Joaquín Matías Muñoz Orta
Joaquín Matías Muñoz Orta
H. Zitácuaro, Mich. – Nació el 24 de febrero de 1925 en la casa marcada con el número 33 de la calle 5 de Mayo, esquina con Vicente Guerrero, de la cabecera municipal de Tlalpujahua y se le puso por nombre Joaquín Matías Muñoz Orta. Sus padres fueron J. Raúl Muñoz Medina (1884), comerciante, ferretero y dueño de algunas unidades de trasporte público, originario de León, Guanajuato y de María Magdalena Orta Navarrete (1894-1964), oriunda de Tlalpujahua, Michoacán.
Fueron sus abuelos paternos José Jesús G. Muñoz y María Basilia Medina Quiroz, y abuelos maternos Joaquín Orta Menchaca (pintor, mecánico y artista) y María Soledad Navarrete, oriunda de Maravatío.
Estudió sus primeras letras en la Primaria Vasco de Quiroga, que el Cura Aguilera había fundado en la Colonia del Carmen, bajo la dirección del Profesor Gildardo Liká Gavilán.
Tras el término de la actividad minera en Tlalpujahua, las familias entraron en crisis, algunas emigraron, otras trataron de sobrevivir y realizaron esfuerzos extremos, al final perdieron todo.
En esta triste realidad contraen matrimonio en 1955 Joaquín y María Elena Ruíz Villagrán hija del Sr. Maximiliano Ruiz (minero y comerciante que se encargaba de la introducción de granos para el abasto de la región), y juntos inician una lucha constante por sobrevivir, su patrimonio familiar poco a poco se fue perdiendo, hicieron vanos intentos al explotar la mina de la Lucha, fracaso que los llevó a la quiebra total. Al final tuvieron que emigrar para encontrar otra forma de vida.
Así llegaron a la Ciudad de México a principios de 1956, buscaron trabajo en diferentes oficios. Las cosas no estaban bien en la ciudad. En 1959, Joaquín emigra a Chicago, Illinois, en los Estados Unidos, donde es contratado por una empresa dedicada a instalaciones eléctricas y telefónicas, que durante varios meses prestó sus servicios en una fábrica de árboles y esferas de navidad, donde observando, aprendió el oficio.
Solo estuvo doce meses, fue deportado por no contar con los documentos, pero fue suficiente para conocer el oficio que a la postre ejercería en Tlalpujahua.
Cuando regresó a México, la grata sorpresa fue que María Elena había ahorrado hasta el último dólar trabajado, de tal manera que juntos deciden iniciar la producción de árboles y esferas de navidad.
En 1960 montan su taller en Tlalpujahua, en las actuales calles de Galeana esquina con Morelos y busca la opinión de Baltazar Mercado Martínez, en ese entonces estudiante de Ingeniería Química del IPN, para poder preparar el nitrato de plata para la elaboración de las esferas. Dos años después, en 1964, moriría su madre Magdalena por cáncer cerebral en la Ciudad de México.
Con la experiencia adquirida, Joaquín se dedica a la producción, y con una vocación natural para la mecánica fue preguntando y desarrollando la tecnología, tanto para los árboles como para las esferas. Pronto se decidieron por seguir el camino de solo producir esferas de Navidad.
En esta primera etapa, desarrolló la tecnología para el soplado de las esferas, el uso del gas y del aire, el tipo de quemador que se requería y la temperatura ideal y, sobre todo, el tipo de vidrio. La empresa Vidrio Neutro S. A. era la principal empresa productora de vidrio para ampolletas, y con ellos fueron estudiando cuál era el mejor vidrio, el calibre adecuado y la pared, de acuerdo con el tamaño de la esfera.
En la misma Ciudad de México se acercaron a empresas productoras de espejos y fue así como desarrollaron la técnica y la fórmula para platear las esferas con nitrato de plata y agua caliente. Además, contactaron empresas productoras de pinturas para desarrollar los colores y los materiales adecuados para las esferas.
Mientras tanto, doña María Elena fue demostrando una gran capacidad para organizar la producción y para vender los productos.
Tuvieron la fortuna de conocer al Sr. Cesar Balcázar, gerente de la empresa Artículos Baratos, que a principios de los años sesenta era el principal introductor de plásticos y artículos de peltre en La Merced, que era en ese tiempo el principal mercado de la Ciudad de México. Hicieron una buena sociedad de negocios con él, de tal manera que lograron el financiamiento para la producción, en el transcurso del año, de las esferas de navidad.
Así empezó la producción y venta de la esfera llamada tradicional o lisa en el mercado de La Merced, poco a poco fueron mejorando la calidad del producto, dominando la técnica del soplado de las esferas, del plateo y pintado de las mismas. Buscaron un proveedor de los casquillos y el empaque.
En Tlalpujahua había gente especializada, que tenía experiencia en haber trabajado en los talleres de mantenimiento de la Compañía Minera Dos Estrellas, de esta manera se empezaron a fabricar los casquillos. En la liquidación de la cooperativa minera se adquirió el equipo de impresión tipográfica y se inició la fabricación del empaque, también se compraron las calderas para mejorar el sistema de plateo y se desarrolló la técnica para el decorado de las esferas.
