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Los Lagos michoacanos, el evidente descuido

Uno de los aspectos naturales más presumidos en Michoacán, durante siglos, fueron sus lagos. Cuerpos de agua que a sus alrededores tienen mitos, historias y hasta imperios que después desaparecieron, pero que prevalecen como una tractivo que cautiva a los propios michoacanos y a quienes visitan el estado. Sin embargo, el descuido ha empezado a notarse y en algunos casos, a cobrar facturas.

Pátzcuaro, Cuitzeo, Zirahuen, Camécuaro, son los cuerpos de agua más famosos de la entidad. Todos con un probado atractivo, fundado no sólo en su belleza natural, sino también por las manifestaciones culturales y sociales que se han generado a sus alrededores, así como las posibilidades de actividades que se ofertan.

PÁTZCUARO, EL RESCATE QUE SIGUE PENDIENTE

Forma  parte  de la  región  hidrológica del  Balsas. Este lago se ubica en el municipio del mismo nombre, a una altitud de 2 mil 035 metros sobre el nivel del mar. Tiene una extensión de 90 kilómetros cuadrados y la profundidad máxima reportada es de 12 metros en el año 2012, la cual puede haber disminuido por efecto del asiento de tierra y otros materiales en su fondo.

En la parte central del lago se observan cuatro islas de origen volcánico, denominadas (de norte a sur) Pacanda,  Yunuén,  Tecuena  y  Janitzio, alojadas  sobre una estructura geológica con dirección norte-sur. Mientras que en el borde sur del lago se observan las islas de Urandén, que se formaron por el deslizamiento del cerro El Estribo y la isla de Jarácuaro (que significa “lugar aparecido” en purépecha) y que se formó al levantarse parte del fondo del lago, en el pasado geológico.

En sus alrededores el imperio purépecha tuvo el corazón de su esplendor durante casi 300 años, pero durante la década de los años 30, en el siglo pasado; es decir hace casi 80 años, comenzó una debacle que poco a poco se ha agudizado.

Las poblaciones de pez blanco que solían verse en este cuerpo de agua, poco a poco han desaparecido entre las contaminaciones por desechos orgánicos e inorgánicos, además de químicos.

Durante las últimas dos décadas, infinidad de programas y planes para su rescate se han anunciado.

La más reciente en noviembre de 2019, cuando un grupo de ciudadanos que integran el grupo “Rescate por el Lago de Pátzcuaro”, presentaron un informe ejecutivo al Congreso del Estado, así como propuestas que contribuyan en acciones de beneficio para el manto acuífero.

Aunque destacó que es la primera ocasión que se realiza esta actividad por parte de la sociedad civil, “lo que buscamos es que, a través de la cámara de diputados de Michoacán, se generen estrategias y acciones para el rescate del lago”, dijo, Mariano Díaz, integrante.

CUITZEO, EL QUE NO SE DEJA VENCER

El lago de Cuitzeo se encuentra la zona cercana de los límites de Michoacán con Guanajuato, a mil 980 msnm y con una superficie que puede llegar a cubrir 300 km2, hasta el lago de Chapala, ubicado aproximadamente a mil 550 metros sobre el nivel del mar y es el más extenso del país, pero sólo muestra una parte del gran lago que existió cientos de años atrás. Este cuerpo de agua se ha desplazado hacia el norte y su profundidad actual oscila entre 1 y 2 metros.

Durante los últimos 30 años su descuido se ha agudizado, al grado de que, hasta hace un año, casi una cuarta parte de este lago se había convertido en una llanura por la sequía que enfrentaba, pero las lluvias de 2018 le dieron un respiro, aunque no se sabe cuánto podría durar.

Y es que este fenómeno ha ocurrido varias veces, incluso se han hecho repartos de tierras agrícolas cuando el lago empezó a secarse hace 20 años, en algunos de esos predios hasta se hicieron construcciones, pero después el agua retomó sus niveles.

Pero el otro mal que también le aqueja es la contaminación, y para este problema aún no hay una solución adecuada.

