Opinión

Despertar Poético

Despertar Poético

Estuvo de moda el año pasado, al inicio de la pandemia del covid19, una teoría llamada “la inmunidad de rebaño”, derivada de la necesidad inconsciente del hombre de sentirse seguro y no sufrir los embates de la pandemia, separando a las personas sanas de las enfermas, hasta que todas fuesen sanas nuevamente. Se aplicó en algunos lugares, sin embargo, no funcionó, y se quedó solo como un rasgo emocional de esperanza, pues la pandemia nos doblegó por completo, se expandió con la virulencia de su significado, muy rápido recorrió e infectó al mundo entero, nos puso de rodillas.
El hombre en rebaño es predecible, no entendió el mensaje y se lo dejó a los hombres solitarios, como sociedad. La pandemia nos doblegó como nunca antes lo había hecho, las potencias empezaron a sentirse vulnerables, eso nos hizo reflexionar sobre nuestro destino y sobre nuestra fortaleza como hombres individuales, reafirmamos lo que ya sabíamos, que el hombre en su conciencia colectiva estaba enfermo, las medidas y recomendaciones de ayer, no son las mismas de hoy, y ninguna ha sido ni efectiva, ni respetada. Las consecuencias están visibles todos los días, vemos muerte y desesperación en muchos de los rostros que transitan este mundo, las ciudades se convirtieron en grandes cementerios, en grandes ríos de lágrimas, ya no son el escape aquel del joven que busca aligerar sus cascos, ahora es el miedo a morir, a morir de miedo y de enfermedad.
Enfermedad creada o no, enfermedad que arrastramos con los tiempos o no, sabemos que hay algo más, algo que no hemos logrado descubrir, algo que va más allá del miedo, nos estamos muriendo de todo y de nada, y no hemos sido capaces de encontrar la cura, que no está ni en la vacuna, ni en la medicina, está en el hombre mismo. Pero el hombre mismo no se quiere curar, desdeña su esencia, desdeña su propia fuerza, se la entrega a otros, depende más de lo que otros digan que harán para curarlo que lo que se haya preguntado o hecho para curarse a sí mismos. No sabemos aun cual es la causa de todas las muertes, la pandemia es solo un nombre, la pandemia es solo un efecto de un todo, es la conjunción de efectos del estilo de vida, y más por ignorancia del funcionamiento del universo, que también juega un papel importante.
Nuestras interrogantes son muchas, las respuestas se irán descubriendo con el paso del tiempo y con la muerte de los inquisidores, que somos nosotros, la interrogante primera del año 2020 es: ¿Por qué el hombre no logró esa ansiada inmunidad de rebaño? La respuesta pareciera complicada, porque la subjetividad del hombre le da esa complicación, no es una respuesta cerrada, es un rodear explicaciones que no existen, buscando una que nos haga sentir tranquilos.
Algunos filósofos han trabajado en eso desde hace mucho tiempo, Nietzsche por ejemplo, ya lo había descrito hace 135 años, cuando escribió la genealogía de la moral, señalaba que para lograr ser un ser superior, inclusive a sí mismo, deberíamos salirnos del rebaño, de la inefable muchedumbre, de las multitudes, estas tienen la gracia de descomponer la moral y dañar al hombre, pues el hombre en rebaño es inconsciente de su moral individual, así se juega la vida de una manera desenfrenada, buscando cosechar el fruto del árbol que no sembró, de la manera más rápida posible, sin preocuparse en plantar más árboles para cosechar de manera ordinaria, eso nos ha traído a esta debacle. Esta máxima de Nietzsche nos refleja al máximo el uso de las vacunas y de la medicina en la posible salvación del hombre, algo que no va a suceder como consecuencia, todo es cíclico, ese ciclo se cierra y tendrán que venir otras vacunas distintas, para males posiblemente distintos que se podrían curar internamente.
Nietzsche, decía, que la moralidad reinante en occidente va en contra de los instintos vitales del ser humano, motivo por el cual es tremendamente perjudicial, la mentalidad negativa del hombre hace que viva la vida rápido y dejar constancia de su paso debido a la cortedad de su paso por este mundo, para ello, algo que vemos con total vigencia, recomienda que debes retirarte del rebaño irracional que no te dejará avanzar, para ser un hombre superior a todos, debes alejarte de la muchedumbre, irte a vivir en soledad. El hombre superior, debe vivir alejado del rebaño para crear su arte y su legado, para ello debe de pasar tiempo en soledad y cultivar sus dotes intelectuales, las que el rebaño a desechado de antemano. Eso es lo más bello de la excelencia humana, te hace un ser superior, pues para superarte a ti mismo, te desentiendes de las criticas de la muchedumbre y más si estas no tienen alguna utilidad, así desecha todo lo que le obstaculiza en su cultivo personal.
