Invenciones del alma.

Por Antonio Dega.

Una noche de marzo

Corría sobre estrellas, siendo existencia. Mi mente permanecióen calma mientras observaba el ciclo de muerte y resurrección estelar, un camino de luminoso renacimiento. Pero alrededor de esa luz había quietud, como si la muerte callara con oscuridad lo que rodea al camino.

Seguí corriendo y reflexionando mi paso en la vida, en mi efímero momento previo a pertenecer a la nada, mi pequeña porción de sentir.

Desde la infancia creo en la impertinencia como mi identidad, en la soledad como hogar. En ese momento estaba a punto de decidir sobre mi vida, permanecen en el lúgubre recorrido hasta ese punto o morir, morir y renacer en la lejanía, en la libertad.

Durante mucho tiempo pensé y acepté que mi deseo por tranquilidad impulsaba mi resiliencia día a día, esperando unmañana de paz sin considerar la intermitencia de la luz en elcamino. Me encerré en la idea de necesitar calma, cuando realmente me privé de libertad. Me encerré en las etiquetas, los prejuicios, los castigos. Olvidé el lado luminoso de la vida. Valoro los instantes de sonrisa, alegrías, momentos de éxtasis primitivo. Ahora me entrego al camino estelar de la muerte y el renacimiento, al ciclo de eterno resurgimiento.

En la tarde

Para Mar, inmenso hogar de sentires.

La tarde es, entre muchos placeres, hogar de la silenciosa brisa de tu recuerdo. En la tarde mueren los tormentos de tu ausencia. Los colores del cielo irradian perpetua calidez, irradian el brillo que solo encuentro en tu mirada. Los instantes caminan diferente, danzan armoniosamente porque estás presente líricamente. En la tarde desatas mis amores, mis letras y romances. Tu esencia me

permite navegar en las doradas nubes, en la infinita quietud celeste. Solo en las tardes conmueves y consuelas a mi alma. Y es que solo la tarde me inspira calma, como amores que tú me causas.

Julia Alatorre se enamoró

Una radiante sonrisa, abrazadora como la calma que inunda la orilla del mar; un perfecto mirar, profundo y reconfortante como las aguas más tranquilas del infinito espacio; un rostro impecable, sencillamente hermoso. Pensó Julia Alatorre la tarde que conoció a Marco Fernández, la tarde que su corazón danzó junto a las emociones que dejó morir tiempo atrás, eternos momentos de insensibilidad.

Ambos se acercaron al centro del café en la avenida principal de la ciudad. A las alturas de todo y nada, pues todo se resumía en ese bello par, el par de dos almas que lentamente se complementarían.

La tarde murió y la noche nació, con ello decenas de sonrisas, carcajadas y sonrojos. La seguridad de Marco y su impecable presencia cautivó los pequeños ojos de la señorita que comenzó a ver y sentir más allá de su cuerpo, más allá del alma, en donde ambos eran uno. Una sola sombra reluciente en medio de la noche, una melodiosa sombra. Marco acomodaba sus lentes de vez en cuando fingiendo un tic nervioso, pero la verdad paraambos era que deseaba enfocar su mirada en Julia mientras ellaplaticaba fervorosamente sobre su vida, su carrera y día a día.Números, cuentas, empleo de medio tiempo, familia y amigos. Mencionó Julia para resumir su conversación de horas. Para Marco era relajante escuchar su voz. En ese momento pensó que las palabras nunca tuvieron sentido antes de escucharlas de su boca, cobraron sentido con su voz.

Con el paso de la noche se acercó el amanecer. El café cerró, pero permitieron su estancia durante toda la noche. Jamás vieron una pareja de desconocidos encajar de tal manera. Alrededor de su mesa no había luz, solo oscuridad, como si ellos encendieran la noche con su conexión. Marco se

levantó a las dos con tres minutos de la madrugada de su silla y caminó hacia la computadora del café, reprodujo una suave melodía de piano y miró a Julia desde allá. Ella miraba la ventana que daba visión a las calles debajo de ellos. Marco observó su fino perfil y enloqueció un poco más por ella. Sintió un suave golpe en su pecho, como si su corazón estuviera preparado para morir, pues jamás sintió algo cercano a lo que leprovocó observar a Julia. La conversación lo envolvió, su sonrisa lo atrapó, pero observarla con tanta calma y detalle fue motivosuficiente para saber que, en menos de una noche, estaba perdidamente enamorado. Ella regreso su mirada al frente, en donde estaba parado Marco lejanamente. Julia sonrió con ligereza y supo que, al igual que ella, Marco estaba perdidamente enamorado. Ella acomodó su cabello cobrizodetrás de sus orejas y despejó la belleza de su rostro; observó a Marco acercarse y sintió nervios y emoción. Marco caminaba hacia ella decidido a darle un beso. Ambos sabían la intención del otro. Julia esperaba ser cautivada con sus delgados y finos labios, mientras que Marco deseaba conocer el sabor del cielo. Fue en ese momento que, lo que parecía que esperaron por una eternidad, se resumió en un beso el intimo deseo por existir junto al otro.

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