Despertar Poético
Nombre del artículo: Las otras luchas.
Autor: José Luis Valencia Castañeda
Fecha: abril 19 del 2022
Las otras luchas
Camina y observa
Mi vida había sido monótona y gris, una rutina asfixiante. Todos los días levantarte
a las 6 de la mañana, bañarte, desayunar ligero y salir al trabajo, estar en el
trabajo, haciendo lo mismo que has estado haciendo durante treinta años, que ya
te sale de manera autómata, repetir los mismos patrones, tener las mismas
conversaciones con los mismos compañeros, regresar a casa, cansado más por el
tedio de la rutina que por el ejercicio de tu trabajo, conversar un poco con tus hijos,
otro poco con tu mujer y a recluirte al cuarto para esperar a que se hagan las 11
de la noche y dormir.
Los fines de semana, de vez en cuando salir de la ciudad, caminar un poco al
norte, o al sur, o al oriente, no importa, comer en algún lugar distinto, regresar por
la noche cansado y dormir nuevamente, pasarán los días y esperarás que el
patrón te asigne los días de vacaciones que te corresponden, generalmente las
tomas en Semana Santa o en Navidad, irte de viaje a Acapulco, Veracruz o Ixtapa,
si nadie se enfermó en este año podrías incluso irte unos días a Cancún.
Así de insulsa transcurría mi vida, llegaba muchas veces al cuarto, y me recostaba
sobre las almohadas esperando a que mi mujer se desocupara de sus actividades
igual de tristes que las mías: atender a los niños, limpiar la casa y lavar los trastes
antes de dormir, nos veíamos grises, acabados, sin ánimo, sin brillo en los ojos, el
amor que nos teníamos antes de unir nuestras vidas parecía haberse ido con el
vecino que todavía golpeaba las paredes con ímpetu, nosotros nos limitábamos a
vernos, a decirnos un par de palabras y nos dormíamos, sin esperanza de un
futuro tranquilo, no pintaba nada bien.
Un día cualquiera, caminaba rumbo a casa, con la mirada pegada al piso, con
paso cansino, las manos en las bolsas, cuando algo llamó mi atención, era un
papel con colores brillantes, unos azules fuertes, unos violetas fluorescentes,
decía “atrévete a conocerte” “¿Tu vida es aburrida, no has encontrado nada que te
la mueva? Acércate a nosotros”. Lo tomó y lo fue moviendo entre sus manos
mientras lo leía y releía, así llegó a su casa, moviendo ansiosamente el papel
entre sus manos, se sentó a cenar y lo dejó al lado del plato, se fue a acostar
como todos los días, y esperó a que su mujer se acostara para poder dormir.
La mujer llegó y se sentó a su lado, se recargó en la cabecera de la cama, el
marido volteó y la vio distinta, su cara había cambiado de tono, su postura era más
firme y erguida, le saltó el deseo y le tocó una pierna, cuando sus miradas se
encontraron, se fundieron en un largo beso, después se abrazaron y
permanecieron así durante un par de horas, después se durmieron. Al otro día, el
marido entró a la oficina cantando.
- ¿Hoy si te dieron cochinada? – Preguntó un compañero sonriendo.
- Si, hasta lonche me pusieron – Presumió sus contenedores con comida.
- Eso siempre lo hace tu mujer.
- Pero traigo postre – Les muestra un pequeño pastelillo de colores brillantes,
azules y morados.
La mente del marido sufrió un flashazo, el papel que había levantado el día de
ayer estaba representado en el postre, empezó a unir coincidencias ¿Qué tendrá
ese papel que hizo modificar sus patrones de vida? Si solo llegó a la casa
arrastrado por manos necesitadas de ocuparse en algo, recuerda que solo lo
tomó, leyó un par de frases y lo dejó en la mesa, su mujer lo tomó, porqué lo llevó
hasta la cama, cuando su semblante se iluminó lo traía en las manos, quizá el
papel solo le dio ideas, al rato que llegue lo reviso y le pregunto – se dijo a sí
mismo.
El día transcurrió rutinario, las mismas actividades, los mismos compañeros,
¿Excepto? Las mismas platicas, ahora era el punto de atención, algo había
cambiado en él, y fue porqué anoche algo cambió en su mujer, era extraño, ahora
estaba deseoso de regresa a casa e investigar los cambios. Durante el camino
buscó en el piso si había algún papel parecido al de ayer, no lo encontró, todo era
basura común y corriente, al llegar a casa, la notó más limpia, mejor iluminada y a
su mujer arreglada, se sentó a cenar y vio el papel al lado del plato, lo tomó y leyó
“destino de tu libertad está en tus pensamientos”, y empezó a notar que la frase
era interesante, se sentía aprisionado, aburrido, ahora, con solo pensar en que su
mujer había cambiado, su mente le decía que debía de cambiar. Sonrió, mientras
su mujer hacía las misas actividades rutinarias con otra actitud.
