Opinión

La mafia a la que pertenecemos (Despertar de la tierra)

La mafia a la que pertenecemos

La naturaleza nos ofrece de manera gratuita alimento y medicina, para la naturaleza no existen plantas buenas, ni plantas malas, sólo son organismos destinados a servir y servirse de otros organismos, que repiten su destino en ciclos continuos, que terminarán cuando la vida en la tierra termine. Las plantas se nutren de los cuatro elementos: agua, viento, fuego y tierra, al igual que el hombre, al igual que los minerales, unas plantas absorben nutrientes de la tierra y aportan otros para que otras los absorban y a su vez estas fijen nuevos. Así es el ciclo continuo de alimentación de la tierra, la tierra se nutre de animales, plantas, minerales, sol, agua y viento, el hombre también. Si algún elemento de estos falta, la vida se compromete. De esa manera el cuerpo humano, al faltarle algún nutriente aportado por algunos de estos elementos, se desequilibra. Ese desequilibrio se llama enfermedad.

Con la tecnificación del campo, en la revolución industrial, aparecieron las primeras industrias alimentarias, las farmacéuticas y de bebidas, aligerando la carga de trabajo en las cocinas de los hogares, donde se generaba la salud del cuerpo. Este cambio aparentemente sin consecuencias es el mayor productor de enfermos del mundo, no sólo nos enfermó el cuerpo, nos enfermó la mente, nos obnubiló con la promesa de una vida mejor, con lujos, con más tiempo libre para disfrutar la familia, con un estatus que la cocina tradicional no le proporcionaba, la cual empezó a ser denigrada y calificada como atávica y retrograda.

No es sorpresa para nadie, hoy en día, que la industria de los alimentos nos ha dañado la salud, tampoco es sorpresa para nadie el que los medicamentos todos tengan efectos secundarios negativos al cuerpo, que cuando empiezas a tomarlos, debes prepararte para tomar un coctel que ayude a contrarrestar los efectos secundarios de unos y otros; y así, de esa manera entras a la cadena de la mayor mafia del consumo del mundo, al momento de depender de los bienes de consumo obligado por tu ignorancia, y en cierta medida, todos somos parte de esa mafia, unos por beneficiarse de ella, otros por ser sumisos y algunos por no reaccionar a sabiendas de sus planes o efectos.

 Cuando la industria de los alimentos y los medicamentos afianzaron su poder, se creó una relación simbiótica, en la que los humanos somos los conejillos de indias, que corremos como desesperados ante cada nueva apertura de tienda de alimentos de diseño, donde te ofrecen la carne más jugosa empacada, la fruta más fresca envasada y la medicina para los efectos secundarios de esos alimentos. Nos hemos vuelto carroñeros, comemos carne de un animal que fue sacrificado meses atrás, comemos frutas y verduras que fueron cosechadas meses atrás, la falacia esa “del campo a tu mesa” se pierde al momento en que las preparan para dormir, mientras esperan que el mercado se las consuma.

La falsa idea de que los alimentos procesados son sanos nos ha taponado la razón y nos convertimos en un círculo eterno del síndrome de Estocolmo, amamos a quien nos daña, amamos a quien nos mantiene cautivos y los defendemos de una manera atroz: consumiendo sus productos; por ejemplo, si la coca-cola nos vende un alimento embotellado y nos señala que es sano, lo usamos, porque lo han metido en nuestra mente, de una manera u otra, y consumimos. En México se consumen aproximadamente dos litros de coca-cola a la semana por persona, somo el mayor consumidor del mundo y quienes más lo hacen son los nativos de Chiapas, que pasará en poco tiempo a ser el que más muertes por enfermedades relacionadas a su consumos tengan, debido principalmente a la ignorancia y a la benevolencia de los mercados apapachados por los gobiernos falaces y permisivos, aunque el mayor culpable seamos nosotros mismos, pues un mercado sin clientes muere, si dejamos de consumir, la industria muerte y tendrá que migrar a otras opciones de venta si quiere mantenerse viva.

¿Cómo hacer para salirnos de esa mafia consumista, para poder volver a ser libres y sanos? La respuesta la tenemos ¿Qué tanto nos gustaría vivir sanos? Así de simple, si queremos ser sanos, debemos volver al origen de los alimentos, producirlos, prepararlos y consumirlos en ese orden, y eliminar todo rastro de la industria de nuestra vida. Lo difícil es hacerlo, se requiere de mucho esfuerzo, el cual no hemos estado dispuestos a hacer, porque la facilidad con la que contamos al tenerlos a la mano en el supermercado nos gana, nos hace suponer que tenemos más tiempo libre a que si los producimos y que, desde luego, producirlos no da estatus social, sólo da pobreza mental. La ventaja que tiene el hombre, es que tanto ha consumido de la industria que ya nace crónicamente enfermo, de esa manera está siendo consciente de que debe volver a ser sano y la industria para no perecer, empieza a voltear sus intereses a lo verde y sacan embustes, como el famoso “taxi ecológico” del distrito Federal, que era el mismo auto que tu conducías, sólo pintado de verde, sin ningún aditamento especial, sin ninguna ventaja ecológica, sólo el nombre.

