GRATITUD A NUESTROS ABUELOS (ARENA SUELTA)

POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS

La rama de la medicina que se ocupa de los problemas y enfermedades de los adultos mayores es la geriatría, además de incluir la prevención y el manejo del proceso de envejecimiento, también abarca el tratamiento de aspectos psicológicos y sociales que acompañan ésta etapa de la vida. Envejecer, además de ser un proceso gradual de degradación del organismo, es una condición biológica en la que los seres vivos llegan a la denominación de ancianos.

Así como los pediatras para los niños, los geriatras para los adultos mayores, son las personas ideales que deben atenderles.

Con el tiempo las personas de edad avanzada presentan una serie de complicaciones de salud, entre las que se encuentran: la demencia, la incontinencia urinaria, la osteoporosis o la depresión, entre otras, que para ser tratadas requieren una constante disciplina, pero también, y sobre todo, de tener seguridad social, o bien el suficiente recurso económico para tal efecto.

Muchas naciones del mundo se están volviendo viejas en su población, lo que no representaría problema alguno si sus sistemas de salud, como los educativos y demás de índole social, tuviesen la característica de atención a ésta población de la tercera edad; sin embargo, no planear para la prevención o el auxilio de nuestro abuelitos, mediante políticas publicas serias y de largo alcance, han hecho que sea preocupante la condición en la que llegan a sus últimos días nuestras personas mayores, siendo su último refugio, si bien les va, algún asilo, alguna estancia o su estadía en alguna institución de asistencia privada, y en los peores casos, el maltrato en casas de familiares, el peregrinar de hogar en hogar, incluso terminar en situación de calle.

Para nadie es ajeno que los adultos mayores representan un cumulo de conocimientos, y aunque algunos lo saben, pocos lo valoran, por eso a nuestros viejecitos se les niega en muchas ocasiones la oportunidad de opinar o de ser escuchados y se les relega o se les impide una participación activa en la vida familiar y social, lo que acaba con su vivir antes de tiempo, debido a que tanto a algún adulto como a un niño,  al no permitirles realizarse, de alguna manera se les mata en vida.

 Ciertamente existen esfuerzos por permitir que las personas de edad avanzada sigan manteniéndose activas, como ejemplo en México podríamos mencionar el servicio de empaquetado en los súper mercados,  actividad que desafortunadamente queda a merced de la voluntad del comprador y que en muchos casos sólo lo que les da de propina es lo que tienen como salario, por lo que además de hacer un llamado a poder apoyarles lo más posible, también valdría la pena que se considere por parte de las empresas, que se les otorgue algún pago de base y de ser posible condiciones de seguridad social, que puedan permitirles que vivan una vida de calidad.

En el caso de nuestro país, para el tema de la educación de nuestros adultos mayores, también existen instituciones para que aquellos que aún con sus años a cuestas, y que no sepan leer y escribir, lo puedan hacer, se trata del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos, por sus siglas INEA, que desde su creación en agosto de 1981, hasta la fecha, ha podido ofrecer servicios educativos de educación básica, apoyando de ese modo a que la vida de los adultos mayores sea mejor, una vez que la luz del conocimiento mejora la calidad de vida de cualquiera. Sin embargo, en el aspecto educativo, aún hay mucho por hacer, pues siendo claro que la formación de docentes y asistentes educativos debe estar enfocada a la atención de la población de mayor edad o capacitación de los adultos mayores, muchas entidades no lo han intentado siquiera y eso permite vislumbrar una crisis que tendrán que enfrentar más temprano que tarde.

En la actualidad, países como: Italia, Austria, San Marino, Grecia, Eslovenia, Finlandia o Bélgica, cuentan con una población que oscila de los 44 a los 45 años de edad, lo que les hacer ser las naciones con mayor número de adultos mayores, a las que tendríamos que voltear a ver, para conocer lo que están haciendo para atender a sus personas mayores, y cuidando las  proporciones hacer lo propio en México y dejar de pensar que llegar a la tercera edad es estar más lejos de la vida y más cerca de la muerte.

En cuanto a la calidad de vida se trata, así como a la preservación de éste bien superior que permite estar vivos, no se debe escatimar ni esfuerzo, ni recurso, y debemos multiplicar el trabajo para que sea digno cada segundo de existencia de las mujeres y los hombres que con sus enseñanzas lograron  hacernos hombres y mujeres de bien, y que en el continuar de su camino por la vida encuentren en cada niño, adulto o joven, la mano amiga, el hombro de apoyo, el pañuelo de lágrimas o la sonrisa dulce que solo un alma agradecida puede dar.

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