R I E S G O E N Á M E R I C A (ARENA SUELTA)

POR TAYDE GONZÁLEZ ARIAS

La democracia en la región de América Latina nuevamente se encuentra en riesgo, debido a una serie de eventos violentos que se han desatado en distintas naciones, que han llevado a que se dimita a la presidencia, se salga a las calles por tiempos prolongados exigiendo la derogación de reformas, o incluso debido a las condiciones de inseguridad, en las que los ciudadanos habitamos este lado del mundo.

Ciertamente, es reprobable cualquier acto que atente contra la voluntad popular, condición intrínseca de la democracia; por lo que, son motivo de repudio todo aquello que tenga que ver con la intervención militar, parcial o total, que lleve a constituir un golpe de Estado. Sin embargo, si es que se quiere tener a las fuerzas militares en sus cuarteles o capacitándose, para estar en condiciones de defensa de las naciones, entonces, no se tiene porqué sacárseles a las calles, ponerles a que realicen tareas que corresponden a las policías, la marina o incluso a las constructoras e ingenieros, pues si se le quiere dar juego a la milicia, entonces se debe tener en consideración la historia que cobija en México y América, estás instituciones que por años han deseado y obtenido el control del poder en algunas naciones, por poco o mucho tiempo.

Si la democracia es la voluntad del pueblo, entonces hay que tener cuidado y mostrar no sólo capacidad para en una campaña ganar la elección, sino para palear los sinsabores que los enemigos tienen para con nosotros, saber negociar sin entregar, pero, sobre todo, hacer comprender a los contrarios que el bien común es lo que nos convida al trabajo y que lo más importante es el servicio a los nuestros.

Lo sucedido en Ecuador, el pasado octubre de 2019, cuando un  grupo de indígenas se manifestaron de diversas formas contra el término del subsidio a los combustibles, que hizo primero que  su presidente cambiara su sede de gobierno y después claudicara en su afán de reforma, muestra que no se deben hacer políticas sólo por hacerse y que se debe tomar en consideración en todo momento a las minorías, pues no nos podemos olvidar que todo sujeto que es vejado, violentado u  olvidado, se cansa de estás condiciones de vida y más temprano que tarde ha de alzar la voz para que se le restauren sus derechos.

El dicho aquél, que dice, que todo hombre que no conoce su historia, está condenado a repetirla, es una condición que al parecer se está cumpliendo en ésta nuestra región, pues a pesar de que América y sus naciones tienen historias similares, y democracias recientes, al parecer no se ha aprendido del pasado, se sigue abusando del poder,  sin que los pueblos estén preparados, se juega con la reelección y se actúa de tal suerte que se olvida el interés superior del bien común, o bien, se suple con la conveniencia y placer de ostentar por el mayor tiempo posible el báculo de la supremacía.

En Chile, a más de un mes de revueltas estudiantiles, que protestan contra el actuar de su presidente, también deja notar otra vez, tal y como sucedió en México en el año de 1968, que sí hay un sector que lucha con energía. Ese estrato social es el de los jóvenes y debería hacer que cada mandatario o autoridad abra los ojos para cuidar cualquier tema que pueda enervar la jovialidad, que sólo un joven puede tener.

Para el caso de Bolivia, en el que después de presentarse otra vez a la reelección su Presidente, entonces en funciones, se volvieron a las calles miles de bolivianos, para exigir la reposición del proceso y más adelante reclamar la salida del país del mandatario por parte de los militares, queda claro que no siempre hacer bien las cosas garantiza la perpetuidad y que hay ciclos en el gobierno que deben cumplirse y dejar los designios de sus pueblos en otras manos, que puedan mejorar o no, continuar o no, los planes y programas exitosos o de fracaso que deseen o quieran.

El hecho de hacer bien las cosas, no te da derecho a quererte quedar en ese lugar, pues, así como tampoco una mentira dicha por todos deja de serlo, que la verdad la sepa uno solo y sólo uno la crea, no impedirá que sea la cierta.

Así pues, asuntos de golpes de Estado, desde luego perpetrados por la milicia, o bien, la permisión de que se quede la gobernanza en manos de los carteles de la droga, son dos de los asuntos que en América Latina tienen a la democracia en riesgo, y por supuesto, a los ciudadanos de a pie en condiciones de riesgo y a expensas de que algún insensato quiera jugar con nuestra economía, nuestros servicios sociales, y aún más grave, con nuestras vidas.

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