José Sixto Verduzco. El Hombre que inscribió a Tuzantla en el libro glorioso de la Patria (II de III)

Por Pablo Rico Gallegos

José Sixto de la Santísima Trinidad Berduzco Macías, nació en  Zamora, Mich., el 29 de marzo de 1773, aunque en la Enciclopedia Libre (https://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Sixto_Verduzco) se afirma que su natalicio aconteció en el día señalado, pero en el año de 1770.

Según constancia que obra en el Archivo parroquial de La Purísima de su ciudad natal, sus padres fueron Joaquín Berduzco y María Antonia Macías, ambos españoles peninsulares, por lo que el personaje que nos ocupa era auténticamente criollo, es decir, español nacido en México. Sus tíos, el bachiller José Antonio Macías y su hermana doña María Rita Macías fueron sus padrinos de bautismo.

Aunque su apellido en la fe de bautismo está escrito Berduzco, y aún el mismo José Sixto de la Santísima Trinidad así lo consignaba, como puede observarse en el facsímil que incluyo en la presentación de la síntesis de este documento, subida a mi página de conocida red social, es de considerar que en  los archivos de la Universidad de México en los que constan sus grados de licenciado y doctor en teología aparece escrito Verduzco.

Por mi parte, prefiero esta última manera de referencia, amén de que así lo registran los textos de historia.

Cursó su educación básica en el Hospicio de las Llagas de Nuestro Padre Seráfico de San Francisco, institución recién fundada en Zamora (1769).

Hacia 1783, habiendo cumplido apenas los 13 años, es trasladado a la ciudad de Valladolid, y con el apoyo económico del cura José Antonio Macías su tío y padrino de bautizo, es inscrito en el Colegio de San Nicolás, cuyo rector era  Don Miguel Hidalgo y Costilla.

Así, fue testigo de la profunda reforma al Reglamento del Colegio, misma que sirvió de base para la inclusión en el  plan de estudios de las asignaturas de Filosofía, Teología Escolástica y Moral, además de la incorporación de las cátedras de Derecho Civil y Derecho Canónico a su oferta educativa.

Sin embargo, pocos años después y como consecuencia de las ideas que en el Colegio de San Nicolás se gestaban, el gobierno virreinal decretó su clausura, siendo hasta el 17 de enero de 1847 cuando el gobernador Melchor Ocampo procedió a su reapertura, dándole el nombre de Primitivo y Nacional Colegio de San Nicolás de Hidalgo.

Al terminar sus  estudios eclesiásticos en el Seminario Tridentino de Valladolid, recibe su ordenación sacerdotal de manos del Obispo Fray Juan de San Miguel, el día 21 de diciembre de 1797, precisamente en la misma ceremonia en la que también se ordenó sacerdote Don José María Morelos y Pavón.

Poco tiempo después, José Sixto Verduzco ingresó a la Universidad Nacional de México para estudiar retórica y teología, obteniendo los grados de licenciado y doctor el 16 de diciembre de 1801, siendo nombrado inmediatamente después Vicerrector del Colegio de San Nicolás en Valladolid.

Posteriormente fue rector y catedrático de prima y sagrada teología cargos desempeñados hasta el año de 1805. Don Nicolás Rangel autor y compilador de los Documentos de la vida universitaria de José Sixto Verduzco dice que sólo existen las pruebas de su actividad académica hasta el año de 1805.

Algunos autores, no tienen empacho en juzgar a nuestro biografiado con escasas luces intelectuales. Por ejemplo, Zárate, en la obra México a través de los siglos, de Vicente Riva Palacio, en la página 260, refiriéndose a los firmantes del Acta constitutiva de la Suprema Junta nacional Americana, dice:

Hemos dado á conocer en el curso de esta historia al general  Rayón. Respecto de los otros dos miembros de la Junta de Zitácuaro,  Liceaga se había distinguido ya por su ardiente adhesión á la  causa  de la  independencia, aunque  no siempre la fortuna le protegió como jefe en los campos de batalla y Berdusco aparecía por primera vez en el palenque  de la revolución y desde su humilde curato de Tusantla se alzaba al alto puesto de miembro de la Junta  directiva. Hombre de intenso patriotismo, no conformaban en él  las virtudes cívicas con sus humildes dotes intelectuales.

Herrejón Peredo, de El Colegio de Michoacán y apoyado en la Colección de documentos para la historia de la guerra de independencia de 1808 a 1821, de Juan E. Hernández y Dávalos, afirma que en  los documento 76 y 96 se puede comprobar que Lucas Alamán consideraba José Sixto Verduzco como “(…) uno de los hombres más ignorantes…que yo he sostenido”.

El mismo Herrejón Peredo en el mismo documento, consignado al final de este escrito, ironizaba en seguida transcribiendo un soneto del vituperado cura de Tuzantla:

A LA VIRGEN DE GUADALUPE

“Terribilis ut castrorum acies ordinata”

“Si cubierta de luto y amargura

Un año, dulce América, has llorado,

Ya te ofrece el consuelo suspirado

La benigna María, la Madre pura.

Ya en Zitácuaro insigne te asegura

Lo que allá en Tepeyac dejó firmado,

Que habías de ser un pueblo afortunado

Y el objeto feliz de su ternura.

Lejos, pues, la inquietud, tiemble medroso

El cruel Calleja y su comparsa impía

Que han llenado de horror tu suelo hermoso.

Porque al fiero compás de su porfía,

Cual ejército invicto y poderoso

Verán los bellos ojos de María.”

