Historias desde la oscuridad


Autor: Ricarda Vega Estrada

¿Acto Heroico?
Cuando nos adentramos en la literatura, cuando le tomamos el gusto a la
lectura, nos encontramos con hermosas obras de arte. Muchas de ellas hablan
de héroes y de heroínas, mujeres de gran belleza, de gran fortaleza y con el
ímpetu de lebreles. Los hombres, enromes, recios, de galanura extrema y de
una honradez a toda prueba, simbolizan todo lo que el hombre desea para sí:
valentía, fortaleza y perseverancia. Se narra en ellas cómo los héroes se
enfrentan a múltiples dificultades, arremeten con enjundia en cientos de
batallas, sacan de lo profundo de su ser todos los poderes que los humanos
tenemos, pero que no sabemos explotarlos, para salvar muchas vidas.
El hombre de hoy está deseoso de héroes, los inventa, los saca de cada
situación, a falta de los héroes literarios, los saca de donde puede. Así, hoy,
cuando en el mundo ronda la muerte encarnada en un virus, cuando la
pandemia trae de cabeza a todos los gobiernos y con la falta de héroes de
grandes hazañas, se les nombra héroes a todos los trabajadores de la salud, y
tienen razón, estas personas han demostrado ser de acero, han aguantado
desveladas, miedo, incertidumbre, sobrecarga de trabajo, exposición al virus y
vejaciones por los incultos.
Para la mayoría lo son, pero algunos de nosotros, que tenemos discapacidades
físicas, tenemos a nuestros héroes personales, que al igual que los héroes de
las novelas, al igual que los héroes de la mitología, están salvando vidas. Nos
referimos a todas aquellas personas que llevan a sus familiares que necesitan
apoyo a los hospitales, aquellos que están sanos, que están completos, que
tienen la fortaleza, valor, entereza y entrega para llevar a los hospitales a todos
aquellos que por circunstancias de la vida no pueden.
Es estresante que en plena pandemia nadie quiera acercarse a los hospitales, el
miedo a la muerte es muy fuerte, el miedo a lo desconocido es enorme. Sin
embargo, los familiares de los que requieren del servicio hospitalario reúnen
todas sus fuerzas para lograr acercarlos, sacan fuerzas de flaqueza al ver el

sufrimiento de aquellos pacientes que sufren alguna enfermedad crónica, o
padecen una enfermedad que los limita en sus movimientos, o resiste la propia
enfermedad llamada coronavirus, la que ha mermado a la población de una
manera brutal y sigue haciendo estragos en el inconsciente colectivo.
Estos héroes luchan contra sus propios miedos, contra sí mismos, con tal de
aliviar, aunque sea un poco los males de sus familiares, muchos de ellos con
enfermedades llamadas “incurables”, a ellos no les importa arriesgarse, lo
hacen con un fin muy grande, me los imagino, enormes, fuertes, que envueltos
en la necesidad de hacer feliz a su familia, sacan de su vaina la espada de
valentía, se acomodan su gran escudo de amor y salen a la calle a llevar a su
familiar a luchar su propia guerra. Ambos, guerreros de la vida, héroes de sus
películas personales, en la calle, los dos a la defensiva, cursan caminos
peligrosos, en cualquier momento, en cualquier lugar, podrán encontrarse
luchando entre la vida y la muerte. Dos contrincantes que pelean por la
pertenencia de la vida.
La muerte trae bajo el brazo a un pequeño virus, que puede posarse sobre ti
en cualquier momento y ponerte en serios predicamentos, es tan diminuto que
no lo vemos, solo la ciencia nos asegura que allí está, que es real, que vive,
vuela y gusta de posarse en cuerpos débiles, nuestros héroes, conocedores de
la situación y a pesar del riesgo, intentan por todos los medios salvar a sus
familias, se atreven a salir a enfrentarse con el virus en el exterior, salir es
arriesgarse a tensar la mente, el virus, pequeño, peligroso, como no lo vemos,
vamos a ciegas, nosotros con la falta de visión física, ellos, nuestros héroes, a
ciegas mentalmente, más en el miedo, solo nuestra mente es capaz de recrearlo
y con ello poner a trabajar al sistema inmunológico para protegerse.
Es una guerra constante, interna y externa, interna contra nosotros mismos y
nuestra confianza, externa contra el virus y la opinión pública, que se empeña
en juzgarnos y juzgar a nuestros héroes, para quienes debemos respeto y
gratitud, pues ellos solo tienen en mente liberar a sus familias del dolor, a
costa de su propia vida. Sabemos que una vez afuera, con nosotros o sin
nosotros, libran sus propias batallas contra el virus, muchos han caído, muchos
siguen en la lucha, porqué la batalla final no se ha dado, el virus sigue,
nosotros seguimos y necesitamos de su ayuda, enormes como son, honorables
como son, responsables como son, acuden prestos a nuestro llamado de
auxilio.
Nosotros que padecemos enfermedades crónicas, que sufrimos
discapacidades, nos enfrentamos a la vida con la fortaleza y confianza de tener
a esos héroes a nuestro lado, día a día. Los que dependemos de las