 Así la industria del alimento te hace preparados sanos, que les llaman “suplementos alimenticios naturales”, que al momento de incorporarle aditivos, espesantes, colorantes y conservadores, dejan de ser “sanos” y nosotros al consumirlos somos sus cómplices, pero nos gustan las palabras rimbombantes, esas que nos hagan sentir que somos modernos, que estamos dentro del sistema, que somos parte del enorme grupo de personas que vive la vida como si se fuese acabar el mismo día. Sí nos dicen que es sano beber dos litros de agua de alguna marca, lo hacemos, porque tenemos la ilusión de ser sanos. Sí nos enfermamos, consumimos medicamentos, porqué eso nos hace la ilusión de ser sanos, pero no hacemos el esfuerzo, ni de investigar si los alimentos son naturales, ni si los medicamentos tienen efectos secundarios. En algunos alimentos podría ser relativamente sencillo saber si son sanos; por ejemplo, en todas las frutas y verduras que se producen de manera anual y si las consumes fuera de temporada ten la seguridad de que fueron tratados para que llegaran a tu mesa como si acabasen de ser cosechadas; sin embargo, no es así, por lo tanto, los nutrientes no son los mismos.

 Los alimentos enlatados y envasados son por si mismos alimentos malos, basta leer las etiquetas e investigar los ingredientes y su reacción en el cuerpo. A los medicamentos, todos basta con investigar las reacciones secundarias, el cuerpo es sabio y nos da señales de cuando estamos haciendo las acciones incorrectas, nos talla nuestros errores en la cara, enfermándonos, y la industria farmacéutica y alimenticia no te quiere sano, no te quiere instruido, te quiere enfermo para que consumas, crónicamente enfermo para que consumas hasta tu muerte. Una deuda bastante onerosa para el personaje común y vemos como la sociedad, a la que pertenecemos todos, cae en las garras de la industria, aun a sabiendas. Eso nos hace cómplices de ellos y nos hace culpables al cien de nuestras propias desgracias.

 Sólo tenemos un camino que recorrer y es de regreso hacia las técnicas ancestrales, hacia la naturaleza, hacía el redescubrimiento del origen y destino del hombre: “la tierra”. La madre consentidora, que nos apapachará a pesar de haberla dañado. El hombre tendrá que volver a lo mínimo indispensable para poder sobrevivir, la gran carga tecnológica que tiene no podrá ser soportada por mucho. Alemania y Suiza ya están tomando previsiones, ellos producen la mayoría de los medicamentos del mundo, pero casi no los consumen, y son sanos, para ello se convirtieron en los mayores consumidores de alimentos orgánicos, los cuales importan por miles de países que viven crónicamente enfermos por consumir sus medicamentos, se parece mucho a la fábula de la calle “si vendes un producto, no lo consumas, no reduzcas tu ganancia por tu displicencia”, y la ejemplifican en los vendedores de droga, ellos saben el daño que causan las drogas, y sólo las venden, no las consumen.

Nosotros, en nuestro país, con recursos enormes para poder vivir sanos, para poder exportar alimentos sanos, somos los mayores consumidores de alimentos dañinos y de medicamentos potencialmente mortales, somos la mayor falacia andando, somos la mayor muestra de la estupidez basada en la moda y la ignorancia, y le seguimos el juego a la moda, la que inventó la industria para mantenerte subyugado, y que sigas consumiendo, aun a costa de tu vida, que directa o indirectamente destruyes.

 Somos parte de la mafia, porque le permitimos vivir. La mafia vive, porque nosotros la alimentamos y creemos que somos libres. Para ser libre necesitas salirte del sistema, necesitas abandonar el mullido sillón y regresar al arado y azadón, necesitas regresar a alimentarte como lo hacían tus abuelos y bisabuelos, y vivían sanos hasta los 70, 80 o 90 años, sin tanta molestia. La industria no es mala, nos ha traído avances que nos hacen más productivos y nos hacen movernos con mayor fluidez, somos nosotros que queremos hacernos la vida fácil, ese es nuestro pecado, la mafia lo sabe, por eso te usa, eres parte de ella.

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