En ruinas Hotel San José Purúa

Se encuentra abandonado desde hace más de 30 años, no se vislumbra que vaya ser reactivado.

Por: Gabriel Gómez Rodríguez

H. Zitácuaro, Mich. – A pedazos se cae el emblemático Hotel San José Purúa, inmueble que permanece en el olvido desde hace más de 30 años. El cual, en su época de esplendor, llegó a ser reconocido notoriamente más allá de nuestras fronteras, al que asistían visitantes extranjeros y nacionales, intelectuales, artistas y, claro está, la élite política del momento.

La obra fue construida entre 1939 y 1940 por Jorge Rubio y Max Cetto, el primero de origen yucateco y el segundo alemán. Era uno de sus sitios preferidos del cineasta Luis Buñuel, distinguido huésped que disfrutaba de un auténtico paraíso terrenal.

Hay diversas historias que rodean al representativo Hotel Spa, sobre sus abundantes recursos naturales, como sus aguas alcalinas, yacimientos del vital líquido y por supuesto las carbo-gaseosas de efectos curativos, similares a las de balnearios europeos, recomendadas para enfermedades nerviosas, asma y alergias respiratorias.

Uno de sus propietarios fue Pedro González Vélez, de origen español, quien renunció a la carrera de medicina, luego decidió recorrer distintos tipos de balnearios en el viejo continente. Llegó a México en 1906, de acuerdo a la escritora Paulina Martínez Figueroa, en su artículo titulado “Modernismo Olvidado: Hotel-Balneario de San José Purúa en Michoacán”.

A González Vélez le apoyaron algunas personas a establecerse en nuestro país, posteriormente tuvo algunos contactos que le ayudaron a obtener la hacienda de San José Purúa. Se percató que en su propiedad existía un manantial, luego mando hacer varios estudios de laboratorio en la Ciudad de México para confirmar sus propiedades curativas. 

En esa época llegó la repartición agraria con Lázaro Cárdenas Del Río, por lo cual tuvo que vender ese espacio y entonces surgieron nuevos dueños: los hermanos Miguel y Jorge Henríquez Guzmán.

De tal manera que decidieron emprender un nuevo proyecto turístico y surgió así el negocio de la hotelería.Aunado a la construcción de la carretera nacional número 15, la cual unió la Ciudad de México con Guadalajara, vía Morelia.

No sólo fueron los encargados de la construcción de esa vía federal, aprovecharon el momento ideal para encargarse de los trabajos de construcción del balneario.La primera etapa consistió en pavimentar un camino que llegara hasta el manantial y luego se construyeron tres albercas y un área para vestidores.

El proyecto fue tomando forma y los hermanos Miguel y Jorge Henríquez Guzmán optaron por construir un espacio más grande y con más servicios. Surgieron tres proyectos, pero el más ideal fue el que presentaba el arquitecto de origen alemán Max Cetto y el yucateco Jorge Rubio.

De acuerdo al testimonio de los arquitectos, les dieron de plazo una semana para elaborar su propuesta y reconocieron que tenían incluso algunos días sin poder dormir. Aunque el terreno era tan accidentado, el paisaje tan bello y su proyecto fue acorde a los niveles del terreno.

“Lo que hicimos fue dibujar el proyecto en el sitio, rescatando la ecología del lugar y después realizamos el trazado del anteproyecto”, relataron.

De tal manera que integraron la arquitectura del sitio aprovechando materiales en apariencia sencillos, comopiedra, madera, teja o barro cocido; relacionar la naturaleza con la cultura michoacana a través de una construcción moderna. El resultado fue una obra de arte a plenitud.

Su inauguración fue en 1940, tenía 352 mil metros cuadrados de superficie. En un principio contaba con 166 habitaciones y luego en su remodelación, en 1959, llegó a 225.

En sus tiempos de auge logró a tener hasta 80 por ciento de ocupación hotelera al año y una sexta parte de turismo internacional. Tenía servicio de restaurant-bar, área de esparcimiento para jugar boliche, billar, contaba con un auditorio, club nocturno, así como albercas y aguas termales.

Tras ser un destino turístico durante varias décadas, sus dueños también avanzaron en edad, por lo cual el sitio tuvo un declive, de tal manera que se registraron cambios y luego los nietos llegaron al relevo.

Aunque el sitio está en ruinas, sigue la esperanza de que ese Hotel Spa vuelva a retomar sus aires de grandeza como en antaño.

De acuerdo a la escritora Paulina Martínez Figueroa, en su historia publicada en la revista “BiCentenario”, el ayer y hoy de México, los hermanos Miguel y Jorge Henríquez Guzmán fueron amigos de Lázaro Cárdenas, casi desde la infancia. 

Ellos serían un sostén económico fundamental para las aspiraciones presidenciales cardenistas. Hacer negocios con el Estado fue la manera en que le pagaron aquel favor y la construcción del Hotel Balneario de San José Purúa, en Michoacán, resultó un ejemplo.

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