Maestra Juanita y suhistoria de vida 

Por: Gabriel Gómez Rodríguez

H. Zitácuaro, Mich.- Juanita Cervantes Maldonado, forjadora de varias generaciones de estudiantes, sus alumnos se convirtieron en profesionistas y hombres de bien. Fue vecina de la región de Tacámbaro, estudio en la Normal de Morelia, donde se tituló, duró 47 años de servicio.

José Manuel Herrera, escritor michoacano, la describió en una publicación como una persona de escasos recursos económicos, pero criada por padres muy trabajadores. Por ejemplo, su padre se iba de pesca en las cuevas de los ríos profundos, en las que encontraba peces y luego se preparaban exquisitos platillos.

Sus progenitores la enviaron a Turicato para aprender los rezos de primera comunión y confirmación. Para después recibir los sacramentos por el Obispo Abraham Martínez. 

En Turicato también conoció a Catalina Barajas, quien la enseñó a leer y escribir, lo que le despierta el deseo por seguir aprendiendo. Posteriormente sus padres emigraron a un ranchito cercano, llamado Cuamacuaro, ahora con nuevos elementos y paisajes.

A la edad de doce años Juanita conoció al general Lázaro Cárdenas del Río, quien en 1952 viajó a Cuamucuaro, para ordenar que las tierras fueran repartidas y luego hacerlas producir. Es ahí que ese personaje histórico le regaló 50 pesos a Juanita. Por ese acto Juanita lo consideró un hombre bueno, bondadoso y de gran sentido patriótico.

A esa joven le tocaba escuchar el canto de los grillos en las noches, así como el sonido de las ranas que anunciaban días de lluvia, siempre inquieta por saber que había detrás de los cerros y aquellas nubes blancas.

A los 18 años viajó a la ciudad de Tacámbaro. Conoció a su prima Elena, quien le ofreció un lugar donde vivir y la posibilidad de estudiar. Se inscribió en la Primaria Francisco I. Madero, en cuarto grado, con la maestra María Páramo.

Ésa etapa de su vida estaría marcada por diferentesvivencias, soledades, sufrimientos y carencias. Se iba a la escuela sin desayunar, mientras que sus horarios de clase eran de 9 a 12 del día y de 3 a 6 de la tarde.

Su prima Elena se levantaba desde las seis de la mañana a trabajar, por su parte Juanita se acomedía a lavar trastes, ropa y hacer los aseos de la casa, antes de ir a la escuela. 

Al llegar a casa Juanita se ponía nuevamente hacer quehaceres del hogar, después había ocasiones en las que escuchaba muy fuerte un silbato de la escuela Francisco I Madero. Lo que la hacía regresar de nueva cuenta al salón de clases, sin haber podido probar bocado. Quizás por la pena,por vivir en una casa ajena.

Dos años de dormir en un corredor, resguardarse en un petate. Arroparse de una cobija ligera que a veces no le protegían del frío, del miedo y corrían algunas lágrimas en sus mejillas.

Juanita a menudo se desmayaba en la escuela, en los desfiles, en los patios. Su escasa alimentación la causa.

A los 20 años conoció a la familia Pérez y decide vivir en esa casa, asistir a la Secundaria Federal Nicolás de Régules. 

Ahora por lo menos podía desayunar antes de ir a sus estudios. Salir a misa uno que otro día y caminar por las calles empedradas de un pueblo construido en adobe y piedra.

Juanita concluyó sus estudios, fue designada profesora rural, regresó a su tierra natal, pero ahora para trabajar en la comunidad de «El Reparo», Municipio de Turicato. 

Un lugar donde abunda gente buena, que la recibió con gusto, admiración y alegría. En distintas escuelas de ésa región contribuyó con su sabiduría, para transformar a niños y jóvenes rurales.

A los 23 años Juanita regresó a Tacámbaro dando clases en distintas localidades, se convirtió en mujer autónoma, independiente, segura de sí misma. Sin embargo, todo cambiaría a la llegada de sus hermanos y sobrinos, pues ahora asumiría la figura materna y protectora de sus familiares. 

Logró comprar su primer casa, resultado de esfuerzos y sacrificios.

En 1970 inició sus estudios Universitarios en la Capital del Estado. 

En estos años se trastoca su estabilidad, la tranquilidad y armonía. Puesto que por un lado, asumía el rol de profesionista, madre protectora y estudiante. 

Por el otro, su economía se volvía insuficiente. Al grado de que en algunas ocasiones sólo un refresco y una torta eran sus compañeros al día. 

En sus ojos se contemplaba el brillo por ver la carita de todos esos hijos adoptivos y recibir tanto amor de ellos, la llenaban de una esperanza superior a sus fuerzas.

A los 34 años se graduó por la Normal de Educación Básica, continuó su labor docente con mucho empeño, amor y dedicación.

Se jubiló en el 2013, después de 47 años de servicio profesional docente. 

En 2019 recibió la distinción a su trayectoria como docente,con la presea General Nicolás de Régules Cano.

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