El amor no está muerto

Siempre es bueno, poder compartir testimonios de vida, expresar lo que pensamos y queremos; y es muy lindo estar juntos los que creemos en la vida, la paz, la justicia, el amor y la libertad, solo por mencionar algunas bondades del ser humano. Pensar en la sociedad, nos lleva a reflexionar sobre los problemas sociales, porque muchos seguimos pensando y añorando una civilización del amor, donde las normas no se concreten en ser prohibiciones, sino en oportunidades de ser mejor persona, en opciones de seguirnos humanizando.
Quisiera recurrir a un concepto necesario en la sociedad el “bien común” dicho de otra manera: “que todos seamos uno, para que el mundo crea”. Recurrir a este concepto nos lleva a pensar que en la base de cualquier civilización o grupo humano el cuidado del bien por todos es necesario, por lo que despierta otros intereses sociales como el ser testigos y defensores de los acuerdos y valores comunes de dicha civilización.
Un motor que debe mover la civilidad y que debe provocar el deseo de aprender a relacionarnos con respeto con los demás es el amor. Y es con este valor que aprendemos a vernos como peregrinos que hacen los caminos juntos, peregrinos que están llenos de oportunidades, llenos de desafíos y llenos de esperanza. Peregrinos que aprenden el valor del respeto del otro, pues han tenido el coraje de verse a sí mismos, limitados y frágiles, y reconocer en su semejante el deseo de ser mejor.
El amor nos da la oportunidad de aprender a confiar el corazón al compañero de camino sin recelos, sin desconfianzas, mirando solamente lo que en realidad buscamos: la paz que nos haga vivir plenamente sin miedos y en el amor santo, alcanzando en nuestra vida una ágape existencial. De aquí la necesidad de ir creciendo en la existencia artesanalmente en busca de la plenitud y la felicidad.
El amor no ha muerto, y se vislumbra en la mirada de las personas que trabajan por la paz. “Bienaventurados los que trabajan por la paz”. Entre los seres humanos el amor debe ser los cimientos de los proyectos que organizan y mejoran las condiciones humanas, deben ser la columna que sostenga las normas y acuerdos entre los hombres, debe ser el detonante de nuevos proyectos que mejoren la vida, pero también debe ser la atmosfera que cubre, defiende y protege a las familias de los enemigos del orden y del amor entre los hombres, que promueven ideologías a favor de la cultura de muerte, ideologías subjetivistas y hasta cierto punto deshumanizantes.
El amor no está muerto, y aunque en algunos ambientes o grupos sociales es difícil anunciarlo, aconsejar y proponer los ideales del amor, debemos seguirlo anunciando. Muchas veces la sociedad se cierra sin darse cuenta y no escucha la voz del amor, sabemos que en el fondo queremos encontrar el amor como juez, como el abrazo de un padre que nos protege y nos motiva a superar el miedo ante las propias debilidades de los hombres para saber resplandecer el tesoro que encierra cada hombre depositado en vasijas de barro.
El amor no está muerto, aunque agonice en muchos corazones, sigue latiendo en la mayoría de la sociedad. En las sociedades que aún siguen apostando por ser una comunidad transparente, acogedora, honesta, atractiva, comunicativa, asequible, alegre y con la capacidad de interactuar sin descrinar a nadie.

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