ZIRAHUEN, EL MÁS JOVEN Y QUE YA EMPEZÓ CON PROBLEMAS

Este lago forma parte de la región hidrológica del Balsas (Cruz 1995, Bernal-Brooks 1998), está a una altitud de 2,120 msnm y su superficie es de 9.3 km2 (Ruíz 2002). Se encuentra rodeado por numerosos conos volcánicos formados por fragmentos de roca y de lava. A diferencia de los lagos tectónicos, éste presenta pendientes más abruptas, alcanzando una profundidad máxima de 42 metros. En los depósitos del lago existen cenizas volcánicas emitidas por dos volcanes de reciente formación: el Jorullo en 1759 y el Paricutín en 1943.

Este tiene como particularidad una leyenda sobre su origen, la cual cuenta que, a la llegada de los españoles a Michoacán, luego de la caída de Tenochtitlan, uno de los conquistadores se enamoró de Eréndira, la bella hija de Tangaxoán, rey de los purépechas; la raptó y la escondió en un hermoso valle rodeado de montañas. Ahí, sentada sobre una enorme roca, la princesa lloró desconsolada y sus lágrimas formaron un gran lago. Desesperada y para escapar de su raptor, se arrojó al lago, en el cual, por un extraño hechizo se convirtió en sirena. Desde entonces, por su belleza, al lago se le llamó Zirahuén, que en purépecha significa espejo de los dioses.

Pero desde agosto de 2018 se había alertado que debido a la proliferación de huertas de aguacate en los alrededores del lago, se había incrementado la cantidad de fosforo en sus aguas, lo que representaba un riesgo a atenderse.

Esa atención no llegó y a inicios de marzo de este año, el color azulado del agua de este lago comenzó a tornarse incluso café, las alarmas se encendieron y finalmente es del modo que investigadores e instancias gubernamentales comenzaron a detallar planes de rescate.

CAMÉCUARO, EL CRISTAL QUE SE EMPIEZA A TRONAR

El Lago de Camécuaro es un cuerpo de agua natural que se ubica en el municipio de Tangancícuaro, en una superficie aproximada de 1.5 hectáreas y con una profundidad máxima de 5 a 6 m. Se mantiene gracias a la existencia de manantiales superficiales y subacuáticos, siendo distintiva la presencia de ahuehuetes o sabinos en su rivera.

Por el origen de sus aguas, el Lago de Camécuaro es una de las atracciones naturales más admiradas de Michoacán, pues las raíces y troncos de árboles se entremezclan con las cristalinas aguas, dando como resultado un paisaje único.

Pero el pasado 11 de marzo la diputada por el Partido del Trabajo, Tere Mora Covarrubias, compartió un video en el que muestra como en el Lago de Camécuaro recibe desembocaduras de tuberías que arrojan heces fecales.

En un recorrido que hizo, encontró un tubo tapado por un par de maderas y ramas secas, mismo que se encarga de arrojar desechos humanos al agua del Lago de Camécuaro.

Cuatro días después el titular de la Comisión Estatal de Agua y Gestión de Cuencas (CEAC) del estado de Michoacán, Germán Tena Fernández, mostró un vídeo en el que bebió agua del lago de Camécuaro y dijo que “está buena”.

“Me cercioré que está cancelado el uso de los sanitarios y probé el agua de salida. En breve iniciaremos los trabajos de la Planta Tratadora de Aguas Residuales”, dijo el funcionario en su publicación.

EL COSTOSO REMEDIO

El mismo Tena Fernández señaló que Michoacán debe contar con un poco más de 60 plantas tratadoras de aguas, para combatir la contaminación en los ríos y lagos del estado, como Zirahuén, los de Pátzcuaro o Cuitzeo, debido a que la situación es “crítica” ante la falta de seriedad e interés de los mismos presidentes municipales, el estado y los ciudadanos.

El titular de la CEAC, dijo no tener la cifra total de lo que costarían, pero destacó que son miles de millones de pesos, que al momento no se tienen, por la falta de recursos económicos que enfrenta la administración estatal.

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