Rosalina Vanegas Escutia, flor de Zitácuaro
Zitácuaro, Mich., a 30 de enero de 2017.- No son pocas las mujeres líderes que honraron a Zitácuaro en diferentes ámbitos, como política, arte, cultura, deportes. A continuación presentamos a una de las mujeres más bellas que ha dado esta tierra pródiga, ella fue una persona talentosa, profesional y excelente ser humano.
Nos referimos a la maestra Rosalina Josefa Vanegas Escutia, originaria de esta ciudad, quien dejó una huella imborrable en generaciones y generaciones de niños y jóvenes. Se caracterizó por ser una mujer alegre, simpática, muy femenina, que brilló con luz propia.
Josefa Vanegas proviene de una familia que dio mujeres hermosas a Zitácuaro, estudió el bachillerato en arte e instructora de arte especializado en danza, en el Centro de Educación Artística “Miguel Bernal Jiménez”, en la ciudad de Morelia.
Colaboró en proyectos con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el Instituto Nacional de Bellas Artes y la Subdirección General de Educación e Investigación Artística. Impartió clases de danza y artes plásticas y visuales en la escuela de Iniciación Artística del INBA, con sede en Zitácuaro.
En fin, que dedicó su vida a la docencia, gracias a su tenacidad y capacidad de trabajo logró formar varias generaciones de alumnas, de las cuales algunas ya son adultas y han creado sus propias escuelas de danza. Tomó también cursos y se perfeccionó en su especialidad, la danza. Incursionó asimismo en otras artes, como pintura, canto y guitarra.
Hay una anécdota, en la cual menciona el cantante Javier Ocampo que, había una ocasión que una de sus alumnas de nombre Lizet le llamaba Flor, a lo cual ella contestaba, no me llamo Flor, me llamo Rosita y Lizet le responde en su inocencia, ¡aah! pues es lo mismo. Por ello Javier señala, “lo mismo puede decirse de ella, se llamaba Rosalina, que al fin y al cabo es lo mismo, pues era una flor, flor que con su perfume nos embriagó a todos los que tuvimos contacto con ella”.
A su partida física Javier Ocampo escribió en sus memorias, “El llanto en los ojos de sus alumnas y de muchos que la conocimos, son prueba de que su obra fue buena. Su paso por este mundo dejó huella imborrable en nuestros corazones. Se casó siendo muy joven y después de algunos años de matrimonio se separó, quedando a cargo de sus tres hijos, siendo ella una abnegada madre que dedicó todos sus esfuerzos a su educación y formación”.
“Por sus frutos los conoceréis, relatan las Santas Escrituras, así que Rosalina rindió buenos frutos, laboró incansablemente hasta el fin de sus días, siendo para todos un ejemplo de trabajo, honestidad, amor, dulzura y calidad humana. Valores que en estos tiempos escasean y los cuales se necesitan con urgencia”.
Cabe hacer mención que cuando Javier Ocampo inició su carrera como cantante, Rosalina también se iniciaba en las artes como bailarina, entonces ambos realizaron una presentación en el auditorio “Samuel Ramos” y ella se encargó de la coreografía y participó como bailarina, posteriormente realizaron algunas actividades más.
Al final Javier y Rosalina volvieron a coincidir en el mes de marzo del año anterior, los invitaron a ambos a ser jurados en una muestra de danza y así surgió el reencuentro artístico. Posteriormente hicieron planes para trabajar y por ello realizaron dos conciertos, uno de ellos en la Casona de La Estación, a lo cual Ocampo dijo, “fueron coincidencias del destino”.
El jueves 12 de enero, del presente año, a las 8 de la noche, en brazos de su hermana Obdulia, a la que tanto amaba, exhaló su último aliento y durmió. Un día después sus restos fueron sepultados en el panteón municipal “San Carlos”, en medio de lágrimas y aplausos.
A la memoria de Rosalina Vanegas Escutia, una bella flor de Zitácuaro, Michoacán.
Gracias por leernos a nuestros queridos lectores.