El epígrafe que, inmediatamente después del título, aparece en  latín, se traduce como “Terrible como ejército en orden de batalla”.

Genaro García, en Documentos históricos mexicanos. Obra conmemorativa del primer centenario de la Independencia, publicada en 1910 por el Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología, textualmente afirma:

«… Verduzco era de suyo empeñoso, áspero de genio y muy propio para activar las labores de sus subalternos, como el más eficaz sobrestante las cuadrillas de unos albañiles negligentes: no es mucho, pues, que dentro de poco tiempo fundiera cañones, tuviera un regular parque, y su tropa formase una división respetable: faltábale una cosa, (y no de poca monta) un buen jefe que la mandase, pues no sabía palabra de milicia.»

Tal vez estos detractores consideraban inmerecidos los nombramientos y comisiones otorgadas al Dr. Verduzco, por existir otros personajes más reconocidos en el momento histórico que se vivía. Conjeturo que quizá perdían de vista tres circunstancias:

Primera: José Sixto Verduzco fue alumno del Colegio de San Nicolás, cuya Rectoría en ese entonces ostentaba Don Miguel Hidalgo y Costilla.

Segunda: Era condiscípulo de Don José Ma. Morelos y Pavón, habiéndose incluso ordenado en la misma ceremonia.

Tercera: Fue maestro de Don José Ignacio López-Rayón, cuya preeminencia en ese momento era incuestionable.

Condiciones del Dr. Verduzco que no eran poca cosa de tener en cuenta. Si no, léase el fragmento que reproduzco de la carta que Morelos le escribió a Rayón desde Tixtla, el 13 de agosto de 1811, en respuesta a la solicitud de autorización para formar la Junta Nacional Americana, misiva en la que el Siervo de la Nación da su anuencia, nombrando como su representante para asistir a ella al cura de Tuzantla:

(…) En cuanto a formar la Junta, parece que estábamos en un mismo pensamiento y muchos días ha que la he deseado para evitar tantos males por los que nada hemos progresado, y por ellos he padecido hambres y desnudeces hasta llegar el caso de vender mi ropa de uso, quedándome con lo encapillado por socorrer las tropas.
(…)
Por este rumbo no hay letrado que poder comisionar de mi parte, y aunque yo no lo soy, pudiera, asistiendo a la Junta, allanar algunas dificultades por algunas experiencias; pero no pudiendo separarme un instante sin riesgo de perder, desde luego nombro en mi lugar al Dr. D. Sixto Berdusco,
 cura de Tuzantla, para que representando mi persona, concurra en la Junta a dictar lo conveniente a la causa para cortar el desorden y anarquía que amenaza, no haciéndolo en la persona de V.E., porque debiendo ser uno de los miembros de la Junta, no se diga que lo ha querido ser todo.

He asentado anteriormente que el Dr. Verduzco era hijo de españoles peninsulares, pero esto no significa que por tal condición tuviera una fortuna familiar heredada. Sin el apoyo económico de su tío, el cura José Antonio Macías, difícilmente hubiera alcanzado los logros académicos obtenidos, incluso hay quien afirma que Verduzco cursó el Doctorado en Teología con la intención de obtener como herencia la capellanía del referido tío y padrino, a través del Tribunal de Testamentos, Capellanías y Obras Pías, como lo había hecho su compañero de estudios Don José María Morelos y Pavón. Se asegura que si no realizó tal trámite, fue porque tanto él como su tío, se incorporaron a las fuerzas independentistas de Morelos, cuando estalló la lucha insurgente.

Por cierto, y de esto solo tengo referencias de la tradición oral, se ha transmitido de generación en generación, la creencia de que uno de los cerros más altos y cercanos a la población se llama El Cabildo porque ahí Verduzco, Rayón y otros, conspiraban en favor de la independencia,

Una vez constituida la Junta Nacional Americana, Verduzco fue desig­nado responsable de las operaciones de Michoacán, dejó el curato de Tuzantla y se dirigió a Uruapan asociado con unos cuantos oficiales con quienes organizó en esa población una división de cerca de 1,000 hombres.

Las intervenciones militares de Verduzco no fueron excepcionales en modo alguno. Aunque su entusiasmo y valentía no admitían duda alguna, era evidente que no poseía el genio de Morelos u otros jefes insurgentes.

Morelos excepcionalmente, en una sola personalidad, fue sacerdote, militar y aún estadista.

Lo anterior se demuestra con los resultados de los combates sostenidos, entre otros,  en las lomas que llaman de El Calvario, en las inmediaciones de Pátzcuaro, Apatzingán, Tancítaro, en las Barrancas de Aguanito, cerca de Valladolid, o Matanguarán, aledaña a Uruapan…

Sin embargo, la derrota más trascendente en el currículo militar de Verduzco, fue sin duda el desastroso ataque a Valladolid, hoy Morelia, acción en la que el cura de Tuzantla, viéndose al mando de más de 25,000 hombres, desoyó las órdenes de Rayón en el sentido de que éste, con más visión militar, le ordenó que no intentara acción alguna hasta nueva disposición. No obstante, Verduzco desobedeció la disposición y se dispuso a asaltar la ciudad el  30 de enero de 1813. Acampó su ejército las Lomas de Santa María, en las goteras de la actual Morelia,  pero el teniente coronel  Antonio Linares, que desde diez días antes ya tenía noticias del pretendido ataque, ya había preparado la defensa de manera muy eficaz y meticulosa.

La derrota de Verduzco fue estrepitosa…

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