Opinión

El culto a la tras (Despertar Poético)

El culto a la tras

No hubiese pensado jamás en la necrofilia como una forma de ver la vida si no hubiese leído en el Corazón del hombre de Erich Fromm una disertación sobre ella, esa disertación marcada también por el dualismo contrario a la llamada biofilia. Ambas son filias, son amores. El uno ama a la muerte, la otra ama a la vida. Así nos debatimos muchos de nosotros durante el recorrido que se llama vida, nos debatimos entre el amar morir y el amar vivir.

Cuando aceptamos a la muerte como parte de la vida creemos que hemos llegado a cierto grado de iluminación, ¿Cómo identificamos a un necrófilo? En el argot popular se le conoce como necrófilo a aquella persona que tiene deseos sexuales con personas muertas; sin embargo, con Fromm entendí que un necrófilo no necesariamente se trata de un individuo con tales perversiones sicológicas, según Fromm a la necrofilia se le relaciona más con el carácter sádico – anal de Freud y su instinto de la muerte.

Por tanto Fromm señala que una persona con orientación necrófila se siente atraída por todo lo muerto: cadáveres, heces, basura, gustan de hablar de enfermedades y muertes, viven obsesionadas con ello. En la historia han existido miles de ejemplos de personas necrófilas. Fromm con su espiritu anti Nazi, describió a Hitler como un personaje marcadamente necrófilo, pues gustaba del olor a muerte, del olor a destrucción, y aunque la historia lo señala como un líder nato, destructor eficiente de enemigos, no fue necesariamente así, la historia  demostró que la satisfacción más profunda de Hitler fue la de contemplar la destrucción total y absoluta del pueblo Alemán.

En anécdotas no fehacientes, señalaron que en una ocasión Hitler se quedó en estado de trance mirando fijamente a un cadáver en descomposición, negándose a abandonar el lugar, lo que le valió ser estudiado por los psicólogos como un personaje afectado. Un necrófilo tiene desviados los valores, no existe macho – hembra, hombre – mujer, existe otra dualidad, donde los sexos son solamente: la del asesino –asesinado; el de los poderosos – impotentes, el de matadores y muertos. El gusto por el poder, el de poseer lo inerte, es más común de lo que se cree, pues lo inerte es solo materia, por eso nuestra sociedad vive desvirtuada, deformando cada vez más sus valores, nada importan los esfuerzos enormes de las iglesias de jalar adeptos, que cada vez son menos y los que ingresan se pierden en fanatismos mal empleados que rayan en la necrofilia al adorar a imágenes de muertos o de heridos, se dejan llevar por la pasión, se dejan dominar por el poseedor del poder, llámese sacerdote o pastor.

Los necrófilos viven enamorados de los asesinos, de los que ostentan el poder de matar, por ello los necrófilos tienen seguidores por millares, lo vemos en los jefes narcos; tienen seguidores por miles los cultos a la muerte, la necrofilia fue el éxito de Hitler y Stalin, pues tenían la capacidad de matar y la complacencia de hacerlo, los necrófilos los adoraban, otros les temían y les seguían la corriente para conservar la vida. Un individuo que es seguidor de un necrófilo está afectado, ha perdido la empatía o los valores que hacen de una sociedad adalid del progreso, un individuo presuntuoso y con poder podría asesinar sin mostrar algún sentimiento o pudor, podría transportar a los sentenciados al cadalso con el mismo cariño que un carnicero lleva a la res al matadero donde será troceada para la venta.

Según Fromm al carácter anal y el carácter necrófilo son cualitativamente iguales por la afinidad a lo unánime o muerto, con la diferenciación de que el carácter necrófilo es la forma maligna de la estructura donde la forma benigna es el carácter anal, este último Freud lo basaba en la teoría de la libido, como especulación meramente biológica, sin embargo Freud mismo estableció un carácter genital que definía la dualidad, el carácter genital era un concepto del instinto de vida, mientas el carácter anal, era instinto de muerte, esta cultura de la muerte señalada en el carácter necrófilo o anal de las personas que gustan de la muerte tiene una cultura bastante identificable en nuestros días, pues se nota en aquellos que muestran indiferencia ante la muerte, “la gente no teme a la destrucción total de la vida, porque no ama la vida, es indiferente a la vida, y se sienten atraídos por la muerte.

Toda esta disertación o pequeño discurso introductorio tiene un objetivo: identificar a las personas que tienen como modo de vida el carácter anal o necrófilo, que son las más, muchas de ellas ni siquiera se dan cuenta de que lo son, consideran que son “normales”, mientras esa normalidad esté dentro de los cánones aceptables en la sociedad en la que viven, lo que no garantiza desde luego que sean las más objetivas o respetuosas de la vida, para que la sociedad hubiese llegado a este grado de descomposición debió de caminar por sendas plagadas de señales que le bloquearon la razón y le abrieron la lívido, le abrieron el camino a las emociones, donde el carácter anal y coprófago está dominando las mentes del común.

Para llegar a esta tesis, analizamos la información que hay en los medios, y vemos que la violencia está presente en todos los rincones del mundo, vemos como aparecen cada vez más personajes malvados y con conductas desviadas, en todo el mundo se reportan abusos por parte del clero, abusos de entrenadores hacia sus entrenados, abusos de médicos contra pacientes, violencia por drogas, violencia por posesión de tierras, violencia por ideas políticas, violencia por poder económico, todo provocado por el carácter necrófilo de los participantes en la violencia.

En México ya no existe una región que no haya o esté experimentando la violencia, y según la tesis de Erich Fromm todos estos comportamientos son desviaciones de la mente que se van creando cuando el hombre no se puede superar a sí mismo, cuando deja que alguien más lo haga y termina dejándose llevar. Vemos claro este carácter en la noticia más reciente sucedida en la Ciudad de México, donde una pareja asesinaba mujeres, y según su testimonio, no sentía ningún remordimiento, pues de dejarlo libre seguiría asesinando, ¿Hasta dónde ha de llegar un hombre si ha perdido la fe en la humanidad y su deseo sólo es de violentar a los demás? Es consecuencia del abandono en el que la sociedad se hunde debido a que no se le enseña a ser libre, se le enseña a obedecer mediante el engaño, al hacerlos creer que mientras obedezcan serán libres.

 

 

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