Opinión

El “oro verde” salió más caro de lo esperado

La naturaleza no puede esconder su realidad y las recientes lluvias, que han azotado a la zona centro del país, dejaron como evidencia una cicatriz de destrucción y muerte que, desde al menos un par de años atrás se veía venir las consecuencias de la tala de bosques, para convertirlos en tierras productoras de aguacate, llevaron a un desastre que cobró vidas en Peribán.

Al menos siete muertes y 9 desapariciones fueron el saldo del desborde del Rio Cutio y la presa Parástico, en este municipio michoacano, donde intensas lluvias azotaron entre el 22 y 23 de septiembre. Pero además de las precipitaciones, hubo otros factores que fueron señalados por los mismos habitantes, uno que antes había traído “prosperidad”.

EL LADO “BONITO”

En marzo de 2017, en una rueda de prensa, el entonces secretario del Ayuntamiento de Peribán, Carlos Lucatero, expuso que el municipio cuenta con una superficie establecida de 10 mil 574 hectáreas de aguacate, de las cuales 6 mil 835 están dedicadas a huertos orgánicos y para la exportación, en tanto para el mercado nacional se tiene el registro de 3 mil 739 hectáreas.

Mencionó que el registro de productores es de 2 mil 425, que el 30 % de la superficie en este municipio es agrícola y tan solo a Estados Unidos se dirigen 46 mil 400 toneladas del denominado oro verde, 21 mil 500 se exportan a Japón y 2 mil 500 a Canadá.

Estas cifras colocan a Peribán como uno de los municipio con más producción de aguacate, junto con Los Reyes, Uruapan, Tancítaro, Salvador Escalante, Tacámbaro, Ario de Rosales, Uruapan y Nuevo Parangaricutiro.

El posicionamiento incluso a nivel mundial y  derrama económica, parecían ser la única y muy positiva consecuencia de esa producción de “oro verde”.

PRIMERO, LA AMENAZA DEL CRIMEN

Esa bonanza traída por el aguacate, llevó a que el cartel de Los Zetas se viera atraído ante las grandes cantidades de dinero que se habían generado.

Los Zetas mataban, secuestraban, extorsionaban y manejaban los prósperos negocios de aguacate en Peribán, hasta que La Familia Michoacana los expulsó. Esos justicieros liderados por un hombre delirante, violento y ultra religioso, conocido como Nazario Moreno, alias El Más Loco, prometieron no convertirse en aquello que combatieron. Pero lo hicieron. Y al poco tiempo La Familia Michoacana comenzó a cobrar por la «protección», transformándose en el nuevo azote de Peribán.

Tras la supuesta muerte de Nazario Moreno, uno de los líderes, Jesús Méndez, quiso liderar al grupo criminal. Su posible ascenso provocó una ruptura con otros dos líderes poderosos, Enrique Plancarte, El Kike, y Servando Gómez, La Tuta, quienes fundaron su propia organización, una mezcla de cártel, guerrilla e iglesia: le llamaron Los Caballeros Templarios, inspirados en la orden religiosa y militar de Los Caballeros Pobres de Cristo.

En 2013, Peribán era su bastión, su mina de oro, igual que otros municipios vecinos, como Los Reyes. Nadie entraba y salía del pueblo sin pagar la autorización de los jefes de plaza, que La Tuta rotaba. Los prósperos aguacateros de la zona pronto se sumieron en la pobreza, a causa de los altos «impuestos» que cobraba el cártel. Quien se negaba, pagaba con su cabeza hallada en alguna plaza pública y su cuerpo abandonado en alguna cueva o huerta alejada.

El dominio se rompió cuando el movimiento de autodefensas se gestó, en febrero de 2013, a 90 kilómetros de Peribán, en el municipio de Tepalcatepec.

LA ADVERTENCIA CON FUEGO

También hace dos años, pero en Uruapan, se había mostrado advertencia de las devastaciones que venían como consecuencia de la búsqueda de esta prosperidad del “oro verde”.

En abril de 2016, más de cien hectáreas de bosque estuvieron bajo fuego en el Cerro de La Cruz, esto a 24 horas de haber iniciado el siniestro que aparentemente fue provocado por personas que se dieron a la fuga.

Los señalamientos fueron hacia productores de aguacate y la indignación de miles no se hizo esperar; sin embargo esta práctica, sin mediciones de riesgos, ya se había realizado en muchos otros sitios.

Después se hicieron varias jornadas de reforestación, pero no todas exitosas, pues incluso durante las últimas dos semanas usuarios en redes sociales han expuesto fotografías donde se ven amontonados decenas de árboles. Le seguimos fallando a la naturaleza.

Pero peor aún, es que este tipo de acciones no iban a quedar sin secuelas, pues el equilibrio de la naturaleza es por demás sensible.

LA FATAL CONSECUENCIA

El cambio de uso del suelo en la red hidrográfica del arroyo Cutio, en Peribán, para convertir bosques en áreas aguacateras, dejó la zona descubierta ante posibles contingencias ambientales.

Esto se expuso en el documento “Análisis hidroclimático histórico, precipitación y de uso del suelo, Peribán, Michoacán y ANP Pico de Tancítaro”, firmado por los doctores Alberto Gómez-Tagle Jr. y Francisco Gómez-Tagle, y el maestro Rafael Morales Chávez, del Instituto de Investigaciones sobre los Recursos Naturales, confirmando con mapas la severidad del problema.

En este se expone que “la cuenca del arroyo Cutio (4,208 has) ha sufrido un serio cambio de uso del suelo, 39% corresponde a huertas de aguacate, incluso dentro del Área Natural Protegida Pico de Tancítaro”, dice el documento. En esa zona –agrega- “el cultivo de aguacate abarca hasta el 18% (4,292 has) de las 23,405.92 hectáreas”.

“(El pasado 21 de septiembre de 2018) hubo intensidades de precipitación elevadas, similares a otros eventos registrados otros años. Sin embargo, este evento ocurrió al final de la época lluviosa, cuando el suelo ya casi no alcanza a absorber agua, por estar casi saturado de la misma”.

Así fue como, la tarde del 23 de septiembre, el Rio Cutio y la presa Parástico no pudieron contener sus niveles y sus aguas se desbordaron, empezado a pasar entre las calles de Peribán, generando destrozos, desapariciones y muerte a su paso, sobre todo en las colonias Tirinditas y río Negro.

Las imágenes en vídeo de como el agua invade las zonas aledañas a su cuenca, llevándose lo mismo vegetación que vehículos y casas, causaron alarma entre michoacanos y después todo el país.

En cuestión de horas se fueron difundiendo las cifras de muertos y desaparecidos, que llegaron hasta siete vidas perdidas. Se trata de una tragedia. Aunque también hubo historias de esperanza, cuando se encontraron a  algunas de las personas llevadas por las aguas.

Las generaciones a costa de los recursos naturales, requieren de cuidado y respeto por el equilibrio ecológico, las consecuencias están llegando a fuertes niveles y podría ser una llamada de atención. El “oro verde” está saliendo más caro de lo que se creía.

 

 

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