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La huella en Michoacán de Salvador Cienfuegos

La noticia de la detención del ex Secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, se divulgó en cuestión de minutos. Los hechos en Ayotzinapa, Guerrero, y Tlatlaya, Estado de México, se rememoran como las marcas más oscuras en su periodo al frente del Ejército Nacional. Pero en Michoacán también dejó una marca la institución a su cargo.

La detención inesperada

La noche del 15 de octubre, un titular entre las últimas notas publicadas por los medios de comunicación nacionales, causó un revuelo pocas veces visto en la historia de México:

“Detienen en Estados Unidos al general Salvador Cienfuegos, exsecretario de Defensa de Peña Nieto”.

La detención se dio a conocer a las 9:04 de la noche, por el canciller Marcelo Ebrard, mediante su cuenta de twitter.

“He sido informado por el Embajador Christopher Landau de los Estados Unidos que el ex Secretario de la Defensa Nacional, general Salvador Cienfuegos Zepeda, ha sido detenido en el Aeropuerto de Los Angeles, California.”

La detención del general Cienfuegos fue por pedimento de la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA por sus siglas en inglés). Después el Departamento de Justicia de EE.UU informó que Cienfuegos enfrenta cuatro cargos relacionados con el tráfico de drogas.

Mientras estaba al frente de la SEDENA, «el acusado usó su cargo oficial para ayudar al cartel H-2, un famoso cartel mexicano de la droga, a cambio de sobornos», dijo el fiscal federal Seth DuCharme.

La noticia provocó una gran sorpresa y revuelo en México, donde no se conocía información pública que apuntara a que Cienfuegos estuviera siendo investigado.

Las huellas más conocidas

Considerado uno de los miembros más influyentes del ejército, Salvador Cienfuegos es el militar mexicano de más alto rango detenido hasta la fecha.

Durante sus años al frente de la Secretaría de la Defensa enfrentó varias y sonadas polémicas. Los padres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, por ejemplo, lo acusaron de ocultar información sobre la desaparición en 2014.

El mismo año, la SEDENA informó que 22 civiles habían muerto en un enfrentamiento armado con soldados en el municipio de Tlatlaya. Investigaciones posteriores determinaron que la mayoría de las víctimas estaban desarmadas y que se habían rendido antes de ser ejecutadas.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos determinó que los militares manipularon la escena del crimen y lo consideró una de las peores violaciones a derechos humanos cometidas por las Fuerzas Armadas en México.

En 2016, Cienfuegos se convirtió en el primer Secretario de la Defensa mexicano en pedir disculpas públicas por tortura, a raíz de un escandaloso video en el que se observaba a miembros del ejército torturar a una mujer en el estado de Guerrero un año antes.

El único precedente de una importancia similar, es la detención en 1997 del general Jesús Gutiérrez Rebollo, considerado el zar antidrogas durante el gobierno de Ernesto Zedillo, y que fue condenado a 40 años de cárcel por vínculos con el narcotráfico.

La huella en michoacán

Las costas michoacanas resguardan otro de los episodios oscuros que quedaron marcados en la historia de la entidad y del ejército nacional.

Era 19 de julio de 2015, cuando una compañía del Ejército Mexicano quedó atrapada en una protesta en la que se exigía la liberación del comandante de la Policía Comunitaria de Santa María Ostula, Cemeí Verdía Zepeda.

El entonces conocido como lider autodefensa, fue detenido por la Marina Armada de México la mañana de ese mismo día.

Un helicóptero de la Marina había trasladado al líder comunitario a la capital michoacana, pero los pobladores no lo sabían. Por lo que decidieron cerrar la carretera costera de Michoacán, la que comunica el puerto de Lázaro Cárdenas con el de Manzanillo.

Cuando la situación llegó al punto límite, los soldados dispararon en contra de la población que estaba desarmada, para abrirse paso entre los manifestantes. Una decena de pobladores resultaron heridos.

Una de esas balas se fragmentó y atravesó la ventana de la fachada del restaurante Costa Michoacana, dentro del lugar estaba el joven de nombre Hildeberto Reyes Garcia, de apenas 12 años de edad.

Al día siguiente las imágenes de los pobladores heridos y del cuerpo inerte del niño circularon en las redes y llegaron a las portadas de algunos medios estatales.

Ese mismo lunes 20 de julio de 2015, Felipe Gurrola, mando especial de Seguridad para Michoacán, argumentó que “el personal militar, al verse agredido y sorprendido, sí realizó disparos, pero al aire nada más, para disuadir al momento de la agresión al personal que estaba agrediéndolo con palos, inclusive con disparos reales a ellos”.

Este hecho detonó un proceso legal para demostrar que los elementos de la SEDENA habían participado directamente en la agresión y llevar a juicio a los 15 militares que accionaron sus armas, aquel domingo de 2015.

Aunque la Fiscalía General de la República ha determinado que el proyectil que acabó con la vida de Hidelberto provino de la caja de una camioneta militar, hasta ahora no se han emitido las órdenes de aprehensión contra los responsables.

Un impedimento más, es que seis de los agentes que estuvieron en ese hecho, los tripulantes de la camioneta desde donde se produjeron los disparos, se dieron de baja de la SEDENA a los tres días del operativo y actualmente se desconoce su paradero.

Los defensores legales de la comunidad también han buscado que se finquen responsabilidades a los mandos mayores, que en ese momento estaban a cargo de los militares y que son responsables de ese operativo, entre ellos Salvador Cienfuegos.

Pero la huella Michoacana de Cienfuegos prevalece, tras cinco años del hecho, por el cual todavía se busca justicia desde la costa-sierra nahua. El ex secretario de defensa está detenido, aunque por otras circunstancias. Y, en Santa María OStula, aún esperan justicia.

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