Alfredo Becerril Ortiz

Zitácuaro, Mich.- Con el objetivo de complacer una petición de un estimado amigo, quien se desempeña como vendedor de periódicos en la plaza principal, ahí frente a Scotiabank, en esta columna vamos a abordar brevemente la historia de un beisbolista que dejó toda su vida en los campos de beisbol, primero como jugador y luego como entrenador.

Nos referimos al señor Alfredo Becerril Ortiz, quien además de docente, combinó esa noble profesión con el llamado también “Rey de los Deportes”. A lo largo de su historia tuvo un cúmulo de experiencias que le permitieron crecer como ser humano, además dejó el legado a las nuevas generaciones de continuar impulsando el beisbol, luchando siempre contra viento y marea.

Alfredo Becerril, nativo de esta ciudad de Zitácuaro, primeramente incursionó en el futbol y se desempeñó como portero de la escuela primaria “Niños Héroes”, al igual que en la secundaria “Nicolás Romero”.

Posteriormente le nació el gusto por el beisbol y se inscribió en el “Deportivo Texas”, luego al equipo del Sindicato de Electricistas, más tarde con Comisión Federal de Electricidad, después incursionó a las filas del “Deportivo Zitácuaro”, hasta convertirse en campeón regional al lado del equipo “Tarascos”.

Fue jugador de beisbol en el municipio de Angangueo, regresó a Zitácuaro donde se coronó campeón, como ya se mencionó, con el legendario equipo “Tarascos”. Participó en los llamados “Juegos Magisteriales” (de talla nacional). En 1977 viajó a San Luis Potosí y en 1979 a la ciudad de Tijuana, Baja California.

Al paso del tiempo, pasó por su mente la idea el hacer escuela con sus mismos alumnos, a los que les daba clases y enseñarles la práctica del beisbol, no podía encontrar mejor escenario que aquel campo donde era jugador, el campo “Rafael Baeza”; pero había mucha “grilla”, luego había oposición de los futbolistas y optó por retirarse por un tiempo.

Más tarde lo envían a trabajar con otra plaza a Coatepec de Morelos para continuar como maestro y es ahí cuando de nueva cuenta retoma la idea de seguir formando niños beisbolistas. Tomaron una huerta para la práctica de esta actividad deportiva y posteriormente se fue a entrenar con sus discípulos frente al Hospital General, en un llano.

Algunas de las ciudades en las que participó Alfredo y sus niños fueron Morelia, Ciudad Hidalgo, Angangueo y otros lugares.

Su deseo por seguir fomentando el beisbol en Zitácuaro lo lleva a platicar con el entonces candidato a alcalde, Juan Antonio Ixtláhuac, para ello le solicitó la construcción de un campo de beisbol y el sueño se había hecho realidad.

Se construyó el campo en la unidad deportiva “La Joya”. La intención fue buena, pero el terreno estaba mal situado, ya que en tiempos de aguas se formaba una pequeña laguna. Había sido un esfuerzo inútil y un rotundo fracaso.

Como entrenador Alfredo tuvo hasta 60 niños en sus filas, incluso le pedía a sus compañeros (viejos beisbolistas) que le ayudaran en la tarea de formación de nuevos beisbolistas, pero no hubo respuesta.

Sin embargo su esposa le apoyaba moralmente y además ponía de su bolsillo para la compra de pelotas y refrescos para los niños.

Desafortunadamente perdió la vista por su padecimiento de la diabetes, que fue lo que finalmente le hizo retirarse como entrenador de este deporte.

Recuerda también que en los años sesentas, cuando el beisbol estaba en su “apogeo”, los aficionados se encargaban de contratar música para amenizar aquellos encuentros deportivos.

“Eran unos juegos hermosísimos, contra Ciudad Hidalgo, Ocampo y Angangueo, venían de esas poblaciones los “Harineros de San Jorge”, “La Corbu”, “Los Bravos” y “Los Vikingos”. El campo se llenaba, venia también “Colorines”, “Ixtapatongo” a jugar aquí con nosotros”, expresó Alfredo Becerril.

Zitácuaro se catalogó por tener en sus filas a buenos beisbolistas, como el señor José Baca, quien se encargaba de hacer “unas curvas” al lanzar la pelota. Había un “segunda base”, el señor Gilberto Oropeza, que pegaba puro “hit”. Se encuentran también otros beisbolistas, como Enrique Baca, Enrique Estrada, Eleuterio Bárcenas, José Villaverde, por mencionar sólo algunos, relató Becerril.

Becerril  jugaba como “jardinero central” y le encantaba “atrapar” la pelota cuando iba en el aire.

Ese tipo de jugadas son las que lo hicieron crecer, deportivamente hablando. “Me tenía que aventar como portero, al fin fui portero ¿verdad?, que ya no alcanzaba la pelota, pero me aventaba y la atrapaba muchas veces”, expresó.

Hubo una ocasión que un bateador de “La Junta” de Angangueo, de nombre Arturo Pacheco, que bateaba muy fuerte y le pegaba a la pelota, que la lanzaba muy lejos, pero no contaba con que Alfredo le iba a robar un “jonrón”; en ese encuentro jugaba como jardinero derecho, casi pegado a la barda, y corrió lo más que pudo para lograr la hazaña de atrapar la pelota. Al final Pacheco charló brevemente con Becerril y le dijo “sabes qué Becerril, te felicito, me robaste el jonrón”.

“Aquí cuando fuimos campeones nos coronamos con “Los Vikingos” de Ocampo y por ahí todavía conservo un periódico de “La Verdad”, que decía a la letra que nunca se había visto que un jugador hiciera los tres últimos “auts”. A mí, me tocó la suerte de coronarnos en la novena entrada, a mí, me llegaron los tres batazos, siendo yo jardinero izquierdo, me tocaron atrapar las tres pelotas para los tres “auts” y coronarnos campeones”, relató.

Recuerda que por aquellos días de su niñez, que Zitácuaro tenía agua limpia en sus ríos, se hacían represas y se pasaban (los niños) las horas disfrutando de esa agua, y que también se usaba el agua para tomar directamente de la llave para saciar la sed.

Alfredo Becerril Ortiz nació  el 19 de septiembre, de 1946, en esta ciudad de Zitácuaro. Estudió en la escuela primaria “Niños Héroes” y la secundaria en la “Nicolás Romero”. Estudió para maestro, actualmente es jubilado. Sirvió como docente a lo largo de 41 años.

 

 

 

ACTIVIDADES COMO DOCENTE

Como maestro, en Michoacán trabajó en El Olivo, municipio de Tuzantla, en Zicata, municipio de Benito Juárez, en la tenencia de Aputzio de Juárez y en Coatepec de Morelos.

Posteriormente recibe la encomienda de fundar la escuela “José Sixto Verduzco”, en la colonia Infonavit de Zitácuaro, para lo cual brindó su servicio 23 años.

Como maestro una de sus satisfacciones grandes fue que uno de sus alumnos, de Zicata, participó en un concurso de conocimientos y viajó a la ciudad de Morelia,  posteriormente también se ganó el derecho a una entrevista con el entonces presidente Luis Echeverría Álvarez.

 

 

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