La figura del papel era una flor, una extraña flor, muy estilizada, investigó un poco
y simulaba a una flor de loto, bajo la flor había otra frase: “La luz no lucha contra la
oscuridad, cuando la luz se manifiesta, la oscuridad desaparece”. Al lado había
una nota escrita con bolígrafo, “Luz = conocimiento”, “luz = amor”, “luz = verdad”.
Su mente trabajaba fuertemente, la luz era el amor y la verdad, si la luz es
conocimiento, el conocimiento es amor y es verdad, por lo tanto, la oscuridad es la
ignorancia, el odio y la mentira, algo contra lo que han estado luchando como
pareja, contra la mentira y el odio interno, empezaban a odiarse a sí mismos,
empezaban a odiar su vida, empezaban a aborrecer todo lo que la suerte les
había traído.
Consideraban a la suerte como la causante de todo, incluyendo la apatía que
sentían por lo que hacían, ahora entendían que sus pensamientos eran los
precursores de la libertad que tanto buscaban, la libertad de ser, pero no podrían
ser, si no se conocían ¿Cómo hacerle? Se quedó pensativo por un instante, hasta
que la voz de su mujer lo despertó.
- Come, se va a enfriar.
Automáticamente empezó a meter la cuchara al plato, con movimientos pausados
empezó a comer, mientras su mente seguía trabajando, le pidió a su mujer que se
sentara a su lado. - Leíste este papelito.
- Sí, dijo ella sonriendo, y me cambió la vida.
- ¿Qué es?
- Nada, solo un papel con frases que habíamos olvidado, todas ellas las
repetíamos cuando éramos novios, ¿Recuerdas? Decíamos que nuestras
mentes estaban conectadas y que nos dábamos la libertad de ser y elegir, y
habíamos elegido ser otros, antes de ser los que queríamos unirnos,
cuando levanté los trastes ayer, se me hizo raro ver el papel en la mesa,
me dije que era algo importante, pues tú no traes nada, generalmente
llegas con las manos en las bolsas, ese papel debía de ser útil, lo leí y me
acordé de aquellos días, cuando nos queríamos comer al mundo y
hacíamos planes ¿Recuerdas que decías? Te quiero conocer completa y
veo la frase aquí en el papel de “conócete a ti mismo”, me llegó a la mente
mi respuesta “si ni yo me conozco” ¿Cómo lo harías tu?, y decidimos dejar
eso para después, pensamos que con el tiempo nos conoceríamos más y
más, y lo único que conocemos de cada uno son las rutinas y los olores. - Tienes razón, nos hemos perdido, porque nosotros mismos con el poder de
nuestra mente lo hemos querido, hemos bajado nuestra calidad de vida
basado en la rutina. Hoy en el trabajo, me reconocieron el cambio de
ánimo, yo te lo reconozco a ti, ayer que te vi radiante, pensé muchas cosas,
hasta que tuvieras a alguien que te hacía sonreír, pero no dejé que ese
pensamiento me ganara, solo pensé en tomarte en mis brazos para
disfrutar de ese momento. Ahora que te veo, sé que hemos perdido miles
de momentos como este por dejarnos llevar por la apatía. - Por la rutina, por la desidia, es más fácil dejarse caer en el sillón que
intentar salir a hacer algo diferente y estamos generando esa atmosfera en
los niños, que ya solo llegan de la escuela, cenan y se duermen, ni siquiera
platicamos. - Debemos ser luz, la luz elimina a la oscuridad.
- ¿Te parece bien si empezamos con ir a despertarlos? Total, mañana es
sábado, ellos no van a clases, así vemos cuál es su reacción.
Los niños se levantaron asustados, sus ojos volteaban entre un padre y otro. - ¿Qué hicimos ahora? Ni siquiera he molestado a mi hermano, solo me vine
a acostar directo de la mesa. - Nada – responde la madre conciliadora – Solo queremos que se levanten y
vengan a la mesa.
Los padres se miraron sorprendidos, sus hijos no los veían como padres
amorosos, su reacción fue de miedo, algo estaban equivocando, y no solo entre
ellos, sino con su familia. El papel azul debía de ser un recordatorio de que las
coas pueden modificarse, de que la mente juega rudo, que las ideas que te creas
basadas en la rutina solo traen desconfianza. Bastó un pequeño cambio en la
rutina para mover los hilos de la novedad, como cuando a un barco de largo
alcance le modificas un grado en su rumbo, llega a un destino muy distinto, así
pasa con nuestra vida, modificas un patrón pequeño y los cambios en tu vida son
enormes, podrías empezar con no consumir bebidas azucaradas, algo bueno
saldría de eso.