Cultura

Crónica de un libro anunciado: Anecdotario

Crónica de un libro anunciado: Anecdotario

José Luis Valencia Castañeda

Martín Núñez propuso un día, que armáramos un grupo de personas nobles, honestas, con valores de justicia y sensatez, para contrarrestar las políticas viles de los gobiernos en turno. Tenemos la certeza de que los gobiernos no cambiarán a corto plazo, porque el sistema que manejan está muy viciado, existe más celo por servirse del trabajo del pueblo que servir al pueblo, y el pueblo que recibe ciertas prebendas se siente cómodo recibiendo alguna dádiva, por mal interpretar una justicia que pretenden les ha llegado.

 Ese grupo estaba entre aquellos que habíamos participado hace algunos años en los movimientos sociales y habíamos sobrevivido a los billetazos, firmes en nuestras convicciones, firmes en nuestra fe libertaria, la fe que da no pertenecer a grupos afines al poder fáctico, ya fuese político, económico o religioso. Esa libertad que nos da el ser librepensadores, y como hombre de acción le pedí que diera fechas y que nos acercara al poder para que ejerciéramos esa justicia que tanto anhelábamos, sin embargo, eso aún no sucede.

 Así que, presionado para entrar en acción, propuso mientras tanto, escribir un libro, un elemento que reuniera algo común entre aquellos amantes de la justicia y que se encienden cuando se comete en contra de los más desprotegidos, y lo que teníamos en común era la vivencia que tuvimos en los años ochenta, esas virtudes y el tiempo nos unían, contactamos a José Luis Ávalos, Juan Jaime Márquez Álvarez, Eduardo Velázquez Reyes, Eduardo Noria L., el propio Martín Núñez Serrano, Damián Arévalo Orozco, Melquiades Grano Nolasco, Lázaro Ferreyra Alvarado, Pedro Arauz, Enrique Flores Delgado, J. Salatiel Arroyo Zamora y Belinda Iturbide Díaz.

 Intentamos localizar a algunos otros interesados, incluyendo una invitación general a los grupos de compañeros que conocimos en aquella época, algunos se disculparon mencionando que su problemática personal no les permitía aportar tiempo a la escritura. Al final quedamos los que tomamos acción. Era julio 5 de 2021 cuando iniciamos a formar la propuesta entre Martín y yo, en agosto 5 les compartimos la ida a los compañeros. Esa semana fue una intensa búsqueda de los viejos, algunos dudaban de su capacidad escritora, algunos de su capacidad mental, culpaban al Alzheimer, otros no sabían cómo empezar, otros no se daban tiempo, otros se fueron disculpando, al final quedamos ocho.

 al empezar a leerlos, la nostalgia y las imágenes agradables y las imágenes crudas nos llegaron, sonreímos y nos entristecimos, los recuerdos del tiempo pasado, a pesar de haber quedado atrás, nos siguen llenando de satisfacciones, porque a pesar de todo seguimos coincidiendo en ideales, nuestra necesidad de justicia sigue vigente. Es una lástima que los demás compañeros no hayan querido participar, es una propuesta interesante, porqué la visión de cada uno de los que participamos, a pesar de haber vivido en la misma época, en el mismo lugar, de haber compartido mucho de lo que éramos: era distinta, no opuesta, pero sí distinta.

 La revisión fue exhaustiva, del dos de julio al dos de septiembre se hicieron los trabajos, dos meses fue nuestra meta. Algunos entregaron un poco más tarde, por allá del 15 de septiembre. La revisión la hicimos Jaime y yo en dos semanas, prácticamente como llegaban los leíamos y mandábamos las observaciones. Una vez conformes lo mandamos a imprimir, 9 libros, para nueve participantes. El día 6 de octubre de 2021, llegaron los ejemplares, el día 7 de octubre nos reunimos para la revisión final, para ello, ya había contactado al “Abuelo”, José Luis Vargas Villalobos.

