Los Alzati (Política en lo oscurito)

*Don filosofo de Cedano

Los Alzati

Quizá los Pirindas, Otomíes y Mazahuas que vivieron en el Valle del Quencio, predestinaban los sucesos que viviría la ciudad que pretendían fundar entre cada espacio de tiempo que le dejaban cada una de las destrucciones que le sucedían, la frontera invisible y amorfa que existía entre el territorio tarasco y mexica, fue una barrera que les permitió vivir relativamente tranquilos en las épocas aciagas, algunas veces muy cercanos a Toluca, muchas veces muy cercanos a Taximaroa, allí pues, en el valle de Quencio, se forjaron hombres ilustres, y crearon leyendas imposibles de superar, el valle de Quencio es donde se asentó Zitácuaro, y al igual que aquellas poblaciones habitadas por Pirindas, Otomíes y Mazahuas, tuvo sus momentos trágicos, históricamente registrados son tres destrucciones del pueblo, y en una de ellas, sobresalieron los michoacanos aguerridos, fuertes, leales, valientes y sobre todo feroces defensores de su gente, me refiero a los Alzati, Eduardo Ruiz, en su libro “Historia de la Intervención en Michoacán” editada en 1894, nos deja una anotación por demás relevante: “Las autoridades legítimas de Zitácuaro se habían retirado a Tuzantla. Después de la muerte de Crescencio Morales, el gobierno había nombrado prefecto de aquel Departamento a Donaciano Ojeda, a quien también perdimos en Guanoro, sustituyó a Ojeda Darío Alzati. Este y sus dos hermanos José María que era el mayor y Marcos el más joven, eran batalladores incansables, patriotas como que más y adheridos a Riva Palacio por una amistad sincera. En el mes de Febrero se situaron en Tuzantla, allí reorganizaron la  Guardia Nacional de Infantería y caballería de Zitácuaro y a tan corta distancia del enemigo, influían en la moral de aquellos pueblos manteniendo viva la chispa del patriotismo. Además colocados en aquel lugar, eran como la avanzada del ejército del centro. Con los hermanos Alzati, estaban los hermanos Arias, Los Contos y muchos otros vecinos de la heroica ciudad, prontos a recobrarla cuando disminuyera el cuantioso efectivo de los invasores”.

El general Riva Palacio pro le tanto afecto que le profesaba a Zitácuaro, cuanto por cambiar la faz de la situación, escribió al General D. Diego Alvarez, indicándoles la conveniencia de que algunas de sus fuerzas pasaran a Michoacán a auxiliar a las del Estado, siquiera fuese en una campaña rápida. Aquel general, jefe de la División del Sur, en carta que tengo a la vista contestó que no era posible disponer de la brigada que mandaba el general Pinzón, única con que contaba para disputar al enemigo el paso de Mescala, en caso dado, y que el resto de las fuerzas se ocupaban de cuidar las costas y la frontera de Guerrero con Puebla. Por esto verán los historiadores imperialistas que los republicanos de Michoacán no llegaron a contar mucho más que con sus propios esfuerzos para hacer campaña”.

Así la historia escrita por otro ilustre Michoacano, nos enseña una vez más que  hombres buenos y valientes que dan la vida por defender a su pueblo si existen y sobresalen entre todos aquellos que los quieren destruir, son personajes que nacen en esta tierra, en este mundo, deseosos de vivir en paz, que vivieron una guerra injusta como lo son todas las guerras, ante un gobierno que estaba impuesto por una idea del progreso político mal empleada por aquellos que vivían al amparo del poder, sin capacidad de dejarlo, por los progresistas de lengua, no de acción, que se fueron a bajar los pantalones ante Napoleón III, ofreciéndole oro a cambio de protección, eso volvió a puntillar el eterno deseo de la patria de eliminar a los malos elementos mediante una nueva guerra, que terminó con el retiro de Francia de la protección que le daba y tenía del clero y la burguesía en México, y con esta batalla perdida, fue  el inicio y declive del imperio Napoleónico, en México se jugaba nuevamente una batalla interna que a la postre se definiría la republica posterior a la ejecución de Maximiliano de Habsburgo, los grandes nombres figuraban en los libros de historia, mientras en Zitácuaro, conforme se libraban pequeñas batallas, los héroes surgidos del común comenzaron a surgir. El licenciado Riva Palacio tuvo que huir de Toluca, debido a la propia guerra de intervención y se asentó en Zitácuaro, donde encontró apoyo en los hermanos Alzati, Donaciano Ojeda y los hermanos Bernal, gracias a estos hombres, Zitácuaro era el único lugar que no había caído en manos de los imperialistas, pero como mencioné al principio, el destino de Zitácuaro es forjar hombres rectos en la adversidad, sufrió varias destrucciones a lo largo de la historia, y en esa ocasión, los imperialistas huyendo derrotados en Tacámbaro, pero con muchos efectivos, municiones y recursos económicos proporcionados por el imperio de Napoleón III, el 15 de Abril de 1865, incendiaron nuevamente la ciudad de Zitácuaro, la tercera vez menciona la historia oficial, más las que hicieron los purépechas para conquistar a los otomíes, más las que hicieron los Pirindas para derrotar a los Mazahuas, más las que hicieron los Mexicas para derrotar a los purépechas, estamos confiados en que no volverá a suceder, pero la historia se repite generalmente, “toco madera”, no quiero pensar que nuevamente pueda suceder algo así de trágico. Que suerte tuvo Riva Palacio al encontrar hombres decididos a abonar la tierra con su sangre por defenderla de las ideas cortas de los personajes que no quieren abandonar sus privilegios y los quieren eternizar pasando encima del común. Al menos se les rinde homenaje cada vez que pasamos por Los Alzati y vamos a visitar las ruinas, vestigios que se pierden entre las culturas prehispánicas en un tiempo sin tiempo y cuándo pasamos por el poblado de Donaciano Ojeda. Quizá muchos no conozcan el origen de esos nombres y quizá la historia oficial solo los mencione como guerrilleros que sirvieron a los republicanos contra el imperialismo apoyando a Vicente Riva Palacio, lo que si estoy seguro, es que fueron hombres de nuestra tierra, hombres de nuestro universo, deseosos de paz, deseosos de justicia, como los miles que ahora la vivimos, no la paz del gobierno, sino la paz del hombre de hoy, aquel que se levanta todos los días a luchar por vivir, que desea no ser molestado, y que sería capaz de volver a tomar las armas para defender a su pueblo de la injusticia, llámese como se llame; gobierno, violencia por narco. Tendré que recorrer la presa el Bosque, y llegar a los Alzati, a impregnarme de la energía positiva, la de los hombres que lucharon por vivir en paz desde los principios de los tiempos hasta nuestros días. Aunque Bertolt Brecht sea tácito en el decir “Desgraciado el país que necesita héroes”,  somos desgraciados, porque si los necesitamos. Don Cedano Dixit.

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