Un gran personaje, “Don Tito” Orihuela Colín

Zitácuaro, Mich.-El señor Ignacio Orihuela Colín, de oficio tablajero, mejor conocido como “Tito”, fue una persona muy trabajadora y activa desde temprana edad. Se destacó por la preparación de banquetes que incluían carnitas, barbacoa y montalayo, sin dejar de lado las deliciosas tostadas de frijoles.

En lo que se refiere a las carnitas, tuvo una época de abundancia y prosperidad, ya que era demasiado solicitado y su fama permaneció durante muchos años. Fue muy conocido y apreciado por los zitacuarenses y en otras ciudades importantes, como Morelia, Toluca y la Ciudad de México.

Se caracterizó por tener buena relación de amistad con la clase política; de tal manera que su prestigió creció tanto, al grado que presidentes de la república, gobernadores, le hacían pedidos. Es decir, le solicitaban el servicio de banquetes.

Fue un hombre dedicado siempre al trabajo y gozaba de la amistad y simpatía de los zitacuarenses. Diariamente, al finalizar su jornada laboral, se reunía con un grupo de amigos selectos para tomarse la copa. Algunos lo tenían en el concepto  de ser un “bebedor fino”, ya que le gustaba tomar dos clases de néctares, coñac y whisky.

A muchos de sus amigos les gustaba reunirse con “Tito” y la amistad fue tan duradera, que fueron años y años de reuniones en una tienda o vinatería llamada “El Triunfo”. La gente, que en aquel tiempo tenía la posibilidad económica, se iba a tomar aquellos tragos de no bajo precio. En ese ambiente se desenvolvía “Tito” y se sabe que no hizo gran fortuna, aunque disfrutó de este estilo de vida.

Al paso del tiempo Ignacio Orihuela se había convertido en una persona de mayor edad; por lo que, de ser “Tito”, mucha gente lo conoció como “Don Tito” y se distinguía como un gran personaje, que se caracterizaba por ser siempre amable. Además de ser muy correcto y entregado a su trabajo.

Aunque perteneció a la Unión de Tablajeros no se caracterizó por emplear un lenguaje burdo,  obsceno o barbaján; por el contrario, no utilizaba malas palabras o groserías.

La edad que alcanzó “Don Tito” fueron pasados los 80 años y a su manera intentó siempre ser feliz hasta el último día de su vida. Un detalle curioso, fue que a esa edad hizo su primera comunión, siendo su religión católica. En el día de su misa portaba él su traje blanco y lucía muy contento.

En sus tiempos de diversión Ignacio Orihuela participaba en las populares charlotadas, donde hizo su aparición con su traje de torero, estilo español. De hecho se ganó el apodo de “El Marquez”, porque vestía un atuendo muy elegante. Dentro de estos eventos provocó muchas risas entre los asistentes.

En sus inicios, Orihuela Colín, siendo tablajero ofrecía al público (en el mercado) de 20 a 30 puercos diarios para su venta y se acostumbraba en ese tiempo que, por ejemplo, le compraban puerco o puerco y medio de carne, o lo que le pidieran. Diariamente terminaba de vender todos sus porcinos y posteriormente apartaba carne para su negocio. Al llegar el medio día y terminar su venta se salía en búsqueda de más animales, que ya tenía tratados con algunos vendedores.

Despachaba y atendía “Don Tito” en su casa de la calle Morelos y luego repartía sus banquetes que le solicitaban a distintos lugares; entre ellos, algunos de los pedidos que tuvo de la clase política, se encuentran: Carlos Salinas de Gortari, Carlos Hank González, Pichardo Pagaza, Cuauhtémoc Cárdenas, Luis Martínez Villicaña, Genovevo Figueroa, entre una larga lista de clientes, por sólo mencionar algunos.

“Don Tito” tenía una forma muy especial de trabajar, le gustaba siempre hacer bien las cosas y dedicarse a fondo en su trabajo y por supuesto tenía el toque especial de hacer bien sus comidas.

Todos los domingos, por cierto único día que daba servicio al público, se hacía la vendimia en la calle Morelos norte y ahí se ofrecían las ricas carnitas, barbacoa y montalayo. También ofrecía sus patitas en vinagre, las quesadillas de sesos o sus tostadas con frijoles como botanas y un chicharrón muy bien preparado.  Su horario era desde las 11 de la mañana y terminaba a la 1 de la tarde. Si no terminaba de vender sus productos “Don Tito” se iba al mercado a vender y ahí ya terminaba su venta.

Se supo que “Don Tito” se había casado con Ana, la tía “Anita”, como le decían cariñosamente sus sobrinos. Por causas desconocidas se sabe que no tuvieron hijos. Tras su fallecimiento heredó su casa para dos de sus hermanos, Quirina y José Luis Orihuela Colín.

Ignacio fue uno de los cuatro hermanos que conformaban la familia, Ignacio, José Luis, Quirina y Francisca. Años después ésta casa también fue vendida a otros dueños, por lo que no permaneció por mucho tiempo para los hermanos Orihuela Colín.

Un dato curioso, es que cuando Ignacio llegaba a su casa su esposa Ana María se encargaba de ponerle una tina de agua con sal, donde ponía sus pies para descansar.

A “Don Tito” le gustaba también jugar el cubilete y junto con sus amigos disfrutaba en ocasiones de esta peculiar recreación y donde también se apostaba la copa; es decir, quien perdiera invitaba el trago de su compañero que jugaba. Dinero no apostaba.

Había una tienda que se encargaba de dar cabida a “Don Tito” y sus amigos, ésta tienda llevaba por nombre “El Triunfo”, la cual se localizaba en la esquina que forman las calles de Hidalgo y Revolución, que posteriormente fue cambiada más hacia abajo.

Dicha tienda era atendida por los señores Luis y Joaquín. Era una tienda de vinos y abarrotes, don Luis tenía una especie de reservado en la parte trasera y ahí se reunían los amigos de “Don Tito”, donde además de tragos y juegos había siempre historias que contar.

Esta ha sido la historia de “Don Tito” Orihuela y agradecemos el favor de su atención a nuestros asiduos lectores de El Despertar, hasta la próxima.

Nota: con la colaboración de Román Orihuela, sobrino de “Don Tito” Orihuela.

 

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