Las primeras reacciones. Despierta la conciencia colectiva (Despertar de la tierra)

Las primeras reacciones.

Despierta la conciencia colectiva.

El tiempo corre muy rápido o ¿La humanidad tiene prisa en desaparecer? Las dos acciones son correctas, el tiempo se desliza raudo y la humanidad corre muy aprisa. Parece que fue hace poco cuando la tierra se movía temerariamente, desplazándose despacio hacia el continente, en las costas de Oaxaca. Fue en 2017, cuando se movió tan fuerte que sentíamos que el destino nos había alcanzado, sobrevivimos la mayoría, algunos no tuvieron esa suerte. Han pasado poco más de dos años y medio de eso, y la tierra nuevamente se empieza a mover nerviosa, con mucha prolijidad, igual que en 2017, con sismos de baja intensidad en zonas no comunes, como en San Felipe, B.C; Nacozari, Sonora, o en la ciudad de México, y en las zonas comunes, como las costas de Jalisco, de Michoacán, de Guerrero, Oaxaca y Chiapas, consideramos que son ciclos propios de la tierra, que se tiene que mover, y con mayor prontitud, debido al final de este ciclo.

El sismo de 7.2 sucedido el día 23 de junio, según reportan medios nacionales, aduciendo a información de la NASA, desplazó 45 centímetros el territorio de Oaxaca. Haciendo una comparativa entre los mapas satelitales del 31 de marzo y del 23 de junio, señala la información, se observa un desplazamiento del suelo: “Se ha observado un desplazamiento de casi 45 centímetros en el epicentro del terremoto, según el análisis inicial”. Esta información viene a engrosar la cantidad de eventos que apuntan a una tierra que gira su eje hacia una nueva geolocalización, nada es casualidad, ni siquiera el polvo del Sahara, o los incendios en el ártico, ni siquiera el virus que anda suelto y que no nos deja descansar, todo es parte de un plan muy bien orquestado por las energías universales.

 Está tan a la vista el cambio en la tierra, que hasta los portales políticos están tomando nota de la situación en la que nos encontramos; por ejemplo, señala en editoriales la cintilla llamada “Donceles” del diario Milenio, el día 6 de Julio de 2020: “Más de siete: nos vemos azotados por una plaga detrás de otra. Se saluda con fanfarrias la globalización. Lo terrible es que nos muestra su plenitud con virus de difícil control; con simunes (viene de simún: nota del editor), tsunamis, aumento de temperatura, desertificación, empobrecimiento en más de un sentido. La naturaleza nos castiga. Y nos seguirá castigando, mientras nosotros le seguimos infringiendo castigos a ella”.

 Es extraño que salgan notas de este tipo en esa editorial, su percepción no es del todo errónea, la tierra nos seguirá castigando… ¿Pero: es en realidad un castigo? No lo creo, la tierra no tiene la misma percepción que el hombre para poder definir si lo que hace es castigar, no tiene esa predisposición a la venganza. Si así fuese, el hombre hubiese desaparecido desde el momento de su concepción. Desde los inicios de la historia de la humanidad, en la teoría que sea, el hombre ha tenido que matar para alimentarse, y ha tenido que morir para que la vida continúe, es una ley. Así que, desde los orígenes del hombre, la tierra tiene elementos para desaparecerlo.

Podríamos imaginarnos un escenario donde la tierra estuviera pasando factura a cada instante por los insectos ingeridos al correr, por los animales asesinados para alimentarse, por las plantas mutiladas para servir de alimento, al pagar, el hombre ya no existiría; pero, gracias al universo, así no funciona la tierra, funciona gracias al ciclo de la vida.

Sabemos pues que la columna “Donceles” hace una alusión un tanto filosófica del tema, sólo así encontrarnos la verdad que buscan; si dañan la tierra, la tierra nos regresa el golpe con los eventos que estamos viviendo, mientras nosotros como humanidad, seguimos enceguecidos por el oropel de la globalización, creyendo que el orden y progreso debe ser a costa de nuestra propia existencia. Bueno, el mercado no mencionaría jamás que el progreso se gana dañándonos, el mercado engaña a las mentes zafias, a las mentes prístinas, les da la oportunidad de sentirse valoradas, en el desvalor, les enseñan sólo una cara de la moneda.

Lo que sí es cierto, es que la globalización trae consigo no sólo progreso técnico y científico, también trae consigo la globalización de las enfermedades y la inmediatez de los contagios, evidentemente ya tenemos el miedo primigenio dentro de nuestro subconsciente, el miedo a lo desconocido, el miedo a la llegada de la muerte por la puerta de la casa, eso nos hace ver débiles y nos hace sospechar de cualquier indicio de peligro, y empezamos a elucubrar sobre todo lo nuevo a nuestros ojos, sobre todo lo extraño; como la aparición de los sapos gigantes en Estados Unidos, las avispas gigantes asiáticas, las plagas de mosquitos provocando dengue en México o Europa, la nueva gripe porcina en china y la sospecha del regreso de la peste bubónica también en China.

 Las mayores de estas sospechas surgen de Asía, ¿Será que se mudan de Asía a América los bichos y Asia tiene que mudarse por lo insano? ¿Será que los climas cambian y su ecosistema se muda con ellos? Es algo que ya se está gestando y no puede ser plan de alguna mente perversa, es el ciclo natural de la tierra, ciclo al que estamos adaptándonos más rápido de lo que creemos, 2017 se nos hace que fue hace mucho, pero retrocedemos en la memoria y vemos que es muy poco el tiempo recorrido, y de ese año hacía acá han sucedido muchas cosas.

El hombre tendrá que adaptarse a la muerte de manera más íntima. La muerte lo empezará a rodear, pronto sabrá de alguien que esté cerca de él que morirá por eventos propios de las catástrofes o pandemias, o de las consecuencias que les son propias. La violencia, también es un plan malvado del universo, el cambio en los climas hace que las energías negativas aumenten y que vuelvan al hombre violento. Las guerras aumentarán, intestinas o no, sólo provocarán muerte. Los elegidos, los que vivan tendrán la oportunidad de escribir la nueva historia, de recomponer su vida y no volver a equivocar los pasos, porqué los tiempos son distintos, las conciencias también, las nuevas traerán nuevas formas de convivencia, donde la violencia no sea la única opción.

Mientras llega el día aciago, las mentes claras empiezan a aparecer, lo escrito en la editorial “Donceles” es un ejemplo de que las conciencias empiezan a despertar, muchos jóvenes están mudando sus prácticas a la conservación de la tierra, los campesinos han sido un claro ejemplo del buen pensar, del buen decir y del buen actuar, ellos sólo sacan de la tierra lo que necesitan para vivir y están tranquilos, ellos empiezan a notar los estragos que el hombre mismo provoca a la tierra, y empiezan a actuar, como los sucesos en Peribán, son ejemplo de que se tiene que cambiar el modo mercado a modo sobrevivencia, por el bien de todos, hagamos que la conciencia colectiva despierte a una nueva forma de ver el mundo.

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