Encontró en el atletismo su pasión, su camino y su estilo de vida

De llevar una vida sedentaria se convirtió en un atleta que ha logrado que el deporte transforme su vitalidad.

Por: Gabriel Gómez Rodríguez

H. Zitácuaro, Mich. – Edgardo Díaz Colín, es originario de Zitácuaro, realizó sus estudios académicos en esta ciudad, desde primaria a bachillerato. Consecutivamente incursionó a Conafe y fue instructor comunitario. Estudió en la escuela normal de Tiripetio e hizo su servicio social en el municipio de Ocampo. Posteriormente brindó sus servicios en la Universidad Pedagógica Nacional, unidad 164.

De 2014 a la fecha labora como docente en la Escuela Normal de Michoacán, desde hace unos meses radica en la ciudad de Morelia.

En esta ocasión comparte su primera experiencia al participar en una carrera de cinco kilómetros al sur de Oaxaca. Fue en el período de Semana Santa en el año de 2016, representando para él una oportunidad de viajar y salir de vacaciones, por unos días.

El día del evento se levantó y junto con su familia se dirigió al jardín principal, en el lugar había música, personas de todas las edades realizando ejercicios de calentamiento. 

Un amigo en el equipo de sonido animaba y echaba porras. Prevalecía un ambiente familiar y agradable, una fiesta deportiva.

El organizador del evento indicó la cuenta regresiva para iniciar la carrera. Edgardo salió a un ritmo rápido para una persona como él, en ese entonces tenía sobrepeso. Llegó a pesar 82 kilos, considerando que su estatura es de 1.65 metros y además sin entrenamiento.

Tenía años que no entrenaba, sin información sobre una estrategia deportiva, sin hidratación adecuada. Sin embargo se aventuró, se dejó llevar por la euforia contagiada por la masa de gente.

Al iniciar la carrera solo corrió unos cuantos metros, no podía respirar y sintió mareos. Tras varios intentos por retomar la carrera empezó a vomitar. 

Lo único que pudo hacer fue caminar unos minutos y trotar pequeñas distancias. Finalmente logró llegar a la meta, pero terminó con dolores en piernas y pantorrillas, sentía que se quemaban. Su sentimiento fue de frustración.

Sobre su mente surgieron algunas preguntas, el por qué no pudo lograr una carrera exitosa, por lo cual decidió ir a una pista de atletismo para intentar encontrar la respuesta. Entonces comenzó a trotar muy lento y pudo dar tres vueltas de 400 metros con mucha dificultad. Fue entonces que encontró respuesta a su inquietud.

Seguía caminando en la pista durante más de media hora. Llegó a la conclusión de que algo estaba mal en sus hábitos. Estimulaba el trabajo mental sin cuidar el cuerpo físico ni espiritual.

Consideró que debía equilibrar sus actividades a lo largo de las 24 horas del día, la mayor parte del día se dedicaba al trabajo, dormía poco y tenía malos hábitos alimenticios.

Consideró que su cuerpo estaba deteriorado a sus 36 años de edad, entonces se preguntó cómo sería su calidad de vida cuando tuviera 60 o 70 años y sostuvo la teoría de que requería una mente sana con un cuerpo sano.

Así que tomó la decisión de poner en práctica los principios que ya conocía, las cuales no aplicaba, por lo cual tuvo que mejorar considerablemente su disciplina, perseverancia, constancia y responsabilidad.

Así fue como en un momento de inspiración cambió su perspectiva de vida y de forma gradual modificó sus costumbres.

Al conocer las bondades de correr, ahora cuida su alimentación y se ha dado cuenta que las bebidas embriagantes y las desveladas influyen en el rendimiento deportivo, así que ha tratado de evitarlo.

Ahora el ejercicio es su filosofía, al correr le permite tener un cuerpo fortalecido, los músculos se robustecen, el corazón y los pulmones se hacen más eficientes, la presión sanguínea se regula, los índices de colesterol se equilibran y un sin número de beneficios más.

Esta es la primera parte de una historia de vida que nos comparte Edgardo Díaz Colín, una persona que el deporte le ha cambiado su vida y al contarla quiere que haya muchos Edgardos más que corran o troten y vean en el ejercicio una nueva manera de ver las cosas, con alegría y muchas emociones más.

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