Don Camerino

Zitácuaro, Mich.- El señor Camerino Jiménez la Cruz, es un hombre que se ha dedicado vender fruta picada desde hace ya más de 35 años, su entusiasmo y alegría se desbordan cuando atiende a su clientela. De paso le gusta charlar y compartir sus vivencias; normalmente siempre tiene gente esperando a ser atendida, ahí en su puesto que se localiza sobre la calle de Morelos sur, a unos pasos de la calle Allende.

Por lo regular prepara unos ricos cocteles de fruta, a los cuales les pone sal, limón y chile en polvo, o al gusto del público. Por lo regular rebana en trocitos diversas frutas de temporada como sandía, melón, pepino, coco, piña, jícama, mango, naranja, entre otras.

Niños, jóvenes y adultos mayores esperan con paciencia para que don Camerino los pueda atender y la gente una vez que se lleva estos productos, vuelve a regresar a probar sus deliciosos cocteles. Sus productos los va cortando en trocitos y la gente al ver la frescura y calidad de sus productos se anima a pedirle un trocito de fruta o incluso rebanada, mientras les llega su turno.

Don Camerino piensa que los valores son importantes en la sociedad.  “Más que nada los valores de esta vida siempre han sido, la libertad, la salud y más que nada también cuenta la honradez de cada persona, aquí yo a mi hijos siempre se los he dicho, aunque no tengan nada de dinero, cuando hagan un trato o negocio, que sea legal y con la honestidad y honradez se gana uno el respeto de toda la gente, eso es lo importante”.

A don Camerino le encanta su trabajo. “Eso de que a uno le guste su trabajo es una cosa muy importantísima, que si usted hace con gusto su trabajo y le gusta, creo que le va bien y al contrario, a la inversa, si usted tiene un trabajo que no lo va a hacer con gusto o no le gusta, en fin, lo va hacer de mala gana y le va ir mal. Entonces, creo yo que todos nacimos para una cosa. A mí me gusta mi trabajo y me gusta hacerlo, creo que lo hago bien. No lo digo yo, la gente misma me lo dice”.

“Fíjese que el comerciante que en realidad es bueno, tiene que tratar de agradarle a la gente, que llegue el cliente y que usted lo trate con amabilidad, más que nada con respeto, porque toda la gente que viene y le hacen a uno el favor de comprarle, creo que merece un respeto”, añadió Jiménez la Cruz.

“Mis papás ellos eran comerciantes y de ahí se le queda a uno la herencia del comercio. Nada más que yo pienso que entre todo el montón de comerciantes que somos, hay comerciantes muy capaces y hay comerciantes que no son muy buenos comerciantes”, señaló.

Comprometido con su trabajo. “Es como cualquier profesión, hay comerciantes muy buenos que se destacan por atender y esmerarse por la gente. Debe de ser una situación recíproca, en el sentido de que la gente venga, le compren y se vaya contenta. También debe uno quedarse contento, despachándole a la gente. Más que nada es bien importante, uno como comerciante, yo como vendedor de fruta, tratar de esmerarme, de venderles un producto bueno, que les guste y les agrade. Hay darles productos de calidad y que vuelvan otra vez, ¿por qué? Porque les agradó lo que usted les vendió y más que nada cómo usted los trató”, expresó.

“Mire esto de escoger o vender fruta buena viene siendo como una escuela en la vida que va aprendiendo uno a conocer y saber, a saber seleccionar qué es lo que va a vender como comerciante”, explicó.

“Entonces yo, la verdad, la fruta que yo vendo, yo no lo digo, lo dice la gente, yo vendo fruta buena, pero es precisamente  la experiencia y los años que tengo en el comercio, porque hay que saber y conocer la fruta buena”, agregó.

“Claro, también, en el precio de comprar va la diferencia, de que si usted compra una fruta barata, lógico no le va a salir muy buena. Pero si usted compra a un precio, más o menos, no muy barata, no muy cara, o que sabe que usted es cara, está buena, aparte hay que conocerla, hay que saber lo que uno va a comprar”, apuntó.

Su labor la realiza desde las 6 de la mañana. “Hay que comenzar a pelar los cocos, para traerlos, que estén frescos y empezar a vender, pues como yo no tengo carro, todo lo cargo en mi diablito, lo que ocupo aquí, agarró me lo traigo en mi diablito, ya cuando llego aquí son las 8 y media, 9 de la mañana. Pero cuando llegó aquí tengo camino recorrido, ya trabaje un ratito también”, expresó sonriente don Camerino quien agradece a Dios por tener este oficio, el cual le ha permitido solventar las necesidades de su familia.

 

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