Zitácuaro

Diana Kennedy cultiva su propio café y prepara sus tortillas

*Enviaron a periodista y fotógrafo de Los Ángeles Times a la tenencia de Coatepec de Morelos para conocer su modus vivendi.

H. Zitácuaro, Mich. – El 27 de abril, del 2018, apareció un reportaje en un medio norteamericano sobre la cocinera aventurera, Diana Kennedy, donde se hace alusión a que ella es la encargada de cultivar su propio café y preparar sus tortillas a mano.

A modo de introducción, se escribió que la dama inglesa vive a las afueras de la ciudad; donde, para llegar a su casa, hay que atravesar paredes de roca cubiertas de buganbilias, lirios rosados y mariposas en el aire.

En su casa hay un patio al aire libre, que cuenta con dos hornos de colmena de adobe y dos estufas solares, una recientemente llegada del chef español José Andrés, quien también los envía a zonas de desastre.

La experta británica en cocina regional mexicana y autora de casi una docena de libros de cocina innovadora, no vive en una zona de desastre, sino en el pequeño pueblo de San Francisco, Coatepec de Morelos, en una «casa ecológica», que había construido a fines de la década de los 70’s con materiales reciclados, vigas de madera de 200 años y adobe hecho a mano.

La zona de desastre, como lo ve Kennedy, es más bien lo que hemos hecho del mundo, plagado de contaminación, cambio climático, una población en explosión y recursos que desaparecen.

Y es en lo que se enfoca Kennedy, que se acerca a los 100, mientras continúa trabajando: dando clases y editando sus libros, cocinando, por supuesto, y simplemente haciendo su vida diaria. En la actualidad tiene 96 años y se puede observar que su estado de salud es casi óptimo.

La vida diaria a menudo consiste en preparar café, lo que para ella significa recoger, fermentar, secar y tostar los granos orgánicos que ella misma cultiva. Kennedy produce gran parte de su propia comida en la Quinta Diana, nombre que denomina así las tres hectáreas de tierra que hay alrededor de la casa.

Cuenta con un jardín de unas 250 plantas, una pequeña casa para invitados, un gallinero, dos colmenas y un pequeño bosque con los árboles que plantó la primera vez que compró la tierra.

Para la Kennedy su trabajo es vida, así lo manifiesta con fuerza su rostro expresivo, cartografiado por líneas de risa, su cabello corto y blanco, recogido en una bufanda color pastel y un amplio sombrero de paja. “La vida no es fácil aquí, no hay Walmart a la vuelta de la esquina «, expresa.

En su cocina sobresale un mostrador de una pared de roca, quemadores de gas, azulejos de Michoacán y una enorme campana de cobre que consiguió en Guanajuato. Frascos de vinagres caseros se alinean en una alacena, como si fuera una farmacia. Las canastas cuelgan de ganchos de metal de aspecto medieval, que había hecho un artesano local; a veces están llenos de chiles, a veces con latas de té.

Otra pared, detrás de una estufa de leña de hierro, es utilizada para calentar en lugar de cocinar, está colgada con ollas de cobre y una foto enmarcada tomada en la fiesta de cumpleaños número 60 de Craig Claiborne.

Es el fallecido Claiborne, editor y crítico de restaurantes del New York Times y autor de muchos libros de cocina, cuya presencia llena la cocina, tanto como la de cualquiera. Él fue quien sugirió que Kennedy comenzara a dar clases de cocina, en primer lugar.

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