Juan Velázquez

Juan Velázquez


H. Zitácuaro, Mich. – Juan Velázquez, comerciante y vecino de esta ciudad, laboró en ese oficio durante gran parte de su vida, el mercado grande se había convertido en su segundo hogar. Acumuló un sin número de experiencias de manera cotidiana en ese inmueble. Tenía escasos dos meses en que el mercado principal había sido inaugurado y desde ese tiempo Juan Velázquez ya estaba vendiendo sus productos.
Se ha dedicado en cuerpo y alma a su trabajo, gran parte de su vida al comercio y hoy, con un par de muletas, sigue esforzándose diariamente para ganarse el pan de cada día. No obstante, una terrible enfermedad, llamada diabetes, hizo que le amputaran uno de sus miembros.
Esto cambió radicalmente su estilo de vida, no solamente en el aspecto laboral, sino también emocional.
Recuerda que el mercado grande era como su segundo hogar, donde iba a ofertar sus productos, pero ahora ya no es así. Desde hace seis años oferta sus productos en la calle de Guadalupe Victoria y Cuauhtémoc.
Llueva, truene o relampaguee, como dice el dicho, don Juan sale a trabajar y oferta sus sandias, melones, mandarinas, papayas, piñas, pepinos, plátanos y uvas.
Sentado sobre una silla espera pacientemente la llegada de sus clientes, algunos de ellos le acompañan y hacen que su día sea más corto y placentero. Siempre tiene una palabra de amabilidad, no sólo con sus clientes, sino con cuánta persona pasa por el lugar.
La gente lo tiene en buena estima, debido a que se nota su entrega y dedicación en su trabajo, al cual llega desde temprana hora y cumple de manera responsable y disciplinada.
Cuando se llega la hora de recoger el negocio, requiere de la ayuda de algunos voluntarios, que lo apoyen a trasladar sus productos de nuevo a casa, a través de un diablo.
Don Juan tiene a su lado una báscula de balanzón, la cual utiliza para dar kilos exactos. Además, se caracteriza por dar precios justos, tanto a madres de familias y clientela en general. Se percibe a metros de distancia su forma honesta de trabajar.
Siempre lleva esa chispa de alegría en sus ojos, no muestra alguna preocupación, pero como dice el dicho, Caras vemos, corazones no sabemos.
En esta ocasión lleva puesto un pants en color gris con cierres y debajo un sweter delgado. Por supuesto que no deja de lado el cubre bocas, como medida de protección ante la presente pandemia de Coronavirus en la ciudad.
Esta es parte de la vida de don Juan Velázquez, hombre sencillo, trabajador, de buen ánimo, que busca todo los días ganarse el sustento familiar, luciendo siempre una sonrisa en sus labios y un buen semblante, a pesar de las dificultades de la vida.

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