Personaje de la Semana

Miguel Silva González


H. Zitácuaro, Mich. El doctor Miguel Silva González nació en la ciudad de Morelia, Michoacán en el
año de 1857, fue un destacado médico, considerado de los más ilustres, por su calidad humana
hacia los enfermos y necesitados.
Nunca cobraba la consulta a quienes carecían totalmente de recursos, por el contrario hasta les
daba algún apoyo para la compra de sus medicamentos.
Por si fuera poco, también de dar aliento a los pacientes, con su calidad humana. Además se
dedicó afanosamente a la medicina, y buscar las herramientas indispensables para curar a los
enfermos.
Gracias a su apoyo se pudo contar con el primer equipo de Rayos X, mismo que fue transportado
desde Francia.
Fue huérfano desde corta edad, e incluso estuvo a punto de abandonar sus estudios, debido a las
diversas carencias en su hogar, no obstante que su padre, Miguel Silva Macías, había sido
Gobernador de Michoacán.
Le fue obsequiada una beca, y con esa opción terminó la carrera de Medicina en la Ciudad de
México. Posteriormente regresó a Morelia en 1883 para ejercer su profesión.
Hizo dos viajes de estudio a Europa, en los años de 1894 y 1905. De regreso a nuestro país
siguió con su labor benefactora.
En 1910 fue electo Senador Suplente, y luego al estallar la Revolución, se le nombró
Gobernador Provisional del Estado. Fue el abanderado de los revolucionarios.
Ganó las elecciones en 1912, pero dejó el gobierno al ocurrir la usurpación de Huerta, perseguido
por éste, marchó al norte, para unirse al ejército constitucionalista.
A causa de sus diferencias con Carranza, se unió a las fuerzas de Villa, distinguiéndose en la
organización de los hospitales de sangre, como el que instaló en Chihuahua, a donde solían
concurrir médicos norteamericanos para observarlo mientras operaba.
Perdida su causa, se exilió en La Habana en1916. Sus restos fueron repatriados en 1948; reposan
en un monumento frente al Hospital Civil que lleva su nombre en la ciudad de Morelia, Michoacán.
El escritor Miguel Alessio Robles, se encargó de escribir el libro titulado “Senderos” en el que se
refiere al doctor Miguel Silva como uno de los hombres más cultos e inteligentes que figuraron en
la Revolución Constitucionalista.

Profesionista honorable, competente, funcionario popular y recto, abandonó su bienestar, su
tranquilidad y su reposo para afiliarse a la Revolución Constitucionalista.
Era generoso como un niño, de una grandísima atracción personal, de cultura vasta y esmerada,
de claro talento, de un trato exquisito y natural, que abría inmediatamente su alma a la amistad y
a la simpatía.
Se le quería y se le respetaba a la vez. No era un hombre de lucha, pero aportaba al movimiento
constitucionalista, las luces de su espíritu, sus valiosos servicios profesionales, y sobre todo, el
prestigio innegable de su nombre.
El doctor Silva consagró su vida a hacer el bien. En su estado natal era popular, pero más que
popular querido. Su profesión era un apostolado sublime. Acudían a la capital michoacana a
consultarle desde lejanas tierras.
Entraba a las casas más humildes de los pobres, como a aquellos palacios suntuosos de los ricos.
Jamás llegó a cobrarles a los necesitados. Al contrario pagaba sus medicinas. Debajo de sus
almohadas les dejaba dinero para cubrir las necesidades más apremiantes.
Enseguida corría a su casa a pedir que enviarán alimentos a los enfermos y desamparados. Su
alma, como la mirada de un niño, estaba abierta para todos, incluso para sus propios enemigos.

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