Así, para 1965, dada la nueva realidad de la empresa y considerando que se empezaba a conquistar nuevos mercados, inicia la venta a papelerías y mercerías en diferentes partes de la República Mexicana. En esta etapa se desarrollaron dos líneas de productos, la esfera lisa o tradicional, que era una esfera solamente pintada en un proceso de inmersión en los colores clásicos de la navidad mexicana, rojo, oro, azul, verde y plata, y en los tamaños del número cero al cuatro; el diseño de la esfera de fantasía estuvo marcado por las influencias de la navidad mexicana. Así, los modelos que se decoraron en esos años fueron el farol, el arlequín, la piñata, el balero, el trompo, etc., y predominaba el color rojo dentro de la gama de colores.
En el año de 1975 sucedieron dos hechos que marcaron la historia de las esferas de Navidad. Don Joaquín y Doña María Elena, junto con el Sr. Antonio Zaldívar, que era su vendedor, inician los contactos para vender en los Estados Unidos, se presentan en varias ferias y es así como conocen al Sr. Arnold R. Frank, que coincidentemente también iniciaba su empresa de producción y comercialización de artículos navideños con sede en Nueva York, Bradford Novelty Co. Así, para 1976 se inicia la exportación de esferas de navidad al mercado norteamericano.
En ese mismo año de 1975, don Joaquín visitó la planta de la General Motors en Detroit, Michigan, para comprar dos metalizadoras que bajaron los costos e incrementaron de manera importante la producción. Pero, además, permitió la sobrevivencia de la empresa; ya que, al año siguiente, en 1976, se produjo la primera gran crisis de México con una devaluación que devastó al país, se incrementaron los precios de las materias primas, en particular el de la plata, que provocó el cierre de muchas empresas.
Cuando, en 1976, se inician las exportaciones a los Estados Unidos, también se inició un proceso de aprendizaje para conocer mejor este mercado y los gustos de los consumidores. Así, el diseño de esferas especiales para el gusto de los norteamericanos permitió a la empresa establecer un departamento de diseño, que con el tiempo se fue perfeccionando.
El incursionar en el mercado internacional le permitió a don Joaquín no solo vender sus productos en los mercados internacionales, sino también participar en diferentes ferias especializadas, como la del Christmas World, en Frankfurt, Alemania, que es considerada la principal feria de Navidad en el mundo, donde se establecen las condiciones y directrices del diseño de cada temporada navideña.
También se participó durante más de veinte años en la feria del juguete, el famoso Toy de Nueva York, que era la principal feria de venta a grandes cadenas comerciales en Estados Unidos. Así se logró tener en su cartera de clientes a las principales cadenas comerciales de estados Unidos y Canadá, como Walmart, Kmart, Hobby Lobby, Walgreens, Toys ‘R’ Us, etc.
En los años setenta, cuando la empresa empezó a ser parte de la vida económica del pueblo, la sociedad le dio a don Joaquín una serie de compromisos de gran trascendencia social. Así, por más de quince años fue el presidente del patronato de la escuela primaria Vasco de Quiroga y de la secundaria particular Hermanos López Rayón, y su principal promotor para lograr que, a la postre, se convirtiera en la Secundaria Federal. Esta condición de gran participación social fue la que dispuso que, en 1973, fuera elegido presidente municipal.
Si algo recordamos de don Joaquín fue su don de gente, que le valió un gran reconocimiento en la sociedad y, principalmente, con el personal que trabajó con él. Su filosofía de respeto a la persona le permitió contratar miles de personas, en los más de cincuenta años de su vida productiva. Al final, como él mismo decía, no construyó una empresa donde las máquinas fueran el activo más valioso. Construyó una empresa donde la gente, su conocimiento y habilidad eran lo que le daba valor a esa gran empresa de Esferas de Navidad.
Don Joaquín Muñoz Orta pasó a mejor vida el 7 de diciembre de 2005, dejando al pueblo de Tlalpujahua el legado de un nuevo oficio que lo preparaba para los nuevos tiempos, ya no dependiente de los ciclos de la minería, sino de la creatividad e ingenio de sus habitantes. Se le hizo un homenaje en la Plazuela Hermanos López Rayón donde asistieron las escuelas de Tlalpujahua.
Nota: Gracias a la colaboración de Joaquín Salazar Martínez y José Luis Muñoz Ruíz, quienes recaudaron estos datos biográficos de Joaquín Matías Muñoz Orta.
Hoy, Tlalpujahua trabaja no por ser solo un pueblo productor de navidad, hoy buscamos ser “El Pueblo de la Eterna Navidad”.
En el año de 2002 Adornos Navideños junto con Filiberto Sánchez Mora, Joaquín Salazar Enríquez, Martín Sánchez Colín, Juvenal Martínez Rodríguez, Eugenio Miguel Inca Reyes, Sacramento Camacho Linares, Lucina Solís Ruíz, Remedios Martínez Rojas, Francisco Mora Huitrón, Erasto Solís Cruz y Evangelina Venegas, serían parte de los integrante de la primera edición de la Feria de la Esfera de Tlalpujahua.