. Sí, están bien alimentados, pero no son capaces de combatir por sí mismos a los parásitos y conviven con ellos y los productores tienen que recurrir a los antibióticos, y con el tiempo, los parásitos se volvieron inmunes a la mayoría de los medicamentos. Lo critico, no es que le trasmitan al hombre o los parásitos o los medicamentos a través de la carne, lo crítico es que el hombre ha llegado al máximo en el sistema de antibióticos, que ya no le queda ninguno que sea tan poderoso que pudiese combatir a los parásitos con eficacia, debido a que son resistentes.

Eso, tarde o temprano, terminará por desechar al producto por no cumplir con las normas sanitarias, y los animales si son enviados a la libertad, provocarán un desequilibrio enorme, pues los demás paces no estarán en condiciones de sobrevivir ante parásitos súper dotados y morirán, será una peste enorme, no hablemos de que las aguas ya están muy contaminadas con restos de medicamentos de todo tipo, con restos e fertilizantes, de fungicidas, de herbicidas, de desechos industriales en escalas brutales. El escenario no es favorable, lo vemos claro, no solo en la pandemia que sigue su curso, modificando cadenas de ARN, mutando a virus más poderosos y más letales, de los cuales ya hemos sido advertidos que, posterior a la Semana Santa, podríamos tener una tercera ola de contagios y muertes a nivel mundial.

 En México, no tendríamos una segunda, ni tercera ola. En México es la misma ola desde abril del 2020, con altibajos, provocada. Vemos como se ha modificado nuestro entorno y se está volviendo fatídico. En esta semana hemos observado como se cubren nuestras ciudades de un velo ocre, nubes de polvo, con vientos fuertes. Esos vientos suelen limpiar las nubes de contaminación de las ciudades, desplazándolas y diluyéndolas, pero también arrastran toda clase de seres microscópicos que pueden dañarnos si no estamos fuertes, ni preparados, y sabemos que nuestros cuerpos ya no son saludables, que no estamos los suficientemente fuertes para soportar embates de parásitos a nivel global, llámense virus, bacterias o parásitos, si todo el ecosistema colapsa, la industria de los alimentos cierra, moriremos muchos, la tierra podría descansar un poco, el dilema moral seria analizado solamente unos días, mientras la muerte nos empieza a llegar, cuando la muerte cabalgue rampante, nadie se preocupará, si es moral o amoral dejar a alguien sin alimentos solo porque los fabrican en serie, la pelea por la supervivencia será distinta. Para ese entonces, la tierra estará renovándose, más volcanes, más ciclones, más incendios, más tornados, más sismos, más pandemias.

Mientras eso llega, seguiremos tragando polvo de aquellos lodos, polvo de los lagos secos, polvo de las tierra yermas, que no tienen ya aquél ecosistema que la protegía para evitar la erosión y culparemos al destino, culparemos a dios y jamás se nos ocurrirá culparnos, porque la culpa siempre será de otros, y aquellos otros, los que puedan entender el mensaje serán los agradecidos, los que empezarán a hacer el cambio interno, los que saben que no hay mañana, los que empiezan a modificar su entorno, los que empiezan a modificar su mentalidad, los que empezarán a regar aquellos polvos, para volverlos a hacer suelo fértil, los que respetarán a todo ser vivo, los que eliminarán las fronteras, los que dejarán en libertad todo aquello que nació libre, incluyendo a sí mismos.

 Se terminará la propiedad, porque no somos dueños de nada, la propiedad es solo una medida de control, pero ya todo se está descontrolando, la tierra está cambiando y lo hace de manera acelerada, nos está invitando a parar, nos está invitando a detener la vorágine destructora en un afán de progreso, cuando el progreso significa únicamente muerte, los necrófagos que somos deben perecer, perecer en conciencia, los animales deben empezar a vivir, debemos empezar a vivir, no a sobrevivir, no hay medicamento que te haga eterno, todos alargan tu agonía, el retornar a la naturaleza, hará que su paz sea verdadera, que tu salud sea limpia, que tu mente no divague entre el ser y el querer, y entre el querer y el deber, solo serán un ser más en completa paz, y la paz se acerca, y no será provocada por el hombre, el hombre será obligado a tomarla como último recurso.

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