 Gracias al cariño con el que se expresaban los compañeros del grupo hacia “Nuestro Canto”, nos dimos a la tarea de involucrarlo, y el día de la revisión, nos sorprendió con “La Lora”, canción emblemática de las reuniones del pasado. A todos se nos erizó la piel, fue un agasajo volverlo a ver y escucharlo, su memoria es más fuerte que la nuestra y queremos disculparnos por ello, pero las cosas que suceden, tienen un fin mayor, a eso nos debemos. Ese día, nos dimos a la tarea de tener listo el escrito final para el día 21 de septiembre, lo cual logramos sin mayor contratiempo.

 Así, a finales de septiembre mandamos el trabajo final a la imprenta, la fecha propuesta para la presentación fue primero el 14 de noviembre, los libros llegaban el día 7, así que teníamos una semana para prepararnos. Damián propuso el recinto del Centro Cultural Universitario, sin embargo, por las condiciones sociales derivadas de la pandemia, no creíamos que tuviéramos cuórum, por ser un espacio para 300 personas, así que se decidió por algo más pequeño y emblemático, y donde Damián tenía más certeza: el Aula Mater del Antiguo Colegio de San Nicolás.

 Eso nos llenó de orgullo, una tribuna con mucha historia, sonaba emocionante. Más la fecha se les hacía muy cercana por los compromisos que tenían los compañeros, así que la movimos dos semanas posteriores, y convenimos el día 27 de noviembre de 2021. Realizamos la invitación y la distribuimos a partir del 3 de noviembre, algunos tenían sus reservas, Damián pensó por un momento que el auditorio del Centro Cultural Universitario sería muy grande para la treintena de personas que imaginaba irían, Eduardo Velázquez también dudaba sobre ello, y más cuando fue a llevar las invitaciones a las casas del estudiante y no tuvo buena aceptación por las condiciones en que estaban, la Isacc Arriaga en problemas, las demás solo con algunas guardias.

 Había poca gente a quien invitar, más los dioses son bondadosos con nosotros, la Isacc niveló su situación, regresaron a clases presenciales los jóvenes de las casas, y a una semana de la presentación estaban confirmados doscientos asistentes, un enorme logro de Eduardo Velázquez. En los grupos que yo invité, existía una excitación enorme, teníamos un compromiso enorme, por la expectación.

 El día 27 de noviembre, llegamos puntuales Damián y yo, preparamos la sala y esperamos. Allí noté que mi ignorancia de la Universidad era mucha, la invitación seguía diciendo Centro Cultural Universitario y yo, en mi tozudez y desconocimiento, creía que el Aula Mater era allí en ese recinto, más cuando llegué y me dijo Damián que era en la preparatoria número uno, me di de topes, así que mandé a los grupos la ubicación correcta, y pusimos guardia en la puerta para dirigirlos.

 Paso a paso se fue llenando el aula Mater, llegaban jóvenes en nutridos grupos, llegaron primero las personas de los grupos que invité, después la Casa del Estudiante Residentes Universitarias, posteriormente se incorporaron todos los demás, hasta llenar el recinto hasta abarrotarlo, con muchos asistentes parados, la capacidad del Aula Mater es de cien personas, había más de doscientas.

 Para iniciar la presentación, le pedimos al “Abuelo”, José Luis Vargas, que entrara con el grupo de “Nuestro Canto”, abriendo con alguna canción emblemática. Pero no quiso, me dijo que se lo dejara a él, ya se encargaría de abrir las mentes para ponerlas receptivas, y vaya que o hizo, fue una sorpresa para todos, parecía que así se programó. El poema llegador, sentimental, despertó a los oyentes, que se pusieron atentos a lo que fue la charla.