Para el hombre superior un juicio positivo o negativo es igual de despreciable si sale de la boca de un necio, caso contrario de un sabio, un hombre superior, sabe que los elogios y los reproches son lo mismo, pero con distinta intensión. El hombre superior es impenetrable a las alabanzas y a las críticas, sabe de su valía personal, no requiere del juicio de valor de nadie, pero se apoya en aquellos que lo incitan a crecer. Tendrá pocos maestros, pero de gran calado. Las muchedumbres son solo eso: muchedumbre, son grupúsculos que siguen ideales nimios e inútiles, que se encargan de idealizar el cuerpo por sobre la mente, desdeñando la justicia del sí mismo, “el sentido de justicia del hombre superior está más allá de toda apelación, por ende, las culpas y las alabanzas son totalmente impenetrables a las grandes mentes”.
Para ser un superhombre no tienes que buscar ser como alguno de los genios conocidos, solo debes actuar con firmeza, con seguridad en el futuro, debes tener un propósito claro de tu vida. La contraparte del hombre superior es el rebaño o muchedumbre, esa muchedumbre en su individualidad son los hombres mediocres, que son la mayoría y eligen presidentes en los países, son personajes que solo buscan la comodidad y el placer hedónico, su personalidad lo delata, es perezoso y conformista, su actividad principal se enfoca en la subsistencia, se encuentran desprovistos de un impulso creador, son los que dictan las modas, dictan los caminos.
También, dentro del rebaño existe otro grupo más visceral, son todos aquellos que viven peleados con la vida, los resentidos sociales, perciben al mundo como un lugar hostil, se pelean con todos y con ellos mismos, se sienten abandonados de su suerte, por ello buscan el consuelo no en sí mismos, no en el hombre mismo, sino en todos los vicios que puedan adquirir. Dice Nietzsche: “hay entre todos los hombres, como en el resto del reino animal, un exceso de sujetos enfermizos, degenerados y fracasados, cuyo único destino posible es el sufrimiento, los casos de éxito son la excepción, no la norma”. Estos sujetos, llamados esclavos de las pasiones, son altamente tóxicos, tienen un exceso de envidia y sienten al superhombre como su enemigo, se unen en manada cual perro feral para arrastrar al hombre superior a la mediocridad.
Una vez el hombre superior rebajado a su nivel, su imponencia ya no les incomodará, y lo logran muchas veces, implementando reglas morales limitantes, reglas que imponen a la fuerza y se convierten en sus enemigos todos aquellos que no sigan sus reglas y serán perseguidos hasta hacerlos parte del rebaño. El superhombre sabe que ser del rebaño no es el camino, las reglas morales autoimpuestas no le son respetables. Nietzsche señala al respecto que “no existe moral más perniciosa que aquella que despoja al hombre de sí mismo, obligándolo a convertirse en un ser decadente”. El hombre superior sabe del poder del rebaño, las multitudes tienen alto poder de persuasión, porque seducen a muchos individuos de buena fe, esos que aun no han encontrado su lugar en la sociedad y que desconocen el camino al superhombre.
La multitud se aprovecha de los genios que tienen las defensas bajas, que se encuentran en momentos de incertidumbre, la miel es bastante espesa, las multitudes te obligarán a sentirte en tu zona de confort, ¿Para qué te vas a esforzar, si puedes disfrutar de la vida aquí y ahora? Este modo de pensamiento te obstaculiza el genio, haciendo que el genio desparezca. Nuestra sociedad es un ejemplo claro de la sociedad decadente, conformista y apática, la muchedumbre sigue esos patrones como una norma, privando al hombre del valor supremo de ser sí mismo, priva al hombre de explotar el genio, se convierte en un simple peón de los demás.
Nietzsche señala que la sociedad está decayendo en un prototipo de persona más cómoda, conformista, indiferente, ignorante, endeble, miedosa y mediocre, es la peor de las fatalidades. Vemos con tristeza que el filosofo se ha convertido en una especie de adivino, que, sin caer en la teúrgia, ha predicho con precisión el destino de la sociedad. Vemos pues que la muchedumbre hoy es conformista, decadente y manipulable, que no deja a los espíritus libres elevarse, sabemos que el hombre superior no tiene una forma de medirse de manera cuantitativa, pero si cuantitativa. El hombre superior tiene parámetros identificables, tiene un pensamiento analítico y crítico, que aporta beneficios a la sociedad en contraparte a la muchedumbre que está en guerra contra sí y contra el mundo.
El hombre superior tiene como regla el respeto, el conocimiento y la justicia, buscará siempre soluciones sin culpables, son parte del equilibrio y ya es hora de que muchos de los hombres logren dar ese salto cuántico y salirse del rebaño,

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