hemodiálisis o los que dependemos de una quimioterapia, libramos las más
duras batallas, porqué se suma un enemigo más llamado coronavirus. Los
retos son enormes, no solo tenemos que trabajar con el miedo, el miedo
siempre presente de que este sea nuestro último día, debido a nuestra
condición, y más si la misma sociedad nos estigmatiza, nos juzga a destiempo.
Escuchamos mensajes nada alentadores que han permeado hasta a nuestra
familia, señalan “si a ti te da el coronavirus, tu si te mueres”, y aunque
tenemos miedo, miedo a morir, debemos seguir intentando recuperar la salud,
debemos salir a enfrentar a las enfermedades con espíritu combativo, con la
esperanza de mantener siempre un cielo azul sobre nuestras cabezas, como lo
dijera Marcel Proust, esa esperanza es la que nos hace enfrentar con fiereza los
retos que se nos imponen, porqué no solo enfrentamos a la enfermedad propia
de nuestra incapacidad, como la ceguera, como la falla renal, como el
desequilibrio físico, como el cáncer, enfrentamos al coronavirus en cada
exposición o ida a hemodiálisis o a quimioterapia, enfrentamos los juicios de
las personas que nos señalan como objetos preciados del coronavirus, pues nos
consideran vulnerables.
Y en nuestra condición no es necesario que nos lo refrieguen en la cara, lo
sabemos, con el simple hecho de no ver, somos vulnerables ante aquellos que
si ven, hacemos loas por los que nos cuidan. Adicional a esos retos, hay otros
también importantes y que nos limitan nuestro actuar, uno es la falta de
recursos, la crisis económica para nosotros es más brutal, no tenemos ingresos,
pues no nos dan trabajo, no tenemos ingresos, porque aún con nuestra
capacidad creativa intacta, no nos permiten generar obras de arte.
La falta de recursos nos impide conseguir herramientas de trabajo y los
políticos también nos ponen obstáculos muy fuertes, pues la falta de medicinas
en los centros de salud nos obliga a adquirirlas y como no tenemos recursos
debemos echar mano de la bondad de nuestras familias, que amorosamente
nos proporcionan los recursos, que deberían ser aportados por las entidades de
salud. Por eso decimos nosotros, que no solo los médicos, enfermeras,
intendentes, todos los que trabajan en el sector salud son héroes, en nuestras
familias tenemos a nuestros héroes personales, aquellos que nos acompañan a
los hospitales, arriesgándose, arriesgándonos.
Hay otros, que indirectamente hacen sus actos heroicos, desplazándose al
extranjero como migrantes, para poder tener un mejor ingreso y apoyar a
personajes como nosotros que dependemos de ellos. Esos héroes libran sus
propias batallas, arriesgan su vida, caminan por sendas marcadas por el dolor

y la incertidumbre, solos, cruzando el río, cruzando la frontera, caminando por
los desiertos, con la humana intención de que nosotros acá sigamos con vida.
Los medicamentos son caros, con un ingreso promedio aquí en México no
puedes solventar de manera adecuada los gastos, tienes que buscar otras
opciones y Estados Unidos es una de las más socorridas. Mi respeto y
admiración por todos ellos que, si bien no son héroes como en las noveles, ni
como en la mitología clásica, hacen actos heroicos enormes, su lucha es
nuestra lucha, nuestra lucha es la vida misma, y la vida nuestra, después de
luchar contra todo y contra todos los que nos limitan, es la lucha por la
trascendencia y por sentirnos útiles.
Queremos que las condiciones nos sean más favorables para poder aportar
algo a la sociedad, algo de lo mucho que nos dan a pesar de todas las batallas
que tenemos que sortear, la vida así es, un cúmulo de experiencias salvado con
las batallas, y estamos en la lucha, mientras la vida nos permita contar con los
héroes que nos ayudan a cada instante. Gracias a ellos estamos aquí, gracias a
nosotros, estamos aquí, todos somos uno.

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