 Después del poema, el Abuelo, nos hizo el honor de presentarnos, y de contar la anécdota chusca de mi llegada a Morelia. Al ser mi primera vez en la ciudad, no sabía que a los pasajeros se les busca en la sala de espera, me quedé esperando a mi pariente a que llegara por mi en los andenes… empezó a mencionarnos tal y como nos sentamos, de izquierda a derecha frente al público: “El Amigo”, alias Lázaro Ferreyra Alvarado; “El Púas”, alias Eduardo Noria L.; “El Alacrán,” alias Martín Núñez Serrano; “El Huarache”, alias Eduardo Velázquez Reyes; Damián Arévalo Orozco, alias “él mismo”; “Zara”, alias Juan Jaime Márquez Álvarez y un servidor: “El Niño”, alias José Luis Valencia, y nos relata lo que le gustó del borrador del libro, que tenía en su poder desde hacia un par de meses.

 Nos echó flores, mostrando su cariño desnudo por el grupo, que fue bien recibido y aplaudido por el público y nos hizo esponjarnos de orgullo, y después de echarnos flores, de sentir emoción por la nostalgia que le traían las letras, le cedió la palabra a Martín Núñez Serrano, que nos llevó a los ochenta, cuando llegó a Morelia con pocos recursos y cómo fue su ingreso a las casas, primero a la Camilo Torres, después, cuando fue expulsado junto con Yolanda y llegaron a la casa Che  Guevara, en el Edificio México. Después relató su ingreso a la facultad de derecho y sus peripecias para lograr obtener el título.

Aunque él era el encargado de mostrar cómo fue la idea del libro, le ganó la emoción y poco habló de la idea. Cedió la palabra a Damián Arévalo Orozco, que agradeció a los asistentes, a las familias que nos acompañaron, a los moradores de las casas que asistieron y las amistades que nos dedicaron un tiempo, agradeció a la casa Che Guevara por el espacio y a la Universidad por la oportunidad, agradeció la oportunidad de representar a la casa ante el consejo universitario y en sus demás puestos, siempre puesto a la lucha por desterrar las malas practicas del poder, en todos sus ámbitos.

Critico de aquellos que ahora pertenecen al poder que combatían, decía: “Curiosamente, muchos de los fundadores y activistas fueron copados por el poder……lo que siempre criticamos y nos opusimos…. Lo sostuvimos en aquel momento, hoy lo ratifico”, y lo respaldo, estoy en contra de aquellos que nos incitaban a luchar contra el gobierno opresor y que ahora en el poder no cumplían con los preceptos que tanto ensalzaban, pero esa es otra historia, cada uno de nosotros estamos exactamente donde debemos estar.

 Damián, le cedió el micrófono a Lázaro Ferreyra, que con la nostalgia en la garganta recordó los momentos tan dramáticos que vivió en la infancia debido a las carencias, y la suerte que corrió hasta llegar a las casas del estudiante y ser aceptado en la Che Guevara, lugar donde fue apreciado y valorado, donde tuvo comida y techo, lo que le faltaba para continuar sus estudios. Se mostró agradecido profundamente con la casa Che y con la Universidad y no es para menos, sus logros han sido espectaculares, estaba tan emocionado que nuestro público empezaba a bostezar, así que nos tocó echar mano del ingenio del Abuelo, que ahora sí entró con los entrañables Saúl Oseguera y Lalo, que junto a Lázaro nos salvaron la noche. La pirekua que interpretaron despertó a la audiencia y los hizo animarse para poder continuar con las disertaciones.

Le cedimos el micrófono al médico Eduardo Noria L. que emocionado, presumió orgulloso sus logros y al grupo, en especial al “Tío” que por alguna razón justificada no pudo asistir, se le extrañó, y “El Púas” fue el más sentido por ello, lo comparó con un padre, y vaya que fungió más de una vez como tal, lo mismo que Acevedo, que también se nos perdió, pero volvió de su retiro obligado por las circunstancias para saludarnos y darnos sus parabienes. Esa nostalgia y emoción que transmitió “El Púas” ya había hecho mella en Dora, que nos festejaba todo, parecía ella ahora la madre de nosotros, aplaudiéndonos a cada frase y fotografiando el evento, tal y como lo hizo hace 34 años.

 “El Púas” le cedió la voz a Eduardo Velázquez Reyes, que relató todo lo escrito con un tono de urgencia para los jóvenes, señalando que lo que tenían hoy, había sido producto de la lucha del grupo enorme del que fueron parte estos viejo, comparó a las casas del estudiante de Guerrero, el albergue de Chapingo, con las casa de la CUL, gran defensor de la unión de las casas, mientras nosotros nos enfocábamos a lo particular, Lalo nos sacudía mostrándonos al gran grupo que fuimos con la CUL, y les recomendó a los jóvenes asistentes que habitan actualmente las casas a tomar acción y no dejarse llevar por la flojera o la apatía, el gobierno podría hacerles una mala pasada, y la anécdota chusca de Juan Pahuamba fue hilarante, la pueden leer en el Anecdotario.

 Después del emotivo mensaje y su merecida ovación, le pasó el micrófono a Jaime, que viendo sus notas, vio que le habían dejado poco espacio al relato propio, ya habían abarcado todos los temas los anteriores compañeros, así que arremetió contra la ignorancia, ensalzando la importancia de la educación pública, la única capaz de democratizar y nivelarnos con los demás profesionistas, y el mensaje contundente a los jóvenes es que fuesen las piezas fundamentales del cambio, que exigieran que la educación pública fuese de calidad, que combatieran la ignorancia a cualquier costo, nada más faltó el “Patria o Muerte: Libertad”.

 Pero aun así con la enjundia que le puso, se llevó su buena aplaudidera, y para cerrar, entró nuevamente “Nuestro Canto”, con la Lora, que hasta Camila se aprendió y no dejaba de decirme que es con la que había llegado el “Abuelo” a la casa de la vieja Guardia, allá con los viejitos… no sé que nos sabría, o nos hablaba al tanteo. Así que después de la canción, me tocó tomar la palabra, y no tuve más remedio que improvisar, el discurso que llevaba escrito ya estaba sobreseído, los compañeros se encargaron de darlo primero, cada uno una parte, así que honré a la divina presencia de todas las almas del grupo que nos acompañaron, y les pedí a los jóvenes que nos superaran, les dejábamos bajita la flecha, ellos eran el futuro del país y los invité a que nos buscaran a los viejos, si necesitaban apoyo y conocimiento, estamos puestos para compartirlo, a nosotros de nada nos sirve tenerlo, sino lo compartimos.

 Al final los invitamos a comprar los libros a un costo de $150, y su venta en esa ocasión tenía un fin altruista, era en apoyo a un ex morador que necesita de nosotros, y nos agradecieron enormemente. Los jóvenes de la casa Che aceptaron nuestra oferta y nos invitaron a ir a la casa cuando pudiésemos, seríamos bienvenidos. Eso da gusto, porque desde 1991 que salí de ella, he estado un par de veces nada más, no me gusta importunar, ni hacer sentir mal.

 Agradezco infinitamente a la vieja guardia, a mis hermanas que me acompañaron, a los sobrinos que aguantaron valientemente, a Camila que acomodó el estrado y exhibió mis otros títulos, que también se vendieron y se fueron al fondo de ayuda, de algo servirán.

 Agradezco al Paisa Esteban que se animó a salir de Pamatacuaro, al Filos que no veía hacía 34 años, a Aguilazocho que cooperó con 5 libros,   a Osvaldo, a Belinda que me reclamó el que no había participación femenina, y desde hoy les pido que estamos puestos para hacer el tomo II, con la participación de todas las mujeres que estén dispuestas a hacerlo, a Vero Zavala que se nos perdió al Grupo de la Mente Universal que asistió, al grupo pleyadianos y al grupo pioneros, grandes almas dando ánimos, y a todos los moradores de las casas que asistieron, tienen ahora un tarea más, “ser mejor que nosotros” y que sus anécdotas sean más ilustradoras.

 Gracias a “Nuestro Canto”, gracias a la Universidad Michoacana, gracias al Anecdotario, un libro de viejos, con alma de niños, los que fuimos, los que somos, gracias a todos: gracias.

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